Cameron
12 de agosto de 2021
Ha pasado un mes desde que recibí la dolorosa noticia que decía que el amor de mi vida había muerto.
Cada día que pasa es peor que el otro, el nudo que siento en la garganta y en el estómago me han impedido incluso comer. Cada noche de este desgarrador mes ruego a quien sea que me escuche que esto sea una broma, lloro y suplico pidiendo que Cam vuelva para poder cumplir a su lado todos los sueños que teníamos pero por más que me desarmo llorando en la oscuridad de la noche para que Leah no lo note, nada pasa y nada cambia.
A veces me miro al espejo y no me reconozco, no soy capaz de ni siquiera hacer el intento de sonreír, ese brillo que mis ojos habían adquirido ya no está por ningún lado pero todo eso trato de camuflarlo por Leah. Por lo mismo es por las noches cuando ella duerme que yo me quedo en el sofá llorando mientras recuerdo todas las cosas y veo las fotos que alcancé a sacarme en diferentes ocasiones con mi amor, y hacer eso se ha convertido casi en una rutina porque necesito sentirme cerca de ella de alguna forma, necesito ver aunque sea en una foto la sonrisa que iluminaba mis días, con la que soñaba despertar cada día.
-Hijo ¿Quieres hablar?- Mi mamá había estado prácticamente todos los días aquí en mi casa, solo se iba a dormir a la de ella y después volvía al otro día.
-No- respondo simplemente y no es que no quiera hablar o estar con ella, solo que no tenía nada que decir por eso prefería mantenerme callado y estar con mis pensamientos.
-Tal vez te hace bien hablar cariño, este último mes casi ni has hablado, te cuesta comer y estoy preocupada- su mano reposa en mi cabello.
-No tengo nada que decir mamá- o tal vez si pero no a ella ni a mis amigos, las palabras se quedaron guardadas para mi persona especial.
-¿Quieres que me lleve a Leah?
-No, claro que no, este es su hogar- aclaro porque verla a ella era lo que me hacía tener ganas para despertar al otro día.
-Está bien- junta sus manos al parecer algo incómoda, mi madre era del tipo de personas que necesitaban llenar el silencio con algo, al contrario de mí en estos momentos.
No trato de llenarlo porque no quiero hacerlo, sin embargo como siempre algo tiene que interrumpir mi tranquilidad, el timbre del departamento suena varias veces seguidas lo que me irrita más de lo normal.
-¡Quién mierda toca de esa manera joder!- grito y estoy seguro que quien está detrás de ella escuchó. Abro y cuando lo hago desearía no haberlo hecho porque las personas que se encuentran al otro lado son unos seres que a mi parecer son despreciables, al menos uno de ellos y no tengo la más mínima intención de ponerme a conversar con ellos, por lo mismo no sé qué mierda hacen aquí.
-Hola- ella saluda tímidamente pero no me genera nada
-¿Qué hacen en mi casa?- digo de forma dura para que entiendan que no son ni serán nunca bien recibidos aquí.
-Nosotros queríamos hablar contigo si es que es posible- todo el rato habla ella y eso me enfurece aún más.
-No es posible así que váyanse de mi casa, gracias- estoy a punto de cerrar la puerta pero mi madre llega detrás de mí.
-Hola Stella y Esteban- saluda a los padres de Camila
-Hola Mara- saludan y la situación no puede ser más incómoda
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Enséñame a soltarte
RomanceUna amistad Un cambio inminente Una separación inevitable ¿Qué pasa cuando tu amiga de infancia y vecina se va del lugar en el que vive de un día para otro, sin decirte absolutamente nada? Eso fue lo que ocurrió con Camila y Cameron cuando tenían...