2. La lista

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Isabel Caballero

— ¡Voy a reprobar!

— Llevamos una semana en la escuela, — respondió Grace a mi grito de ayuda desde el otro lado del sendero mientras caminaba hacia nosotros. — ¿Qué mierda te pasó?

Me gustaba mi escuela, me gustaba porque me podía dormir sobre el pasto mientras las demás personas sufrían corriendo en la pista de atletismo, y me gustaba gritarles a mis amigos desde el otro lado del patio.

— Castillo es un imbécil. — contesté rodando sobre mi espalda, Grace me miró desde arriba con cara de querer patearme. — Hablo en serio, nos habla como si ya supiéramos todo eso de álgebra lineal.

— Es porque ya lo debes de saber. — se quejó Emiliano, Grace ahora lo miro a él.

— ¿Y tú por qué no le ayudas?

— Ah no, ella no es mi hija, es tuya. — contestó poniéndose a la defensiva mientras también rodaba en su espalda para estar a mi lado. — Además ¿cómo quieres que le explique? Apenas y yo sé lo que sucede en esa clase.

Grace soltó un gruñido y se dejó caer en el pasto a nuestro lado, se inclinó sobre su espalda y antes de tocar el piso puso los codos. Así como todos Grace iba en otro grupo, solo Emi y yo compartimos salón además Benji era un año mayor, año que había perdido por irse a estudiar saxofón a otro estado, pero en general sabíamos lo mismo o algo así.

— Está bien, te ayudaré, pero deja por lo menos que pase un mes. Tal vez lo entiendas.

— Trato. — Cerré los ojos por el sol y dejé que la música que salía de la bocina del celular de Emi se metiera a mi sistema.

Repase mentalmente lo que tenía que hacer esa tarde. Si convencía a Emiliano de pasarme la tarea de estadística tendría tiempo suficiente para salir a patinar un poco con Grace así que no tarde en preguntarle mientras el pensamiento seguía fresco en mi cerebro, ella miró su celular antes de contestar.

— Está bien, solo porque es la primera semana.

— Como diga, futura astronauta.

Les contaré algo, la universidad nos estaba volviendo locos a los cinco, aunque Sebastián lo negara, pero era el último semestre antes de caer a la vida real de adultos y estamos realmente asustados. Grace y mi hermano tenían el examen de admisión en unos meses, el plan de Emiliano para estudiar música todavía no daba frutos, Sebastián ya tenía el pase a su universidad gracias a su padre y yo me abrumaba tan solo pensar que tenía que estudiar toda mi vida.

— Dame dinero para una dona. — la silueta de Sebastián tapó el sol y al abrir los ojos su mano se encontraba frente a mi cara.

— Perdón ¿quién eres?

— Por favor, te lo regreso mañana.

Con molestia me levanté para sacar el dinero de mi mochila que estaba en la cabeza de su primo, la quite sin avisar generando que su cabeza cayera en el pasto y comenzara a maldecir en voz baja, pero sin abrir los ojos. Pero no llevaba el dinero en la mochila, lo había dejado en mi casillero así que me levanté, sacudí con mi mano el pasto en mi trasero y caminé junto al moreno de lentes hacia los casilleros.

— Ew, ¿qué es eso que apesta? — pregunté tan solo llegar a la pared llena de casilleros grises.

— Oh, Emi dejó un sándwich desde antes de salir de vacaciones y se pudrió.

Lo mire con cara de asco, mientras caminaba hacia el mío, bueno no mío mío porque técnicamente era de Grace, pero ella era la que menos lo usaba así que lo compartimos. Era mucho compartir ese pequeño cubículo con más de una persona, pero aun así había personas que lo lograban y no morían en el intento. Mi hermano era el único de nosotros que tenía uno para el solo.

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora