19. Soy alérgico a la empatía

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Sarah Rodríguez

El lápiz en la mano de Karen golpeaba el libro frente a ella una y otra vez volviéndome loca a cada golpe, estaba a punto de gritarle que parara cuando llegó Julio a sentarse a mi lado.

— Arellano deja en paz ese maldito lápiz.

Julio siempre decía lo que yo no podía, por eso éramos mejores amigos, bueno probablemente no era por eso, pero me gustaba pensar que era una de las formas en las que nos complementamos. Como Isa y Emiliano, la forma en que se miraban y reían de la nada, como él siempre estaba allí para ella y como ella sabía cuándo él iba a decir algo malo y lo detenía para que no lo hiciera.

— ¿Ya saben a qué universidad van a ir?

El comentario de Vanesa nos dejó helados por alguna razón, claro que lo sabíamos, lo sabíamos desde el año pasado, pero no lo habíamos compartido con todo el grupo. Además, decirlo ahora lo hacía verdadero. Sabía que tanto ella como Karen habían conseguido vacante al norte del país, ya hasta tenían una casa sus padres que ellas compartirían. Por su parte Julio iría a la capital del país y probablemente también Ximena, pero yo apenas y había conseguido una beca en la autónoma del país, no les quería decir, ellos pensaban que no era suficiente esa escuela a pesar de ser una de las mejores universidades del país solo por ser pública.

— Yo haré el examen. — había dicho Vanessa el año pasado. — Por pura diversión, sé que quedare y que buen sentimiento el rechazarla.

Yo había querido decirle que las personas mataban por un lugar allí y que sería una pendejada hacerlo por eso mismo, también que se sabía que no tenía la inteligencia para que la aceptaran, pero en ese momento también pensaba lo mismo que ella así que me mantuve callada. No fue hasta platicar con Elías que él me había regañado.

Julio pareció captar mi incomodidad pues cambió el tema sobre alguna otra fiesta en la casa de mi novio. Ximena llegó corriendo dándole las gracias a la mucama de Karen por ayudarla con su mochila y dejándose caer en el sillón cerca de la mesa en donde nosotros estábamos.

— ¡QUÍTATE LOS ZAPATOS, XIMENA! — grito Karen al verla subir los pies. Ximena le hizo burla, pero le hizo caso, después de todo era su casa.

Siempre nos reunimos en su casa, era la más cercana a la escuela y la más bonita por mucho, los padres de Karen eran groseramente ricos, en verdad era bastante y había escogido nuestra pequeña ciudad para vivir por lo tranquila que podía ser. Aun así, salían de viaje casi cada mes, le compraban a su hija lo que quisiera y nos dejaban quedarnos cuando quisiéramos. Sus padres nunca estaban y cuando lo estaban nunca los veíamos. Estábamos acostumbrados así era los padres de todos nosotros.

— Oye, Xim. — comenzó a hablar Julio. — ¿Qué mierda hacías con Benjamín?

— Déjame en paz. — murmullo, parecía estar durmiendo.

— ¿Benjamín? ¿Qué Benjamín?

— ¿Cuantos Benjamín conoces Vane? — respondió el hombre irritado. — Benjamín Caballero.

El hermano de Isa, no sabía que salía con Ximena, ella últimamente no nos contaba absolutamente y claro que no nos iba a contar que salía con Benjamín Caballero porque era Caballero, porque era hermano de Isa, porque iba en la pública, incluso porque sus padres no hacen suficiente dinero, había muchas opciones para no decirnos.

— Caballero. — Karen habló como si estuviera pensando a cuántas personas conoce con ese apellido. — ¿Por qué me suena?

Por favor que nadie se acuerde, por favor que Julio cambie el tema, por favor que un rayo caiga en este momento.

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora