3. Disculpe, su majestad

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Isabella Caballero

Mi madre había gritado cuando salí por la puerta sobre comprar frutos secos en mi camino hacia el parque así que tomé una de las bolsas de la entrada antes de colarme por la puerta trasera del jardín y tomar mis patines. Grace vivía en la otra punta de la ciudad, pero yendo desde la escuela eran menos de diez minutos, aun así, tuve que esperarla sentada en una de las bancas mientras acomodaba mis patines y mi mochila al hombro.

— Lo siento, un imbécil casi me atropella. — grito cuando me vio reduciendo su voz mientras más se acercaba. — y por imbécil me refiero a tu hermano.

Con una carcajada ambas comenzamos a patinar, ella en su patineta y yo en mis patines. Todo comenzó cuando hace tres años había desarrollado una obsesión por unos tenis que se convertían en patines cuando los golpeabas que había visto en Tiktok y después de mucho rogar a mi padre me los había comprado, pero no los bonitos de Tiktok, estos eran unos patines profesionales de cuatro ruedas tan hermosos que te infartas. Los había conseguido en una tienda de segunda mano así que tenían algunos rasguños aquí y allá que yo había arreglado pintando flores pequeñas. Grace patinaba desde hace años, me había ayudado, o más bien, había estado allí para reírse cuando me caía, pero ahora ambas éramos unas expertas, o algo así.

Solo íbamos en medio de las personas gritando advertencias y alargando los brazos mientras patinamos. Era una hora muy tranquila, no había demasiada gente en el parque y como era primavera el clima estaba perfecto.

— Me la he pasado toda la semana estudiando. — me platicaba medio gritando medio hablando. — ¿tu hermano?

— ¿Tú crees que estudia? — esquivé una roca en el piso. — no puedo comprenderlo, es un tonto tan inteligente. No necesita estudiar para nada para pasar los exámenes con excelentes notas.

— Agh ya lo sé, lo odio también.

En verdad que no sabía cómo Benji podía hacer eso, era un genio en cualquier materia que involucrara pensar, a diferencia de mí que pensar no estaba en mi vocabulario, pero está bien, la familia está balanceada. Un nerd inteligente y una futura artista, eso sí decidió hacer arte para vivir. Si tan solo mi familia no fuera tan abierta y me dejaran hacer lo que quiera, normalmente la gente se queja de lo contrario. La cosa es que mi madre es esta señora hippie con este lema de "haz lo que te hace feliz" pero el problema es que no sé qué me hace feliz. Cambio de hobby tan rápido que ni siquiera yo sé lo que quiero hacer cada semana, probablemente tenga que ver con mi TDAH, tal vez soy un semidiós y nadie nunca me lo dijo.

— Oye, justo te quería preguntar. — dije mientras pasábamos al lado de una señora con sus hijos tratando de no atropellar a ninguno, por mucho que quisiéramos. — ¿Qué es esto?

Saqué el llavero de mi bolsa sin parar de patinar, pero mi mejor amiga a pesar de tener buenos reflejos olvida usarlos cuando yo hablo demasiado fuerte así que se tuvo que casi sacrificar para no estampar a un carrito de helados, con un movimiento de mi pie izquierdo freno frente al carrito.

— Buenas tardes, me da un helado de menta.

El hombre comenzó a darme un sermón de cómo las personas debían de tener cuidado cuando patinan porque no saben qué desastres podrían ocasionar, y yo solo respondo como si yo no conociera a Grace en absoluto porque entonces el sermón me tocaría a mí también.

— Esos jóvenes de ahora. — trate de aguantarme una risa mientras lo decía. — Muchas gracias.

Pagué mi helado y seguí patinando de forma más lenta, no quería quedarme con toda la cara manchada. Grace había desaparecido y con justa razón, probablemente estaría en el lugar designado para las patinetas, pero como buena mejor amiga no la seguiría, no es un lugar que me guste frecuentar más que nada porque los hombres que patinan son unos cretinos. El pasto frente a la fuente y a lado de los puestos de comida era un lugar con excelente ubicación, a veces se veían ratas, pero eso era cuando hacía frio así que con toda la delicadeza del mundo aventé mis cosas y me senté para quitarme los patines. Para este punto siendo que recostarme en el pasto de cualquier lugar ya es una obsesión, pero según mi madre las moléculas del pasto (¿había dicho moléculas?) me ayudaban para dejar de estresarme y yo le creía todo.

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora