14. Mate con música

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Sarah Rodríguez

Apenas eran las tres cincuenta cuando llegué al café con la mochila pesada por los libros y la chamarra arrugada al fondo. Hoy no hacía precisamente calor, pero sabía que si la llevaba puesta me la quedaría más tiempo y era lo que menos quería. Las imágenes del concierto no se iban de mi cabeza y todo el día era confuso, sabía que me había ido con Samuel, pero no recordaba la mitad de las cosas, pero sabía que estaban allí. Miré mi reloj a cada segundo esperando que cambiara, con la esperanza de que no llegara y me fuera corriendo del lugar, pero eso significaba llevarme de nuevo la chamarra. Estúpida chamarra, ni siquiera era tan importante.

Cuando eran las cuatro con cinco minutos Isa entró por la puerta de cristal tomada de la mano de la chica de cabello corto y ojos verdes, Natalia. El estómago se me revolvió, probablemente porque no había comido nada en todo el día, me había saltado el almuerzo porque sabía que no lo merecía y estaba solo tomando café.

— Wow tienes cara de muerta, sin ofender. — fue lo primero que dijo Isa al verme.

Me limité a mirarla sin decir nada, acto seguido miré a su novia quien me ofreció una sonrisa amable.

— Bueno, te dejo para que estudies, amor.

— Puedes quedarte ¿verdad Sal..Sarah? — se corrigió antes de soltar la palabra Sally, como si no me quisiera llamar por mi nombre, si eso fuera muy íntimo.

— Si, claro.

— No quiero molestar, — Isa se apresuró a decir que no molestaba y la beso, pero la chica seguía mirándome a mí. — hablo en serio, vengo a recogerte en dos horas. Nos vemos, Sarah.

Las chicas se volvieron a besar y Natalia salió del establecimiento mientras Isa no le quitaba la mirada de encima. Ahora el café en mi estómago también se sentía pesado. ¿Qué mierda? Isa se sentó y empezó a sacar sus cosas hablando sobre alguna cosa de matemáticas, no le puse demasiada atención.

— Ey, Sarah ¿todo bien?

— Si, si, todo bien. — contesté de forma rápida. — ¿Empezamos?

Pero yo me mantenía callada, solo respondía sus preguntas y me limitaba a escribir los ejercicios en la libreta como si fuera un zombi. La mirada de Isa era de preocupación pura pero no tenía ganas de preguntarme una vez más si estaba bien. Sentía mis dientes taladrar mi labio cuando fue muy tarde, el sabor a sangre inundó mi boca y yo sólo levanté mi servilleta para pasarla por mis labios como si no fuera nada.

— ¿Te gustó el concierto? — preguntó sin levantar la cabeza de la libreta. — Vi que te fuiste.

— Lo siento, solo — una excusa, Sarah, eres buena en eso. — mi novio me llamó y eso.

— Samuel. — dijo de forma alegre subiendo el tono en la última sílaba. — se ven lindos. Digo no lo conozco demasiado, pero se complementan, creo. Igual cualquier cosa podemos tirarle mierda, no te preocupes.

El comentario me hizo soltar una pequeña risa de un segundo, sabía a lo que se refería y su sonrisa se manifestó al ver la mía.

— Oh, casi lo olvido. — sacó de su libreta una hoja arrugada en las orillas y levantó la mano para llamar al mesero que me dejó uno de los menús frente a mí, yo mire a Isa, no entendía. — La lista dice "Probar un nuevo tipo de comida que no sea pizza" así que, escoge algo del menú que no sepas lo que es, yo lo pago.

— Isa es una cafetería, ¿que tendría que no conozco...— me calle a mí misma mirando el menú en donde un gran anuncio mostraba Nuevo Mate. — ¿Qué es el mate?

— Uh si, — llamo de nuevo al mesero que no se había alejado casi nada. — Un mate por favor.

El hombre solo le sonrió, era un hombre mayor que siempre nos sonreía demasiado cuando veníamos, no de la manera creepy sino de una manera que nos decía que probablemente tuviera a una hija de nuestra edad a la que le recordábamos. No sabía a lo que me estaba metiendo así que mire a la rubia frente que solo esperaba con impaciencia.

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora