39. Estudiar para fracasar

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Isabella Caballero

— Estoy a nada de meterte un putazo, Emiliano.

Las bancas de mi escuela no me habían parecido incómodas hasta que pase dos horas junto a mi mejor amigo tratando de estudiar para un examen. El chico a mi lado no paraba de mover su pierna con un tic nervioso como si estuviera tocando la batería, mi hermano le puso la mano sobre la suya para calmarlo pero no funcionó demasiado bien.

— Me rindo, — gritó el chico levantando los brazos al aire haciendo volar los papeles que tenía en las manos. — Estoy harto de las malditas leyes de la química.

Benji le acarició la nuca pero Emiliano parecía completamente rígido, ni siquiera el tacto de su novio lo podía salir de su transe, necesitaba pasar este examen o sus tíos no lo dejarían estudiar música. Era un trato absurdo, pero como era relativamente bueno en matemáticas y muy bueno hablando con personas los padres de Sebastián le habían dicho que si no pasaba todos sus exámenes tendría que trabajar en la empresa familiar de turismo, antes de entrar a la escuela en finanzas para al final manejarlo mejor. Nunca había visto al padre de Sebastián serio ni enojado con ninguno de los dos pero parecía que esta vez iba en serio, no pensaba que Emiliano debería estudiar música, "Gastando su potencial" según él, como la mayoría de los padres en este país veían a las artes como una perdida de tiempo, de talento, de dinero. Y aunque siempre dejaba que Emiliano se saliera con la suya en básicamente todo esta parecía ser la excepción, lo malo es que esta vez su futuro es el que se ponía sobre la mesa.

— Ey, tranquilo.

— ¡No! No puedo estar tranquilo. — grito. — Necesito estudiar música o...

— ¿O te vas a morir?

—  Estoy hablando en serio, Isabella.

Nunca me decía mi nombre completo, ni mucho menos en la forma en que no se decía.

— Calma el genio de tu pinche novio, Benjamin.

Tenía mis propios problemas como para estar lidiando con los de mis amigos y en cualquier otro momento los hubiera ayudado con el gusto de mi vida pero me sentía agotada, como si hubiera corrido un maratón en dos segundos y cada vez me faltaba más la respiración. Entendemos que la regla de la amistad es estar siempre para ellos pero también somos personas y no voy a aguantar un mal genio cuando ni siquiera me aguantaba el mio. Mi hermano era el único tranquilo o eso aparentaba, me miró con compresión antes de entrelazar su mano con la de su novio y comenzar a hablar en susurro.

— Hola bola de tontos.

Reaccione demasiado tarde pues el brazo de Mendoza ya estaba sobre mi cabeza y su otra mano le había dado un golpe a mi hermano en la cabeza, este hombre tiene demasiada confianza con sus alumnos, tal vez nunca debimos dejarlo adoptar uno de nuestros perros cuando habíamos entrado a la preparatoria, aunque incluso así hubiera ganado esa confianza de alguna forma u otra, era un ser malévolo.

— Ay y esas caras, con razón no tiene novio ninguno. — Benjamin levantó su mano entrelazada con la de su novio. — Ah cierto, vayan a besarse a otro lado.

Era diferente su reacción ahora sobre la relación de mi hermano porque la primera vez que los había visto casi besándose había hecho un comentario homofobico en broma pero cuando se dio cuenta que verdaderamente estaba hablando con personas homosexuales se disculpo de la forma más extraña posible y días después los había llamado a su "oficina" o sea su auto en el estacionamiento y habían estado allí por horas antes de volver a recogerme, al parecer todo estaba bien y Mendoza ejercía su usual papel de maestro paternalista.

— ¿Qué quiere ahora?

— Uy que genio.

— Disculpe su majestad — bromee un poco pero mi tono seguía siendo serio. — Pero realmente no estamos de humor, estamos en finales y...

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora