CAPÍTULO 38

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–¿Y por qué tiene que ser mujer?

–No lo sé, me dan más confianza.

–Sí celoso.

–Yo no soy celoso, cuido lo que es mío. – me abrazó, me reí y me besó – Tenemos que festejar que seremos papás. – mordió mi labio inferior.

–Más tarde será.

–Voy a ser rápido.

Continuamos besándonos, iba a decirle que no, cuando sentí su mano dentro de mis pantalones, presionó mi entrepierna robándome un gemido, me subió a su cadera y entramos al baño, me sentó en el lavamanos, quitó mi pantalón junto a mis bragas y los dejó caer al suelo, abrió mis piernas y su lengua atacó mi entrepierna, dejó unos besos suaves en ella, comenzó a subir y besó mi vientre varias veces, quitó mi camisa, dejándome en sostén, besé a Adam y mordí su cuello haciéndolo gruñir, se deshizo de mi sostén, tomó uno de mis pezones con sus dientes y comenzó a jugar con él, mientras su mano masajeaba el otro, mordisqué sus labios, le quité el cinto y bajé su bragueta dejando salir a su miembro ya erecto, Adam introdujo sus dedos a mi entrepierna y comenzó a moverlos circularmente.

–Ah…Adam…por…favor…te…necesito…

Bajó su ropa interior, me tomó de la cintura y se posicionó en mi entrada, me penetró y comenzó a moverse cada vez más rápido, clavé mis uñas en su espalda, alcanzamos el orgasmo y Adam se corrió dentro de mí, salió de mi interior y recargué mi cabeza en su pecho, se acomodó la ropa, me cargó en brazos y me llevó a la cama, me depositó suavemente y se acostó a mi lado, besó mi vientre, posó su mano sobre el y comenzó a acariciarlo.

–¿Estás bien? – preguntó.

–Sí cariño, no te preocupes. – Me besó suavemente y bajó a mis senos. – Adam, detente ahí – se quejó, se acercó a mi vientre y depositó un beso en él.

–Hola pequeño o pequeña, soy tu papi, quiero que sepas que te queremos mucho y te vamos a esperar con muchas ansias, tus hermanos se van a alegrar mucho de saber que tendrán un hermano, te amamos pequeño – comencé a llorar – no pongas sensible a mami, mira como la tienes, bueno, una última cosa, es más bien una aclaración, las tetas de mami son mías.

–¡Adam! – le di un golpe suave en la cabeza.

–Es cierto, son mías, que las vaya a necesitar para alimentarse no significa que sean de su pertenencia, son mías, yo las tuve primero, así que por derecho de antigüedad son mías. – me reí.

–Pobre bebé, tiene que escuchar las vulgaridades de su papá.

–Solo le estoy aclarando que no puede usarlas todo el día porque son propiedad de papá.

–Ya no digas más.

–Solo le estoy aclarando.

–Sí, ya deja al bebé en paz, son tuyas.

–Me parece bien. – se rió y depositó un beso en mis labios.

–Adam…

–¿Qué pasa mi amor?

–Tenemos hambre.

–Cierto, no has comido nada. – se levantó rápidamente.

–Solo poquito.

–Pero lo vomitaste, tienes que comer bien ¿qué quieres comer? ¿se te antoja algo en especial?

–Lo que sea está bien, solo que no tenga tocino.

–Muy bien, no tocino.

–Ahora bajo, solo me visto.

–Quédate aquí, debes descansar.

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