43. Te debo la vida, pero el amor no

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Sarah Rodriguez

— ¿Isabel Caballero no me esperaba eso?

Me tarde un poco en procesar sus palabras,  si me estaba hablando a mi o si solo estaba hablando al aire como muchas veces hacía pero Samuel me estaba mirando a los ojos mientras nos saludabamos amistosamente para una foto, una foto en donde saldría en traje de baño frente no solo a mi ciudad, ante al país. Mi cabeza daba demasiadas vueltas como para pensar en Samuel pero al mismo tiempo una parte de ella tenía toda la atención en él.

— Me refiero a que ya son las mejores amigas que siempre han sido, eso es genial. — Era sarcasmo, Isabel me había instruido demasiado en ese tema. — déjate llevar por ese tipo de personas Sarah, veras como te hunden.

Emiliano abrazaba a Isabel por la cintura como si fueran pareja pero ella le estaba dando codazos en el abdomen mientras reía sobre alguno de sus tontos chistes que siempre contaba. Su hermano hablaba con personas que no conocía y no quería hacerlo y Grace me prestaba una atención extraña. Samuel odiaba a ese tipo de personas, y yo lo hacía también por dentro, por ser diferentes y por ser felices al serlo, por disfrutar el verse como unos bichos raros, porque no les importaba en absoluto.

— No te incumbe mi vida, Samuel.

— No, no lo hace, y no sabes lo feliz que estoy por eso. — no me importaba lo que tenía que decir y cuando el padre de Sebastian que nunca había conocido pero sabía quién era nos dejó ir con una sonrisa, él tomó mi brazo. — Hablo en serio, Sarah, no quieres estar con ellos. 

Era un imbécil, solo eso. Pero sus palabras seguía rondando mi cabeza incluso después de cambiarme de ropa y secarme el cabello, de caminar por el lugar saludando a personas, aceptando halagos por la medalla colgada alrededor de mi cuello, tomándome fotos con amigas y compañeras antes de llegar hasta Isabel que mantenía una sonrisa increíblemente amplia.

— Que bonita mi nadadora favorita. ¿Cómo estás?

— ¿No se supone que no eras parte del equipo? — preguntó Emiliano todavía abrazando a Isabel por la cintura.

— Hubo un cambio de planes.

Y mientras les platicaba sobre como una de las chicas se había intoxicado en el instante en que entre al vestidor lleno de sonidos de vomito yo solo podía pensar en la chica rubia a mi lado. El como rozaba su mano contra la mía mientras caminábamos hacia el estacionamiento, con su falda de mezclilla y las calcetas blancas que brillaban con el sol dejándome ciega. "Mi nadadora favorita" se que Samuel me había llamado así varias veces pero no era como ella lo decía, sin referirse a que realmente fuera suya y si lo era no tenía ningún problema en serlo. Porque la forma en la que me hacía sentir Isabel era la forma más linda y pura de la vida, solo estaba siendo amada por existir y eso me generaba un paz inexplicable porque nadie lo había hecho antes. Siempre habian querido algo a cambio incluso si no lo hubieran dicho pero ella no, ni siquiera que la amara de la misma forma porque me tenía la paciencia del mundo, porque me quería de verdad.

— ¿Cariño?

— Perdón, estoy un poco distraída. — contesté moviendo la cabeza. — ¿Me dijiste cariño?

— Efectivamente Sarah.

Reí entendiendo la forma en que sus palabras se trasformaban como si estuviera molesta pero al mismo tiempo con un miedo increible a que yo me molestara o me sintiera incómoda pero no lo hacía. Así que me acerqué un poco más mientras caminábamos chocando un poco con las manos de Emiliano sobre Isabel y orillando a que la soltara para yo pasar mi mano entrelazado con la de ella. Al final de cuentas las personas no verían nada extraño, caminaba de la mano con mis amigas todo el tiempo y nadie decía absolutamente nada, esta vez no debía de ser la excepción.

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora