7. Otro trago

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Sarah Rodríguez

Casi atropellé a un chico en patineta cuando pasaba por la avenida principal, no me gustaba manejar en días nublados, pero apenas me había levantado y era la única forma de llegar a tiempo. El oficial casi me mata con la mirada cuando me le metí a un pequeño carro amarillo con tal de conseguir el lugar para estacionarme. Yo solo le sonreí cuando bajé lo que lo hizo voltear los ojos devolviéndomela. No quería que me hiciera una multa, pero había hecho algo no tan bueno frente a él, pero la forma en la que me siguió con la mirada sé que no lo hará y no puedo evitar sentirme incómoda mientras seguía.

El café está abierto y un poco concurrido, no lo que normalmente estaría, pero considerando la hora me sorprendió, probablemente es el frío lo que hace que las personas tomen más café. Cuando llegue a la entrada pude ver a Isa levantar la mirada y sonreír, para enfatizar elevó la mano derecha agitándola de forma dramática en el aire, como respuesta asentí queriendo que dejara de hacerlo, más gente está mirando.

— La puntualidad nunca fue una de tus cualidades ¿verdad? — preguntó tan solo sentarme sin siquiera dejarme respirar.

— Cinco minutos tarde, que me perdone Dios.

Isa estaba sentada en una mesa en el segundo piso cerca del balcón para mirar a la ciudad, realmente era bonita la vista desde aquí. Frente a ella su laptop estaba abierta y escribía muy rápido aun cuando dejaba de ver a la pantalla podía seguir escribiendo a la misma velocidad, aunque no con la mejor ortografía.

— Oh entonces si sabes hacer bromas. — no pude más que voltear los ojos ante su comentario. Ella sabía que no podía tomar bien muchas bromas y mi sentido del sarcasmo era nulo. — ¿Qué quieres tomar?

— Ya ordené en la entrada.

Un gracias se quedó atorado en la orilla de mi garganta por alguna razón, pero deje que me ahogara como si fuera algo natural, no estaba acostumbrada a dar las gracias casi por nada. Isa tenía una pequeña tetera en el centro y en su taza se veía un líquido casi transparente con flores nadando.

— Ok, empecemos con esto.

De mi mochila saque unos cuantos libros que había tomado de último minuto de mi estante pero que sabía que eran de matemáticas, ahora con más luz y con consciencia me puedo dar cuenta de los títulos.

— ¿Estudiaremos "cocina para principiantes"? — se burló Isa viendo los libros. — Uh no, mejor "optimismo inteligente"

De repente podía sentir el calor en mis mejillas mientras trataba de guardar los libros de la forma más normal posible dándome la vuelta hacia mi mochila colgada detrás de mi silla, de pronto todo parecía una misión imposible, sentía un millón de ojos sobre mí y risas falsas a mi alrededor, todo comenzaba a darme vueltas hasta que sentí su mano sobre la mía trayéndome de vuelta a la realidad.

— Sarah, dame, los guardo por ti.

Y tomó los libros como si no fueran nada para inclinarse sobre sí misma alcanzando la mochila de detrás mío, me dedicó una sonrisa cuando volvió a su lugar dejando caer su mano sobre la mía. Pude mirarla detenidamente, su pequeña mano tomando la mía llena de anillos de oro de fantasía que le hacían pintar los dedos de verde, un sentimiento de electricidad me hizo retirar mi mano de una forma tan rápida que casi me golpeo con la mesa en el codo, traté de respirar hondo mirando a mi alrededor. A diferencia de lo que mi mente pensaba nadie nos está mirando, todos se encargan de sus asuntos, la cafetería estaba llena de hombres de negocios o mujeres mayores, nada de lo que preocuparme. Isa parecía saber lo que cruzaba por mi mente porque ella misma mueve su silla para alejarla de la mía, colocándola frente a mí, es una forma muy difícil de enseñar, pero no seré yo quien me vuelva a acercar.

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora