Capítulo 24: Camila

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Camila



Por más que lo pienso aun no entiendo en qué momento nos pusimos a discutir y me abofeteo mentalmente porque estuve a un paso de confesarle todo a Cameron, porque a veces me gustaría desahogarme ya que la culpa es mucha. Pero aún no es tiempo de contarle esto, o quizás nunca lo sea.

Necesito hablar con alguien y digamos que no son muchas las personas que tengo para contarles como me siento, Log se fue a trabajar a la discoteca así que el celular será su última preocupación, Lau se fue donde su tía y en la parte donde vive no llega la señal así que tampoco puedo llamarla, mis padres... recién tomo conciencia de que no he llamado a mi madre y no le dicho nada sobre su propuesta, y la a otra persona era Cam pero ya no es una opción viable, no me gusta discutir con el, así que es mejor darnos un espacio. 

Me acuesto en la cama en posición fetal y me tapo hasta la cabeza con una manta, también tomo una almohada y la abrazo como si fuera una persona ¿A qué punto he llegado que abrazo y lloró sobre una almohada? Siempre me sucede lo mismo, los cuestionamientos abundan y trato de entender en qué momento se desencadenaron estos malestares.

Aprieto fuertemente la almohada y en un momento apoyo mi boca ahí para ahogar mis sollozos y pequeños gritos que tengo atascados en la garganta. Lloro por mí y por la persona en la que me he convertido, lloro por no ser capaz de dar un paso hacia adelante para poder estar o intentar algo con Cameron, y también lloro porque sé que soy una cobarde, y nadie puede cambiar eso.

Siento que me falta el aire al tener la cara sobre la almohada ejerciendo presión en esta, me quedo en blanco y pienso que debo hacer, ¿Podría acabar con...? Me voy sintiendo cada vez más débil y la sensación de ahogo no hace más que crecer.

Quizás yo también merezco morir, mi cabeza me juega una mala pasada y comienzo a sentirme ansiosa, empiezo a pensar que después de todo puede que mi padre tenga razón, tal vez si fue mi culpa que ella haya muerto.

No puedo cargar con este peso eternamente, la incertidumbre es mucha y el saber que jamás obtendré una respuesta certera es frustrante.

Saco la almohada de mi cara y me llevo las manos al pecho, respiro desesperada haciendo que llegue oxígeno a mis pulmones.

Mis manos suben inconscientes a mi cabello tirándolo de una forma brutal, como si estuviese haciéndoselo a otra persona, pero no, soy yo.

Soy yo la que se está auto infligiendo este daño porque necesito de alguna forma vaciar mi pecho y desahogarme de esta culpa que cargo hace años, de este dolor que estoy sintiendo por la guerra que está batallando mi corazón y cabeza.

Trato de tranquilizarme para no pasar a hacer algo más grave, no quiero descontrolarme y tampoco quiero que Cameron me vea así porque se que se sentirá culpable, y no quiero verlo así.

Soy fuerte, soy fuerte, soy fuerte

No fue mi culpa, no fue mi culpa

Da igual cuántas veces me repita esas palabras porque en el fondo, mi cabeza me sigue diciendo otra cosa.

Que yo si tuve la culpa, y que soy la persona más débil que puede haber.


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A veces me pregunto cuando una persona deja de sentir dolor <nunca> me susurra mi subconsciente. Me deprimo más de lo que estoy y no sé si seré capaz de levantarme. Ya no queda nada dentro, el dolor hace que me rompa por completo y a mí alrededor caigan los cristales rotos, vivo entre ellos, me pincho con ellos hasta sangrar. Lástima que no todos están dispuestos a bailar sobre cristales, aunque deberíamos, porque aprendemos a entender que la vida es tan impredecible y que cada uno de nosotros vive día a día con grandes grietas, esas permanentes que por más que trates de borrarlas no se irán nunca, quedan ahí para siempre recordándote ese preciso instante en el que una pequeña parte de la vida se derrumbó, mientras tú te resquebrajas cada vez que la ves, lloras de dolor cada vez que la tocas. Las heridas nunca terminan de sanar por completo... ¿y qué hago si no estoy dispuesta a vivir con ellas? El dolor es tan grande, es inmenso que a veces quisiera acabar con todo, encontrarme contigo y saber que todo va estar bien en la eternidad, por la eternidad.


Pero no puedo hacerlo, y no porque no me atreva.

Sino porque es el dolor que provocaría en los demás.

El mismo que siento yo ahora mismo.

Y eso me hace aún más valiente

Porque ya no vivo por mí.

Vivo para el resto.

Enséñame a soltarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora