18. Yo te llevo dentro

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Isabel Caballero

La forma en que Natalia apretaba mi cintura mientras me besaba me gustaba mucho, como sus manos frías navegaban entre mi cuerpo para poder hacerme sentir bien. Mi cabello le picaba la nariz y la hacía sonreír de vez en cuando apartándolo de mi cara para poder besarme mejor. Sentía el olor de su perfume embriagarme cada vez que me dirigía a su cuello para besarla y como se escuchaba sus suspiros en mi oído cada que bajaba más mis besos. No fui consciente de su peso hasta que lo dejó caer sentándose sobre mí, llevé mis manos hasta su trasero mientras ella desabotonaba mi camisa, de pronto estaba en el suelo junto a los zapatos. Su mano viajó desde mi pecho hasta mi cintura en donde se detuvo un segundo para mirarme a los ojos y me sonrió mordiéndose el labio, me estaba pidiendo permiso así que asentí con la cabeza, era un movimiento tan pequeño que me pregunte si lo había visto pero ella metió su mano debajo de mi falda, dejé caer mi cabeza hacia atrás mientras me mordía el labio. Ella regresó para besarme sin quitar la mano de su lugar, cada beso era más intenso, más caliente. Natalia parecía una experta en lo que hacía pues mis suspiros contenidos iban subiendo de intensidad sin siquiera poder evitarlo, no quería causar una mala impresión después de la bonita cena que nos habían preparado su familia, pero era imposible con ella metida entre mi ropa como lo estaba haciendo. Las luces de su habitación estaban apagadas a excepción de la pequeña lámpara de noche y la luz que se colaba de las ventanas por los pequeños huecos que dejaban las cortinas.

— No pares.

— No lo haré, querida.

Contestó con un suspiro de voz mientras se inclinaba cada vez más hacia mí, mis piernas se sentían cerrar mientras mi pelvis se empujaba cada vez más hacia adelante pidiendo más. Mi novia estaba sonriendo y sentí sus dientes cuando estampó su boca contra la mía para besarme, le sostuve la muñeca de la mano bajo mi falda cuando mi cuerpo cedió arrancándome un grito desde la garganta que ella tapó con su mano libre.

Natalia se dejó caer sobre su espalda mirando hacia el techo mientras nuestras respiraciones se normalizaron, yo seguí su ejemplo viendo el techo blanco sobre nosotras como si fuera una galaxia que acababa de descubrir lo que podría ser cierto. Me di la vuelta para mirarla y ella eventualmente hizo lo mismo, mis brazos se sentían fríos por el ambiente al igual que mi torso, pero no iba quejarme. Su sonrisa y la forma en que me miraba era lo único que necesitaba en este momento.

— Hola. — fue lo único que se me ocurrió decir. Nat soltó una risa.

— Hola. Qué bonita te ves.

Instintivamente seguí su mirada hasta mi brassier, era uno bonito de encaje, no es que supiera que nos íbamos a acostar, claro que no. Comencé a hablar de forma rápida, nerviosa sobre el brassier y el porque me lo había comprado.

— Me refiero a que te ves bonita — me sostuvo la cara con su mano obligándome a mirarla. — gimiendo mi nombre.

Sentí mis mejillas arder en el instante en que soltó la última palabra, a lo largo del mes siempre me dejaba a la defensiva con comentarios como eso, no sabía cómo contestarlos y nunca los había logrado hacer así que me limité a verla reírse mientras me atraía hacia ella para besarme.

— ¿Quieres seguir? — pregunté poniendo mi mano en su cintura.

— ¿Es una pregunta retórica, amor?

Sabía que claro que quería seguir, ella siempre quería seguir. Y no podía negarlo era demasiado bueno, después de todo por mucho que lo hiciéramos no terminaría embaraza ninguna de las dos y recuerdo mucho una plática que me dio mi padre hace tiempo sobre cómo no quería que saliera embarazada en la preparatoria, muy buena educación sexual, lo sé. Pero le hice caso y terminé acostándome con mi novia para que eso no sucediera. Ahora yo le di la vuelta para subirme a horcadas en su regazo, Nat soltó algún comentario halagándome sexualmente, pero yo ya estaba demasiado ocupada besándola. Se escuchó los ladridos de los perros de los vecinos y segundos después la puerta de la entrada abrirse.

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora