4. Me arruinaste mucho la vida.

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Isabela Caballero

— ¿Me vas a pedir perdón por dejarme sola? — fue lo primero que escuché decir a Grace al tomar mi llamada.

— ¿Qué? No. — no me gustaban las llamadas por teléfono, pero era la única manera en que Grace me hiciera completo y absoluto caso. — Espera yo no te deje sola, tú lo hiciste.

— Mentirosa, pero bueno ¿qué es tan importante?

Me dejé caer en la silla de ruedas frente a mi escritorio mientras trataba de alcanzar la mochila llena de libros de texto y comencé a platicarle toda la aventura con Sarah en el parque recalcando en cualquier momento de la plática que yo no la había abandonado sino viceversa. Cuando termine hubo un pequeño silencio de ambas partes en donde yo solo mordía la tapa de mi lapicero como un tic nervioso, por fin mi mejor amiga comenzó a hablar:

— Wow, eso fue... ¿extraño?

— Demasiado, está loca te lo juro.

— No creo que esté loca.

Puse el altavoz en el celular para poder hacer más cosas mientras hablaba porque mi mente necesitaba hacer más de una para concentrarse. Grace parecía estar haciendo lo mismo pues se escuchaba las hojas ser pasadas cerca de la bocina.

— Suerte que es bonita porque en verdad fue tan extraño todo. — no dejé que contestara simplemente porque ya había comenzado a hablar de nuevo. — ¿quién en su sano juicio hace eso?

— ¿Dijiste que era bonita? Isa. — alargó la última letra de mi nombre y pude imaginarla sonriéndome como siempre me sonreía cuando algo pasaba. — ¿Te gusta Sarah?

— ¿De dónde sacas eso? — solo era linda — Mira no estoy ciega, es guapa pero nunca me podría gustar alguien como ella.

— ¿Con cabello largo?

— Hetero, Graciela.

— No es hetero. — hablo de forma rápida mi mejor amiga.

— ¿Qué?

— El verano pasado varias de las chicas salieron a decir que eran bisexuales, ¿no lo sabias?

— No me interesaba.

La verdad es que nunca lo había escuchado, me refiero a que, si sabía porque se hizo un escándalo por lo menos en las personas de nuestra edad y las madres, persinandose cada que pasaban por una capilla y rezando por las chicas como si de eso se tratara. Pero al final de cuentas era ese el tipo de gente que asistía a la escuela de Sarah, aunque nunca me imaginé que ella fuera una de las chicas.

— Cambiando de tema...

— ¡No! — grito. — no quiero cambiar de tema, quiero que confieses que te gusta Sarah.

Solté un suspiro antes de contestar, no podía creer que ella creyera que me gustaba Sarah. ¿En qué momento de toda la plática le había insinuado que algo romántico había pasado? Exacto, en ninguno.

— Graciela, sabes lo que sufrí porque lo sufriste conmigo así que no, nunca podría sentir algo por ella o por cualquier imbécil con el que haya cursado la secundaria.

Grace se dio por vencida, incluso me pidió una disculpa para pasar a hablar sobre algo que le había pasado con Sebastián en la escuela.

La cosa con Sarah es esta, éramos mejores amigas hasta que ya no. Ya había superado esa etapa de mi vida con un psicólogo hace mucho y ni siquiera le tenía rencor a nadie o nada. Pero francamente no es algo que me guste recordar.

De pronto lo que había dicho Sarah resonó en mi cabeza "Yo venía a pedirte disculpas, pero veo que no las mereces." pero tenía la misma respuesta confundida que le di ¿disculpas de qué? ¿De todo lo que me había hecho? Lo dudaba o es que acaso me había hecho algo más en estos últimos años y no me había dado cuenta. Nah, y si lo hubiera hecho allá ella, yo era feliz y no me iba a mortificar por alguna cosa que Sarah Rodríguez trajera a mi vida.

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora