CAPÍTULO 15

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–¿Qué pregunta pequeños? – me senté en la cama de Evan, Ethan se levantó de la suya y se sentó al lado de Evan.

–Es que, tú nos cuidas mucho y nos quieres, nos tratas bien, eres buena con nosotros, nos entiendes, nos salvas y nosotros te queremos mucho. – dijo Evan.

–Sí, todo este tiempo que has estado con nosotros ha sido el mejor, nosotros te queremos como a una mamá. – se me inundaron los ojos de lágrimas, todo lo que me dijeron me alegró.

–Hablamos con papi y él nos dijo que debíamos preguntarte a ti, por eso queremos preguntarte algo.

–Grace ¿quieres ser nuestra mamá? – dijeron ambos y me miraron con ternura en sus rostros, esperando mi respuesta, amo a estos niños, no puedo pedir más, haberlos encontrado es lo mejor que me pudo haber pasado, las lágrimas que habían inundado mis ojos comenzaron a correr por mis mejillas.

–No llores Grace, no queríamos ponerte así. – dijo Ethan.

–No cariño, estas lágrimas son de felicidad. – dije acariciándoles la mejilla.

–¿Entonces si quieres ser nuestra mamá? – preguntó Evan.

–¡Claro que sí! – les dije, ambos sonrieron y se lanzaron a abrazarme, los abracé.

–Te queremos mucho mami. – dijeron ambos dándome una enorme alegría, las lágrimas siguieron rodando por mis mejillas.

–Yo también los quiero. – no nos habíamos dado cuenta de que Adam estaba en la puerta viéndonos.

–Me siento excluido. – dijo Adam.

–Ven al abrazo cariño. – le dije.

Se acercó a nosotros y nos rodeó con sus brazos, me dio un beso en la nariz, sonreímos, los niños estaban riendo, después de unos minutos nos separamos, Adam limpió mis lágrimas.

–Ya es tarde, ahora sí a dormir. – les dije.

–Está bien.

–Está bien.

–Buenas noches enanos.

–Buenas noches peques.

–Buenas noches mami, buenas noches papi. – dijeron ambos.

Cada uno se acostó en sus camas, los cubrimos con sus cobijas y les dimos el beso de buenas noches, apagamos la luz y salimos de la habitación, salí primero y Adam cerró la puerta detrás de él, no podía borrar mi sonrisa, me hicieron la mujer más feliz del mundo, es increíble que con una palabra de cuatro letras, puedan dar tanta felicidad.

–Me encanta tu sonrisa. – dijo Adam.

–Es que soy la mujer más feliz del mundo.

–¿Ah sí?

–Sí, el hombre más guapo del mundo, hoy me pidió que fuera su novia y dos pequeños hermosos me dijeron mamá.

–Mereces toda esta felicidad y yo me voy a encargar de hacerte feliz a ti y a nuestros hijos. – dijo abrazándome por la cintura.

–Te amo Adam.

–Yo te amo más, aún no es tan tarde, podemos ver una película.

–Vamos.

Bajamos nuevamente a la sala y nos sentamos en el sillón para escoger la película que veríamos.

–¿Qué película quieres ver? – preguntó Adam.

–No lo sé, tú.

–Por mi no hay problema.

–Veamos una película romántica.

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