CAPÍTULO 23

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Adam se rió de lo que dije.

–No te rías.

–Lo siento, no quería reírme. – dijo tratando de no reírse.

–Eres malo. – dije dándole un golpe en el hombro.

–Lo siento ¿me perdonas?

–No.

–Ándale ¿si? – me dio un pico.

–Está bien. – sonreímos y me besó, cuando interrumpimos el beso recargué mi cabeza en su hombro, estuvimos así unos minutos, llegaron los niños corriendo, Ethan traía dos chocolates y Evan otros dos.

–Tomen. – dijo Evan entregándonos los chocolates.

–Gracias peques. – les dije.

–Gracias – les dijo Adam.

–No hay de que. – contestaron ambos, Ethan le dio un chocolate a Evan y se sentó a mi lado, Ethan se sentó sobre su papá y comenzamos a comer nuestro chocolate, cuando terminamos salimos al patio y jugamos todos juntos, incluido a coco, era tarde y ya había oscurecido, entonces entramos a casa y nos sentamos a cenar.

–¿Nos podemos quedar despiertos? – preguntó Ethan.

–No cariño, ustedes van mañana a la escuela. – les dije.

–Pero tú y papi si se quedarán – dijo Evan

–Nosotros no trabajamos mañana. – les contestó Adam.

–Nosotros no queremos ir a la escuela, queremos quedarnos con ustedes. – dijo Ethan.

–No peques, ustedes tienen que ir a estudiar, además es última semana, falta poco para vacaciones.

–Pero mami… – dijo Evan.

–Lo siento cariño, es día de escuela.

–Está bien. – dijeron suspirando.

Continuamos cenando, cuando terminamos, llevamos a los niños a su habitación, coco fue detrás de nosotros y se subió a su camita, les dimos un beso de buenas noches y salimos cerrando la puerta, estaba muy cansada, bostecé.

–Ya es tarde cariño, vamos a dormir. – dijo Adam abrazándome, yo asentí, fuimos a nuestra habitación, me quité la ropa y me puse mi pijama, Adam hizo lo mismo, entré al baño y cuando estuve lista me subí a la cama, unos minutos después Adam hizo lo mismo, me abrazó y acosté mi cabeza en su pecho.

–Buenas noches cariño.

–Buenas noches pequeña. – depositó un beso en mi frente y nos fuimos quedando dormidos.

Abrí los ojos, tenía incomodidad en el abdomen bajo, me moví un poco y…no puede ser, la cama se había convertido en la bandera de Japón, no, no, no, ¿por qué a mí? Adam seguía dormido, tenía que quitar las sábanas y lavarlas, como por obra del destino, Adam se despertó.

–Buenos días amor. – dijo.

–Buenos días. – traté de disimular, he de decir que nunca he sido buena disimulando.

–¿Qué pasa?

–Nada.

–¿Segura? – asentí repetidas veces, bajó la vista y vió mi gran accidente – Oh…ya…eso…mmm – me dio vergüenza y comencé a llorar.

–Mi amor, no llores, no te preocupes, está bien.

–Es que me da vergüenza.

–No tiene que darte, es algo normal, yo lo sé, los accidentes pasan.

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