CAPÍTULO 30

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Eran las cuatro de la mañana, Adam estaba moviéndose mucho en la cama y me desperté.

–Cariño, ¿te sientes bien? – le pregunté.

–Estoy bien, no te preocupes. – puse mi mano en su frente y estaba hirviendo en temperatura.

–Estás hirviendo en temperatura Adam. – me levanté rápidamente.

–Estoy bien amor, no te preocupes.

–Como vas a estar bien si tienes temperatura.

Fui al baño y tomé paños y los humedecí, salí a la habitación y le quité la cobija a Adam, lo ayudé a quitarse la pijama dejándolo en ropa interior, le puse el paño en la frente y me senté a su lado, comencé a acariciar su mejilla.

–Amor, estoy bien, no te preocupes.

–No estás bien, tienes temperatura, voy a la cocina por agua para que tomes una pastilla.

–Está bien.

Bajé a la cocina y serví un vaso de agua, fui al baño y tomé una pastilla para Adam, me acerqué a la cama y lo ayudé a sentarse.

–Tómate esta pastilla, te sentirás mejor.

–Gracias.

–No hay de que.

Se tomó la pastilla y se acostó nuevamente, me quedé a su lado sentada, giré el paño por el lado más húmedo y lo acomodé en su frente.

–Estoy bien amor, con la pastilla me pondré bien, descansa.

–No me pidas que descanse Adam, porque no lo voy a hacer.

–Amor…

–No sigas, mejor descansa, así se te pasa más rápido.

Adam se quedó dormido unos minutos más tarde, la temperatura se le quitó una hora después pero me quedé despierta hasta las nueve, estaba preocupada por Adam y no pude dormir, Adam se movió y abrió los ojos, cuando me vio sonrió.

–¡Buenos días amor! – dijo.

–¡Buenos días! ¿cómo te sientes?

–Estoy bien, gracias, solo tengo la nariz congestionada pero estoy bien, te ves cansada.

–Estoy bien, no te preocupes. – toqué su frente y ya no tenía temperatura. – voy a preparar el desayuno.

–Voy contigo.

–No señor, usted se queda aquí descansando.

–Pero…

–Pero nada, cariño, anoche estabas mal así que mejor descansa.

–Está bien.

–Ya vuelvo. – deposité un beso en su frente y salí de la habitación, me encontré con los peques que salieron corriendo de su habitación.

–¡Buenos días mami! – dijeron ambos.

–¡Buenos días peques! – les dije.

–¿Y papi? – preguntó Ethan.

–Papi está en la habitación, está un poquito enfermo.

–¿De qué está enfermo? – preguntó Evan.

–Es un pequeño resfriado pero ya está mejor.

–¿Podemos verlo? – preguntó Ethan.

–Claro que sí, vayan pero tengan cuidado.

–Sí mami. – dijeron ambos y fueron a la habitación.

Fui a la cocina y comencé a preparar el desayuno, cuando estuvo listo llamé a los niños, quienes bajaron corriendo, les serví y los dejé desayunando mientras llevaba el desayuno de Adam, entré a la habitación y le entregué su desayuno.

–Gracias.

–Por nada, comienza a desayunar.

–¿Y tú?

–Ahorita desayunaré.

–Amor tienes que desayunar.

–Lo sé y lo haré pero aún no tengo hambre.

–Amor.

–No te preocupes, desayuna.

–Tú también debes desayunar.

–Lo haré cuando termines.

–Pero…

–Adam, el desayuno se enfriará, ya vuelvo, voy a ver a los niños.

–Está bien.

Fui con los niños, me preparé un café y me senté unos minutos con ellos mientras me tomaba el café, después volví con Adam, le revisé la temperatura, no tenía.

–¿Cómo te sientes cariño? – le pregunté acariciando su cabello.

–Solo me duele el puente de la nariz pero es normal por la congestión.

–Pobre de mi Adam.

–Estoy bien.

–Anoche no parecía.

–Anoche era diferente.

–Bueno señor, para usted no habrá piscina durante un largo tiempo.

–Tenía mucho tiempo sin enfermarme.

–Pues ya te enfermaste, pero yo te cuidaré y los peques también.

–Lo sé, los amo.

–Nosotros también lo amamos señor Hoult, voy a ver si los niños necesitan algo.

–Ok.

Le di un beso y bajé a ver a los niños, no estaban en el comedor así que fui a la cocina y ahí estaban los dos terminando de lavar los trastes, Ethan les ponía jabón y Evan los enjuagaba y dejaba en el trastero, sonreí al verlos, son tan pequeños y se llevan tan bien, me gustaría que así fuera siempre.

–¿Qué hacen pequeños? – les pregunté, se giraron hacía mí y cerraron la llave para acercarse, tomé una toalla que estaba en la barra para secarles las manitas.

–Ethan y yo queríamos ayudarte.

–Sí porque estás cansada y no queremos que te canses más.

Me dieron tanta ternura, me acerqué a ellos y los abracé, los llené de besos y ellos se reían, amo a mis bebés, ellos y Adam son lo mejor que pudieron pasarme.

–Gracias, los amo peques.

–Nosotros también te amamos mami. – dijeron ambos.

–Séquense sus manitas y vayan a jugar con coco. – les dije y les di la toalla, ellos se secaron las manos y salieron corriendo de la cocina, tomé un vaso de agua para que Adam tomara otra pastilla y subí a la habitación, Adam no estaba en la cama, escuché el ruido de la regadera, entré al baño y ahí estaba.

–Adam ¿qué haces?

–Duchándome amor.

–Tenías que esperar un poco más.

–Estoy bien, además me sentía enfermo en la cama.

–Está bien.

Me acerqué al lavamanos y me lavé el rostro, después los dientes, Adam salió de la ducha y se vistió, se acercó a mí y acarició mi mejilla.

–Los niños me ayudaron a lavar los trastes. – le dije.

–¿En serio?

–Sí, porque no querían que me cansara más.

–Esos enanos son los mejores.

–Lo sé, se parecen a su papá. – lo abracé y correspondió a mi abrazo.

–Vamos a que descanses.

–Estoy bien, descansa tú.

–Yo estoy bien, vamos a la sala.

–Primero te pones un suéter o no sales.

–Como usted ordene.

Fue al armario y se puso un suéter, después salió de la habitación, tomé mi ropa interior, un short y una camisa para ducharme, me di una ducha rápida y bajé con Adam y los niños, estaban en la sala viendo la televisión, comencé a hacer la limpieza de las habitaciones y después comencé en la planta baja.

–Amor, yo te ayudo. – dijo Adam.

–No gracias, tú descansa y ustedes dos – mire a los niños – no lo dejen que se levante.

–Wuju, jugaremos a los vigilantes. – dijo Ethan emocionado.

–¡Genial! – exclamó Evan.

Continué haciendo la limpieza, cuando termine era hora del almuerzo, preparé nuestro almuerzo y todos juntos almorzamos, cuando terminamos lavé los trastes, Adam y los niños estaban en la sala, estaba cansada, terminé los trastes y fui a la sala, me acerqué a Adam y revisé su temperatura pero no tenía.

–¿Cómo te sientes cariño? – pregunté.

–Estoy bien, no te preocupes.

Me quité los zapatos y me acosté en el sillón, puse mi cabeza sobre el regazo de Adam, él comenzó a acariciar mi cabello, los ojos comenzaron a pesarme y me quedé dormida. Abrí los ojos, me habían cubierto con una manta y estaba en la cama de la habitación, me arreglé un poco para bajar y en la sala estaban los pequeños con Adam, me acerqué y les besé la frente a los tres.

–¿Dormiste bien amor? – preguntó Adam.

–Sí, gracias, ya es tarde, voy a preparar la comida. – me iba a levantar.

–Alto ahí. – dijo Adam – mejor encarguemos algo.

–Yo puedo cocinar.

–Sí, pero estás cansada y ya hiciste mucho por hoy.

–Está bien.

–¿Podemos comer hamburguesas? – preguntó Evan.

–¡Sí, hamburguesas! – exclamo Ethan.

–Por mí está bien. – dije.

–Entonces hamburguesas serán. – dijo Adam.

Encargamos las hamburguesas y media hora después las entregaron, comenzamos a comer todos juntos mientras veíamos una película.

–¿Cómo te sientes cariño? – le pregunté a Adam.

–Estoy bien, gracias, no te preocupes.

–Está bien ¿necesitas algo?

–Amor, estoy bien, ya quédate quieta.

–Pero es que…

–No te preocupes, estoy bien. – deposité un beso en su frente y lo abracé, él correspondió a mi abrazo, después los niños se acercaron y los incluimos al abrazo.

–Mi hermosa familia, los amo. – les dije.

–Yo también. – dijo Ethan.

–Yo también. – dijo Evan.

–Y yo los amo mucho más. – dijo Adam.

–No, yo más. – dijo Ethan.

–No es cierto, yo mucho más.

–Basta de pelear, yo los amo mucho más, de aquí hasta el cielo y de regreso. – les dije.

–Yo lo doble que mami. – dijo Adam.

–No. – dijeron los pequeños.

Y así pasamos toda la tarde hasta que oscureció y tuvimos que ir a descansar.

Que ternura la de los pequeños, ayudar a su mami para que no se cansara más.

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