La sirena de la patrulla cortaba la paz que reinaba aquella noche, Gustabo pisaba el acelerador con todo el peso que su pie podría soportarle concentrado en las vueltas mientras sus ojos ardían por el aire que se colaba por la ventana abierta de su lado, escuchaba a Conway en la parte trasera reprobar su forma de manejo pero poco le importó, iba en una patrulla con sirena y el corazón brincando a mil por hora, quería ver a la Doctora y que ella le sonriera de vuelta, escuchar su risa, pero no ahora solo la imaginaba pálida y en una camilla de hospital.
Por su parte Horacio soltaba gruesas lagrimas mientras se aferraba al asiento del copiloto, en silencio y tenso, escuchando en su cabeza una y otra vez las palabras de Conway, ¿Qué pasaba con Ángela?, ¿Qué había pasado?, ¿Quién fue el infeliz que se atrevió a tocar a su madre?... Horacio lloraba sin hacer ruido, su corazón estaba hecho un jirón, quería escucharla reír y verle ese brillo tan hermoso en sus ojos verdes mientras el sol los iluminaba, necesitaba un abrazo de aquella mujer para saber que todo iba a estar bien.
Una vez en el hospital los hermanos bajaron corriendo dejando la patrulla en marcha y las puertas abiertas, corrieron con un nudo de incertidumbre que les quemaba la garganta.
En recepción no había mucha gente y lo agradecieron internamente.
- ¿¡COMO ESTA LA DOCTORA COVARRUBIAS!? - Grito Gustabo a la recepcionista.
- ¡EXIJIMOS VERLA! - Grito Horacio a la par del rubio haciendo exaltar a la joven detrás del mostrador.
- ¡Horacio, Gustabo! -La voz de Claudio se hizo sonar mientras salía de uno de los pasillos acompañados por unos oficiales, los jóvenes trotaron para estar frente al medico.
- Claudio... Claudio, dime que esta bien... di... melo - Horacio hablaba con un hilo de voz mirando al medico con suplica en sus ojos que no dejaban de llorar.
Claudio tomo el hombro del peliazul y asintió.
- Tranquilos muchachos, ella esta durmiendo. - Dijo el medico.
- ¿Pero... se pondrá bien? - Pregunto Gustabo elevando su voz mas de lo que era necesario.
Claudio asintió, Horacio volteo a mirar al rubio y lo abrazo con mucha fuerza haciendo tambalear al segundo, el chico hundió su rostro en el cuello de su hermano comenzando a soltar toda la preocupación entre sollozos y balbuceos, la mujer estaría bien y era lo único que importaba.
- Les traje algo de beber - Conway se paro frente de los chicos, Horacio estaba recargado en el hombro de Gustabo con los ojos cerrados he hinchados mientras que el rubio permanecía inexpresivo volteando a cualquier dirección donde escuchara algún ruido.
Al no obtener respuesta de ninguno de los dos, el superintendente dejo las bebidas calientes en la silla junto a Horacio y se hincó frente a ellos.
- Oigan... escuchen, deben de tranquilizarse, Ángela estará bien, las mujeres son los seres mas fuertes de este inmundo universo, se los prometo. - Horacio había abierto los ojos al escucharlo tan cercas de ellos, lo miro y le sonrió con pequeñas lagrimas en los ojos, el también lo creía.
- ¿Tiene idea de quien pudo ser el hijo de perra que la ataco? - Pregunto Gustabo mirando a un punto fijo del pasillo de espera.
Conway se puso de pie. - Por desgracia el automóvil de Ángela estaba situado en un punto ciego del parking, solo vimos como el agresor corría calle abajo...- Gustabo suspiró.
- ¿Pero que coño quería? - Gustabo se paro de golpe asustando al oficial a su lado, ambos hombres miraban al rubio ir y venir tratando de maquinar alguna cara o situación que ayudara a dar con el agresor. Horacio se desparramo en el silla y tomo uno de los vaso de cartón necesitaba algo caliente, iba a llevárselo a la boca cuando Conway lo detuvo y le paso el otro vaso ese era de chocolate no de café. - Tranquilízate por favor Gustabo, en cuanto ella despierte nos podrá poner al corriente. - Gustabo dejo de caminar y se paso las manos por el rostro con desesperación miro a su hermano quien le hizo señas de que regresara a la silla y este sin chistar le obedeció calmándose y tomando el café que Conway le ofrecía.
VOLKOV
- Ya les dije oficiales la señora no esta en condiciones de prestar declaración por el día de hoy, será mejor que regresen mañana. - Dijo Claudio cerrando la habitación donde se encontraba la mujer sedada.
- Entendemos, pero eso nos ayudará a poder dar con el atacante mas rápido. - Dijo el ruso insistente.
- Con todo respeto comisario, no voy a despertar a la paciente para que la atormente con preguntas, ahora usted esta parado en mi hospital no en su comisaría, así que si me disculpa -
El ruso frunció el ceño bajo los lentes de sol mientras que Torrente ponía su mano en el hombro del superior negando.
Caminaron en silencio por el pasillo detrás del medico cuando a lo lejos escucho gritos.
- ¡EXIJIMOS VERLA! - la voz de Horacio inundaba la recepción y Claudio apresuro el paso.
Y ahí estaba el peliazul con los ojos rojos trotando hasta el medico, se veía tan triste tan pequeño y a Volkov no le gustaba verle así, no era la primera vez que veía eso ojos tan apagados pero sintió dentro de su pecho algo descervigarse y su voz internar le hablo "dile que todo va a estar bien, habla con el..." el ruso negó para sí, como iba a decirle algo de apoyo en ese momento después de haberlo herido semanas atrás, simplemente no tenia derecho y abandonó la escena, no soportaba verle así, se alejo en silencio seguido del oficial.
- Pobres chicos... ¿los había visto así alguna vez? - Dijo Torrente mientras se abrochaba el cinturón de seguridad de la patrulla.
- No... - Mintió recordando como el peliazul se aferraba a aquel extraño llorando a mares por su culpa, "cobarde" escucho su voz interior mientras hacia rugir la patrulla.
☼
Las 8:15 de la mañana marcaba el reloj de la pared, Horacio miraba su móvil mientras le hacía cariños en el rubio cabello de su hermano que dormía recargado en su hombro, el no había podido dormir y Conway no fue capaz de hacerlos irse del hospital diciéndoles que les iba a rebajar el día si no acudían a trabajar por la tarde pero no les importo ellos querían asegurarse que la mujer saldría por su pie aquel día y podrían hablar con calma, pero se sorprendió al ver que el pelinegro llegaba con su ropa de civil junto con Claudio.
- Buenos días - Dijo el medico sonriéndole al chico.
- Buen día Claudio, ¿podemos pasar? - Dijo el chico mientras sus ojos se iluminaban con suplica.
Gustabo se desperezo en el asiento. - Déjenos verla... - Paso su mirada de Conway a Claudio.
- Si van a pasar a verle. - Los hermanos se pusieron de pie de un salto. - Pero... primero tengo que ver como amaneció, necesitamos algunos pruebas que tardaran un poco, no se agobien, pasaran a verla - Los chicos se sentaron por el éxito no obtenido. - Calmen su culo inquieto nenas, pronto la verán, no coman ansias, a como me lo platica el mata sanos Ángela saldrá hoy, no fue muy grave. -
- ¿Claudio le dijo como fue que Ángela llego a la puerta del hospital? - pregunto el rubio.
- Al parecer alguien que pudo ver el atraco trato de correr tras el atacante pero al ver a la Doctora en el suelo la alzo en brazos y la dejo en la puerta del Hospital, no dio nombre, ni nada, solo se fue - Dijo Conway con algo de incertidumbre.
- ¿Pero el atacante iba a pie... verdad? - pregunto esta vez el peliazul.
- Si, corrió calle abajo, ¿por qué? - Dijo el superintendente mirando al joven.
- Bueno, es que he visto en mas de una ocasión un auto negro que aparece en repetidas ocasiones cuando he estado en la casa de Ángela, como si alguien la acosara... -
- ¡Y ahora nos dices algo así! - Gustabo se paro de un brinco de la silla.
- Es que mamá siempre dice que hay miles de autos negros en la ciudad... a ella jamás se le ha echo raro... - dijo el crestas para defenderse de la mirada descolocada del rubio.
- Vale, vale, en eso tiene razón, quizá es algún vecino que vive cercas de ahí... hazme el favor de sentarte y sosegarte capullo, estamos en un puto Hospital. - Dijo Conway tomando al rubio de los hombros para regresarlo a la silla.
☼
Media hora paso desde que Claudio había entrado a la habitación que los separaba de Ángela y ambos hermanos caminaban de un lado hacia otro para poder mitigar sus nervios sin éxito alguno bajo la mirada irritada de Jack Conway hasta que al pelinegro se le ocurrió que sería bueno salir a dar una pequeña vuelta para que se despejaran un poco, ambos al escucharlo lo miraron incrédulos negándose rotundamente.
Horacio sintió como su móvil vibraba en uno de sus bolsillos, por instinto lo tomo y se quedo quieto en el pasillo, una llamada entrante de Bruno, el estaba enterado de lo sucedido, pues cuando creyó que su mundo se desmoronaba sentado en la silla de ese hospital tuvo el reflejo de querer hablar con alguien, quizá no fueron muchas palabras las que se intercambiaron en esa escuálida llamada mientras el rubio dormía recargado en su hombro pero Bruno le había transmitido un poco de buena vibra, buena vibra que se le estaba yendo de las manos en ese momento.
- Horacio!. La voz agitada de Bruno se hizo notar tras el móvil que el chico sostenía en su mano.
- Bruno, ¿Qué sucede?, ¿por que te escuchas tan agitado?. Pregunto el crestas frunciendo el ceño caminando hasta la esquina del pasillo.
- Nada... nada, estoy bien es solo que baje corriendo de la moto... Estoy aquí, fuera del hospital.
- Pero... ¿tu trabajo?. Horacio sabía que Bruno atesoraba tanto su trabajo que se le hacia mucho el que estuviera ahí.
- No, no te preocupes me encargaré del turno del cierre, ahora, ¿Dónde están?. Dijo el pelinegro entrando en el recinto esperando ver a Horacio entre el mar de gente.
- Yo... Estamos en el primer pasillo a tu derecha. El joven se quedo mirando fijo la puerta de doble hoja sabiendo que de un instante a otro Bruno la abriría para entrar.
- Muy bien, no te muevas de ahí. Bruno colgó el teléfono escabulléndose por personas que hacían fila en el mostrador principal, salía de ahí cuando tropezó un poco con un cochecito de un nene que jugaba en el suelo trasbarileo un poco y fue chocar con la espalda de un hombre que estaba a varios pasos de la puerta de entrada por donde el debía de pasar, el pelinegro reafirmo su compostura y miro al hombro que se había dado la vuelta para ver si podría ayudarlo pues sus brazos se habían abierto en caso de que necesitara un soporte pero al verse a la cara el peligris endureció su semblante y se hizo a un lado, Bruno se sintió algo avergonzado.
- Lo siento mucho señor, yo...- Dijo el pelinegro mirando al alto caballero.
- Comisario... - Respondió de forma mordaz frunciendo las cejas.
- Oh... Disculpe Co-misario. - Dijo Bruno en un tomo mas neutro al escuchar el tono de el contrario manteniéndole la mirada, Bruno hizo una reverencia corta con la cabeza y siguió su camino hasta la puerta de doble hoja, la empujo y ahí estaba recargado en la pared de perfil.
- Horacio... - Dijo un poco mas bajo de lo que estaba acostumbrado a hablar, como si sintiera que el chico necesitaba aquel tono, como cuando te acercas a un niño y quieres reconfortarlo después de perder su globo.
- Bruno - El segundo salió de sus pensamientos al escuchar llegar al joven ahora frente a el, y una vez mas fue atrapado por los largos brazos de pelinegro haciéndole regresar los pies al suelo en un segundo, el chico se aferro a el.
- ¿Cómo estas?, ¿Cómo esta Ángela?... - Le dijo mantenido el abrazo.
- Todos dicen que ella va a estar bien... pero yo quiero verla, quiero que me diga ella con su propia voz que esta bien, eso es lo que quiero para yo poder estar bien... - Horacio soltó un suspiro largo, se había desahogado.
- Pronto entraras y la veras sentada con su gran sonrisa adornándole el rostro, ya lo veras. -
Unos pasos se detuvieron frente a los chicos, ellos decidieron el abrazo.
- Hola, hola... ¿Bruno, cierto?- Dijo el rubio alargando su mano al pelinegro misma que el recién nombrado estrecho.
- Mal momento para presentaciones, pero si, soy Bruno. - Los tres asintieron dejando de estrechar sus manos sonriendo.
☼
El ambiente había bajado un poco su intensidad desde la llegada de Bruno, Conway comenzó a hacerle preguntas al Barman como: ¿Cuál era su nombre completo?, ¿Dónde había nacido?, ¿A que se dedicaba?, ¿Algún vicio?, ¿Había visto algún movimiento raro en el casino? y por ultimo ¿Cuántos años tenia?, por alguna razón Horacio se sentía abochornado por las preguntas metralletas del superintendente que quería que la tierra se lo tragase mientras Gustabo disfrutaba a un lado del policía el interrogatorio exprés y bueno Bruno estaba respondiendo con mucha formalidad cada una de sus preguntas sin verse incomodo.
- Horacio, Gustabo - Escucharon la voz de Claudio salir de la habitación, en el acto ambos se olvidaron de Conway y se centraron en el medico que salía cerrando la puerta tras el.
- Pueden entrar a ver a Ángela, solo no la agobien mucho por favor. - Los chicos miraron a Conway y este les hizo un ademan para que entraran a la habitación.
Horacio giro la perilla con lentitud y entro seguido de su hermano, Ángela estaba en la camilla mirándoles entrar por la puerta blanca, tenia los ojos cristalizados por aguantarse las lagrimas, ahí estaba su hermosa y gran sonrisa, pero también estaba un golpe en la frente del lado derecho morado y abultado, su labio inferior tenia una cortada, su mejilla derecha estaba quemada por el asfalto y su brazo derecho inmóvil en un cabestrillo.
Horacio corrió hasta la cama y tomo su mano izquierda con delicadeza comenzando a soltar unas lagrimas en silencio, lagrimas de alivio por verla y también de rabia por no haberla podido rescatar de aquel atacante.
- Mi dulce Horacio... - La mujer alzo su mano y acaricio la mejilla del crestas.
Gustabo se quedo pegado a la puerta de salida y de pronto sintió como si el no encajara en aquella escena, pero la escucho hablar.
- Gustabo, ven aquí necesito verte bien...- El rubio dudo un poco, pero no pudo resistir y camino hasta llegar al lado derecho de la cama, Ángela movió los dedos que salían del cabestrillo como si quisiera atrapara la mano del chico pero este acorto el espacio cuando los envolvió, entonces los 3 se sonrieron, estaban bien y juntos de nuevo.
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Unos toquidos acallaron los chistes que Gustabo había comenzado a contar para que Ángela se despejara.
- Adelante. - Hablo la mujer desde su cama mientras los hermanos giraban su cuerpo para observar la puerta, se trataba de Conway, el hombre entro en la habitación y se paro a un lado de Gustabo palmeándole un par de veces el hombro.
- Ángela, ¿Cómo se encuentra? - Dijo el oficial desasiéndose de sus lentes de sol brindándole una pequeña sonrisa a la mujer.
- Ahora estoy mejor. - Contesto la castaña pasando su mirada por los hermanos para sonreírle al superintendente.
- Me da gusto verla bien, pero... sabe que tenemos que hacerle una serie de preguntas, se que Claudio dijo que no le agobiaramos... -
- No se preocupe Jack, trataré de contestarles todo lo que necesiten... -
- Pero Doctora..- Gustabo se metió a la platica.
- No hace falta que se preocupen, saben por de más que es protocolo, deben de encontrar al atacante.- Lo interrumpió la castaña.
- Hablando de otro tema, Horacio, Bruno me dijo que estaba por irse, al menos deberías de acompañarle a la salida. - Horacio asintió y de pronto un poco de pena lo hizo ruborizarse, Bruno había estado ahí para apoyarle y el lo había dejado con Conway en el pasillo preguntándole quizá otras tanda de cosas.
- ¿Bruno está aquí? - Pregunto Covarrubias.
- Si, vino después de que Horacio le conto lo que le ocurrió, esta afuera... Conway ya le hizo una entrevista, ¿verdad viejo? - Gustabo codeo al oficial quien carraspeo un poco.
- ¿Entrevista?. - Ángela alzo una ceja, no entendía.
- Tontearías, solo quise saber mas de su nuevo amigo. - Se excusó el superintendente.
Gustabo reía en silencio y Conway lo fulminaba con la mirada.
- Mamá regreso enseguida, Bruno me dijo que tomaría el turno de cierre y quizá debe de estar por irse para poder hacer sus cosas. - Ángela asintió.
- Entiendo cariño, tomate tu tiempo y salúdalo de mi parte por favor. - Horacio asintió y después de darle un beso en la frente con sumo cuidado salió por la puerta de la habitación.
Bruno estaba sentado mirando una revista del canasto pasando sus paginas con desinterés.
- Bruno. - El crestas llamo su atención.
- ¿Cómo esta? - Dijo dejando la revista a un lado poniéndose de pie.
- Bien, tiene algunos hematomas por el rostro y el brazo en un cabestrillo pero bien... - El joven dibujo una cálida sonrisa siendo imitada por el pelinegro.
- Que alegría, me encantaría pasar a verla pero me acaba de hablar mi jefe, el chico que me cubriría el turno de la tarde no le será posible ayudarme y tengo que irme estaba por dejarte un mensaje. - Bruno suspiro descontento.
- No te preocupes ella sabe que estas aquí, de echo te mando saludos. - El crestas lo animo.
- Cuando la den de alta iré a su casa a verla, pero ahora tengo que irme. -
- Si, no te preocupes, le agrado saber que estabas aquí, ella entenderá, pero vamos te acompaño. - Ambos comenzaron a caminar por el pasillo hasta la puerta de dos hojas para por fin salir del recinto.
- El Superintendente dijo que vendrían compañeros a hacerle algunas preguntas a la Doctora, pensé que el mismo las haría ya que estaba por aquí. - Dijo Bruno pasando otra vez por el mar de gente.
- Me imagino que no las hará por que no esta de servicio... o traerá a los compañeros que estuvieron con el en la llamada de auxilio. -Bruno asintió.
- Lo mas probable. - Bajaron juntos las escaleras.
- Quería pedirte disculpas por las preguntas que te hizo... me sentí muy incomodo. - Horacio se rascaba la nuca y Bruno soltó una pequeña risa.
- No te preocupes, el solo quiere saber con quien mas se relacionan sus agentes, pero no tengo nada que esconder. - Alzo los hombros quitándole importancia al asunto que avergonzaba al crestas.
- Gracias por venir. - Horacio paró su marcha en los últimos dos escalones, Bruno lo imito quedando uno mas arriba.
- No agradezcas, tenia que venir a verles y pensé que mi presencia te ayudaría, me quede preocupado en el Club después de escuchar tu llamada. - Bruno fue directo.
- Horacio, muchacho ¿Cómo estas?, ¿Cómo siguió la Doctora Covarrubias? - La voz de Torrente lo saco de sus pensamientos y volteo a verle, pero su sonrisa se apago un poco al ver a Volkov a un lado del oficial.
- Torrente... Bien, estamos bien, mamá despertó muy bien esta mañana. - Dijo el chico mirando exclusivamente al de bigote castaño.
- Me alegra muchacho, me alegra, el comisario Volkov y yo estaremos haciéndole las preguntas de rutina en unos momentos. - Dijo el oficial tocando la pluma que salía de su bolsillo de la camisa judicial.
- Ya veo... Bueno, espero que sean pacientes con ella, nosotros no quisimos preguntarle cosas aun, así que ténganle paciencia... -
- No tiene por que preocuparse Horacio. - La voz de Volkov fue suave haciendo que el de crestas se descolocara un poco, pero no fue capaz de voltear a verle.
- Okey Comisario... - Salió de su boca. - Si me disculpan... - Dijo mirando hacia Bruno. - Que tengan buen servicio. - Torrente le sonrió y junto con el ruso subió las escaleras.
- ¿Estas bien? - Bruno noto el cambio en el peliazul.
- Si... solo estoy algo cansado.- Dijo el chico bajando los del peldaños que le faltaban.
Acompaño al pelinegro en silencio hasta su motocicleta.
- Vamos Horacio, que no te conozco mucho pero siento que el ambiente cambio de repente...- Horacio negó, ahora lo único que importaba era Ángela, no quería hablar de Volkov al menos por hoy.
- Se te hará tarde Bruno, no quiero que tengas problemas. - El pelinegro asintió derrotado sacando el casco de la alforja.
- Perdón por inmiscuirme - Dijo el pelinegro montando la moto.
- No lo haces, solo que en este momento me quiero enfocar en Ángela, ¿me entiendes? - Bruno asintió y le regalo una sonrisa pequeña.
- ¿Nos vemos pronto? - Se despidió a modo de pregunta.
- Nos veremos pronto Bruno. - El pelinegro le guiño e hizo rugir su moto para comenzar a andar por la calle y perdérsele de vista al crestas.
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Hola! :3
Estaba a punto de dejarlo mas corto juju! pero no me atreví quería cerrar al menos el día del hospital, en el siguiente veremos a Ángela en casita llenada de mimos de Horacio y cuidados de Gustabo♥
Como en todos mis caps MUCHAS GRACIAS por seguir aquí apoyando con su voto, comentario etc etc ♥ me llenan de mucha buena vibra para seguir adelante con esta historia♥ Jamás me cansare de agradecerles su apoyo :'3
En fin! nos leemos pronto.
Un abrazo! cuídense mucho y tomen su awa de uwu ♥