favorite crime [Remus Lupin]

dixt - sept

Rosaline.

—¿Sigues mirando por la ventana pequeña?—Pregunto Minnie detrás de mi.

—Es la última vez que veré el Londres mágico, no tengo idea cuando estaré lista para volver. Pero descuide, Harry volverá para estudiar en Hogwarts, es una promesa—Respondí tratando de sonreír.

—Querida no tienes que irte si no quieres, siempre serás bienvenida en mi hogar—Dijo Minnie tratando de abrazarme.

—Y lo agradezco de sobremanera, desde que fallecieron mis padres que no...no sentía este cariño familiar...Pero no quiero seguir aquí, pensando que él volverá—Dije abrazando a Minnie.

—Remus es un muchacho muy inteligente y no logro entender porque no quiere recibir o responder a tus cartas. Pero supongo que todos somos un poco tontos en el amor—Dijo Minnie.

—¿Hice algo mal?—Pregunte llorando.

—No querida, claro que no. Tú no hiciste nada malo...estoy segura de que en algún momento responderá o, o incluso quizás se aparezca hoy en el aeropuerto—Respondió Minnie.

—Eso solo pasa en las películas muggle—Dije decepcionada.

Me quede otro tiempo mirando a la ventana, mientras que la profesora McGonagall salió.

A las 01:00 de la tarde parte mi vuelo.

Narrador Omnisciente.

La profesora McGonagall corrió en sus cuatro patas, era una gata muy hábil cuando se transformaba en Animaga.

Corrió hasta la casa de su ex alumno de Gryffindor, Remus John Lupin.

Él estaba sentado con una botella de ron, en una esquina de su habitación, con todas las cartas de Rosaline abiertas.

—Remus—Dijo la profesora McGonagall transformándose.

—¡Carajo!...no he bebido tanto aún—Dijo Remus pensando que ya estaba borracho.

—No estas borracho Remus John Lupin, no puedo creer que mi alumno ejemplar se esté comportando de esa manera. ¡Dejando a una pobre chica con el corazón roto! No lo toleraré aunque no seas mi alumno—Exclamo la profesora McGonagall muy molesta.

Remus se levantó en un segundo, dándose cuenta de que no era una ilusión, no estaba borracho. Era una imagen real.

—Profesora McGonagall—Dijo Remus sorprendido.

—¡He venido a dejar cada carta que Rosaline ha dejado para ti y tu la has ignorado por completo! La has dejado sola con un bebé pequeño que con suerte sabe decir mamá, no puedo creerlo Remus, de todos menos de ti—Dijo la profesora McGonagall.

En estos días, había desarrollado un cariño maternal sobre la francesa, la cual había llenado su hogar de amor y cariño. Le dolía en el corazón dejarla ir pero sabía que volvería. Y la quería tanto que no quería verla sufrir más.

—No es fácil—Dijo Remus.

—¡Claro que no es fácil! Si todo fuera sencillo créeme que todo sería diferente, ¡muy diferente! Pero Rosaline te quiere con todo su corazón y tu solo la haces sufrir. Murió su primo con Lily, se quedó sola con Harry, murió Peter y todo este asunto con Sirius, ¡tu deberías estar ahí y apoyarla en vez de ocultarte aquí a beber!—Exclamo la profesora McGonagall.

Remus se encogió avergonzado por su actitud. El no quería dejarla, se lo había prometido, pero no podía ir, no podía mirarla.

Todo lo qué pasó con Sirius, James y Lily murieron, Harry quedó huérfano, Peter murió.