11. ¿En la escuela publica te enseñan a robar?

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Isabel Caballero

— Entonces, — el sonido de las mochilas moviéndose era más alto que la voz del profesor. — ey, no he terminado. Ay ya lárguense, órale, a chingar a su madre.

El profesor Mendoza se restregaba los ojos debajo de sus anteojos circulares después de dos horas de clases sobre alguna cosa de biología, no sé, no puse demasiada atención. Deje que el salón comenzará a vaciarse y escuche a Emiliano decir que tenía que ir al baño, pero yo me quedé allí, saqué mi libreta de mi mochila y la mostré complaciente mientras el pobre hombre parecía estar durmiendo.

— ¿Qué?

— Saqué ocho en mi tarea.

— ¿Eso es mío?

— Usted ni siquiera deja tarea. — él me dejaba hacer berrinche como si fuera una niña pequeña. — Es mi tarea de estadística ¿recuerda? — me aclaré la garganta y comencé a hablar con una voz gruesa. — Oh Isa, debes mejorar tus notas o terminarás estudiando comunicación.

— ¿Quién chingados estudia comunicación?

— Su esposa enseña comunicación.

— ¿Quién chingados estudia comunicación? — volvió a preguntar ignorando mi comentario, me fue empujando a la salida con todo y mis cosas. — ¿Quién eres?

— Agh, no le vuelvo a hacer caso.

— Está muy bien Isa. — su semblante cambió, como si en verdad se hubiera dado cuenta quien le estaba hablando. — Pero eso no es un diez, y con tus otras calificaciones tal vez no pases.

— No presione, estoy tomando asesorías, en serio, pero es difícil.

Mendoza sonrió, por un segundo corto, pero lo hizo. A veces me preguntaba si en verdad nos apreciaba o solo nos soportaba porque éramos sus alumnos, pero tal vez nunca tenga respuesta a eso. Así que después de eso termine corriendo para poder llegar a mi siguiente clase hasta la otra punta de la escuela. Llegue con la respiración agitada y descanse las manos en mis piernas cuando toque la puerta, la gente apenas se estaba sentando y con una mirada desaprobatoria entre al salón sentándome junto a Emiliano que comía algo a escondidas con la mochila frente a él. El profesor se sentó en su escritorio sin ponernos atención mientras tecleaba cosas en su computadora, normalmente no hacíamos cosas importantes y él lo sabía así que nos dejaba existir solo sin hacer mucho ruido.

Número desconocido.

¿Isabel?

Isa

¿Dios?

Número desconocido

Soy Elías, el hermano de Sarah

Isa

Ahhhh Elijah ¿cómo has estado?

Cuando éramos pequeñas a Sarah y a mí se nos había ocurrido la genial idea de llamarlo Elijah porque por alguna razón se sabía la biblia y hablaba tanto de ella como si en verdad fuera una abuelita católica que iba cada domingo a misa. No era un niño normal. Mientras crecíamos ese amor por Dios se desvaneció, pero los chistes sobre su nombre se quedaron grabados en mi memoria. La pregunta de este momento era cómo había conseguido mi celular y por qué quería hablar conmigo.

Número desconocido

¿Sigues estudiando en la pública?

Isa

A menos que mis padres se hayan ganado la lotería la respuesta es sí.

Elijah

¿Podemos vernos cuando salgas?

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora