CAPÍTULO 5

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Caminamos hasta llegar a unas bancas que se encontraban  en el centro de el jardín y nos sentamos ahí, mientras los niños jugaban entre los jardines.

–Decoraron muy lindo todo. – le dije.

–Lo sé, Simon se encargó de buscar quien decorara el lugar.

–Deberías dejar que se encargue de buscar decoradoras para las fiestas.

–Definitivamente.

–Los niños, se divierten más aquí afuera.

–Sí, aparte, están muy felices de que estés aquí.

–A mí también me alegra estar aquí con ustedes.

–Te ves hermosa hoy.

–Gracias. – dije con las mejillas encendidas.

–No tienes que agradecer cuando te dicen la verdad.

–Tú también te ves guapo. – Lo dije, no puede ser, me puse completamente roja y Adam se dio cuenta, estalló en carcajadas. – No es gracioso.

–Sí lo es.

–Que no.

–Bueno, no lo es y gracias por decirme guapo. – volvió a reírse haciendome reír a mí – Creo que esta noche somos los más envidiados. – dijo cuando paramos de reír.

–¿Por qué?

–Por la compañía que tenemos.

–Deja de hacer eso.

–¿Hacer que?

–Estar diciéndome cosas así.

–Solo te estoy diciendo la verdad, no solo lo pienso yo, allá adentro hay demasiados hombres que quieren tener tu compañía esta noche, pero yo tengo esa suerte, aunque hayan sido mis hijos los que hicieron posible que nos acompañaras.

–Tus hijos robaron tu encanto.

–¿Ah sí?

–Sí.

–¿Entonces no soy atractivo?

–Claro que sí…Dios… – comenzó a reírse – deja de hacerme decirte cumplidos.

–Yo no te digo que decir.

–Pero causas que lo diga.

–Bueno, sí tu dices que no soy atractivo, hay muchas mujeres que lo opinan.

–Sí, pero ninguna se acerca a ti cuando se enteran que tienes hijos.

–Pero tu sí lo hiciste.

–Error, me acerqué a tus hijos, soy su amiga.

–¿Y no eres mi amiga?

–Eres mi jefe.

–Pero eso no impide que seamos amigos ¿o sí?

–No, pero no quiero que digan que mi puesto lo tengo gracias a ti, comenzarán a hablar y decir cosas.

–Querida, todos te vieron conmigo hace un momento, créeme que las habladurías ya comenzaron.

–Tienes un buen punto.

–¿Entonces amigos?

–Amigos. – le dije y sonreí, él también sonrió, los niños llegaron hacía nosotros y se pararon frente a mí.

–Grace, Ethan y yo tenemos algo para ti. – tenían sus manitas atrás.

–¿Qué tienen para mí? – extendieron dos flores hacia mí, eran dos rosas color rosa, muy lindas. – ¡Son preciosas, gracias!

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