10. Chinga a tu madre, Elías

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Sarah Rodríguez

— Buena carrera.

La voz de Samuel me hizo brincar un poco y eso lo hizo reír. Estaba saliendo de los vestidores mientras él estaba alistándose para entrar al agua después de mojarse un poco con la regadera, su cabello mojado se veía muy bien, a diferencia del mío que estaba tratando de secar con la toalla.

— ¿Competirás en la estatal? — preguntó acercándose.

— No lo sé todavía. Me imagino que tu sí.

— Si, me inscribí hace una semana. Deberías hacerlo porque eres increíble. — sonreí como respuesta, mientras escuchaba la puerta de cristal siendo perturbada por un puño, el de mi hermano. — Sarah ¿quieres salir esta semana? Como novios me refiero.

— ¿Me estás pidiendo que sea tu novia o que salgamos para que sea tu novia?

— ¿Ambos?

Eso me hizo reír, y sin responderle camine hasta la salida, el me siguió por un tramo, pero el profesor detrás de él estaba empezando la clase así que grite:

— Estoy libre el viernes.

No quería voltear y no lo iba a hacer, encontrarme con los demás chicos mirándome era algo que no quería así que seguí caminando, me despedí de la chica en la recepción y le colgué mi mochila a mi hermano en el hombro, en la cargo sin molestarse hasta el auto en donde apague el aire acondicionado, no quería que me diera una pulmonía. Elías comenzó a platicarme sobre su día antes de preguntarme sobre el mío y yo solo asentía comiendo la fruta que me había traído en un tupper.

— ¿Cómo van las cosas con Isa?

Con un suspiro comencé a contarle el problema que habíamos tenido la semana pasada, en ese momento me había transportado a hace años cuando la veía sentada sola mientras todo el mundo la rodeaba y me había dolido tanto que por mucho que chocáramos ya no podía cancelarle las asesorías, iba a lograr que esa chica pudiera entender las matemáticas.

— Que raro, yo siempre pensé que Isa era inteligente.

— Yo también, pero fue como si en serio todo le diera vueltas — mi hermano estaciono el auto frente a la casa y me baje de mi asiento aun hablando. — Igual quiere ayudarme con tu lista tonta.

— ¿Y? Dime qué la dejaste.

— No, no es su problema.

— Sarah, por favor. — me suplico abriendo la puerta, Whisky le brinco a la pierna y escalo. — Isabel es la mejor chica con la que puedes completar esa lista.

— ¿Y eso por qué?

— Porque le gustan los retos, no me digas que no recuerdas...

— La vez que se rompió el tobillo porque la retaste a saltar tres cuerdas al mismo tiempo, — reí recordando a una pequeña Isa sonriendo saltando tan alto como podía en sus pequeños tenis blancos. — pero Isa y yo no somos amigas.

— Pero lo fueron.

— Elías, no me hagas esto. — pedí siguiéndolo hasta la cocina. — no quiero volver a lastimarla.

La mirada de mi hermano era una que me sabía de memoria, estaba preocupado por mi porque no le gustaba mi forma de ser, o mis amigos, o mis comentarios, siempre era algo que yo había hecho. Pero esta vez me hizo darme cuenta de lo que había dicho, no quería volver a lastimarla porque sabía que lo haría, porque yo no había cambiado como ella, yo no era segura como ella, yo no tenía los amigos que ella tenía. Mi vida seguía exactamente igual a cuando nos conocimos hace tantos años.

— Como sea, es tu decisión Sarah.

— ¡No me trates así, Elías! — él se encogió de hombros con las bolsas que sacaba del refrigerador en las manos, como si en verdad no supiera. — no me hagas sentir como si todo lo que hago está mal. Yo sé que no debo de regresar a mi relación con Isa porque yo conozco mi entorno.

— Podrías cambiarlo.

— Estoy harta de que me quieras cambiar.

— ¿Acaso no lo ves, hermana? — muy pocas veces me decía hermana.

Elías caminó hasta mí dejando todo lo que tenía en las manos y me tomó de los hombros, con un movimiento sacó mi celular de mi bolsillo trasero y lo abrió con mi dedo.

— No le importas a tus amigos, solo te quieren porque sabes conducir, esa chica era la única con la reías de verdad.

— Deja de meterte en mi vida.

Le arrebaté el celular y corrí escaleras arriba, se iba a ser una costumbre pelear con mi hermano, nunca habíamos peleado tanto.

***

— Hola, — saludé a la chica sentada frente a mí, tenía una cara seria. — ¿Podemos terminar antes hoy? Tengo una cita.

— Claro.

Me esperaba burlas sobre mi cita, esa era Isa, pero se mantuvo callada. Ya tenía sus libros afuera y pude ver la hoja de su libreta, el mismo problema de la semana pasada estaba escrito una vez y los garabatos, malas palabras, sumas y operaciones matemáticas se encimaban una con otras. Mi pecho se oprimió sintiéndome mal, pero no dije nada mientras ella pasaba la página a una limpia.

Trate de concentrarme por la única hora que íbamos a estar juntas, pero me preocupaba demasiado que ya no hablará, siempre la quería callar, pero cuando ella lo hacía voluntariamente me asustaba. Sus problemas estaban mal como siempre pero no me daban ganas de decírselo como si tuviera miedo que se rompiera por cualquier cosa que yo dijera.

— ¿Quieres un chicle? — Fue una idea para empezar la conversación, pero ella solo negó volviéndose a poner el audífono en la oreja y seguir escribiendo.

Los problemas volvían a estar mal y solo vi como trataba de contener el enojo mientras respiraba profundamente, era la cuarta vez que los revisaba, podía entender su frustración e incluso preferiría que rompiera a llorar a que se quedara callada tragándose sus sentimientos. Para la quinta vez solo nos quedaban diez minutos y ella aventó la libreta en la mesa provocando que las personas nos miraran, como lo decente que era se disculpó y puso la cabeza entre sus palmas ahogando un grito convertido en suspiro.

— Ey, — le toque el brazo. — Lo vas a lograr, no es tan difícil.

No era la mejor haciendo sentir bien a la gente y eso se podía notar, levantó la mirada solo para rodar los ojos y volver a dejarse caer.

— Lo siento yo...— las palabras se ahogaron en su boca, me acerque más a ella con mi mano todavía sobre su brazo. — esto es una tortura. ¿En verdad soy tan estúpida? No, olvídalo, no contestes eso.

De pronto se enderezó de golpe levantando la cabeza, las lágrimas derramadas corrían por sus mejillas, pero sus ojos no tenían más, su cuerpo tembló un poco y tomó su mochila, no dijo nada cuando se levantó y dejó el dinero en la mesa.

— Espera, Isa. — corrí detrás de ella dejando mis cosas todavía en la mesa.

— Solo, olvídalo. — su voz era fría, como antes. — Ya lo entenderé.

— No si te tragas todo.

— No eres quien para decirme eso, Sarah. — contestó, ahora ella estaba a la defensiva.

Después de eso se soltó de mi agarre y salió por la puerta, debí haberla detenido, decirle que a veces las matemáticas no eran para todos, pero solo me quedé parada mirándola hacerse más pequeña mientras cruzaba la calle y se alejaba. Aunque la hubiera alcanzado sé que las palabras no hubieran salido de mi boca, porque no era ese tipo de persona y tal vez nunca lo sería.


Nota de la autora

Holaaaa, ¿como han estado el día de hoy?

Anyways, no se si se puede escuchar la cancion porque cuando abro me sale que no esta disponible ¿ustedes pueden reproducirla?

Bonita semana, lxs amo.

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora