Sarah Rodriguez
Resulta que no era tan difícil hacerle un lugar a Isa en mi tiempo. Desde que regresé del encuentro en la ciudad, sólo había pensado en eso. Con una libreta frente a mí, estaban escritas todas las cosas que tenía que hacer, una especie de horario que nunca había hecho porque no me gustaba tener las cosas por escrito. Podía mover las salidas con mis amigos los viernes por la noche para estar libre todo el fin de semana. Si cancelaba las clases de coro al menos una vez a la semana, había suficiente tiempo para poder sobrevivir a mi semana y ayudar a Isa.
No podía creer que Isabela hiciera esto en mi vida, la moviera y sacudiera a su antojo tan solo pasar una tarde con ella, pero necesitaba probarle a Elías que no tenía razón, que yo era una buena persona.
— ¿Por qué mierda no contestas?
— Lo siento, estaba dormida. ¿Qué paso?
— Necesitamos tu confirmación para la fiesta del sábado. — La voz de Karen se escuchaba por la bocina de mi teléfono con un ruido de fondo de la carretera.
La fiesta del sábado, fiesta de bienvenida o algo así había leído en el grupo de Facebook. Ni siquiera había confirmado nada con Isa todavía, tal vez podía cancelarle todo esto de las asesorías.
— ¿Sarah? — La voz de Karen parecía impaciente mientras se escuchaba el sonido del tráfico, se ponía malhumorada cuando conducía. — Quiero saber si nos llevarás en tu camioneta porque pienso tomar y no seré yo la conductora designada.
Si, solo para eso me quería. Ahora las asesorías con Isa no sonaban tan mal, comparado con ser el chofer de mis amigos.
— Recuerda que es en la casa de Samuel.
Samuel, el chico lindo del equipo de natación. Mierda, Karen. Sabe cómo manipularme muy bien; una notificación salió de mi celular, interrumpiendo la llamada de Karen solo por un segundo, pero dejándome fuera por todo lo que restaba.
IsabelaCabs ha comenzado a seguirte
No tardó en llegar una segunda notificación: un mensaje en directo en Instagram iluminaba mi pantalla.
Hola, ¿sigue en pie lo de las asesorías?
Cerré los ojos tratando de concentrarme. Una muy ligera sonrisa se formó en mi rostro; la voz de Karen ahora parecía distante, e incluso sentía que no me hablaba a mi mientras maldecía en voz alta. Necesitaba tomar una decisión en este momento. El abrir los ojos me marea, y traté de posar mi vista en un punto al frente de mí, donde cuelgo las llaves cerca de mi puerta. Allí, colgando, está el llavero de bolitas de porcelana, el que le quite a Isa.
— Lo siento, Karen. Tengo que ayudar a mi madre este sábado — dije antes de recibir una maldición. — Nos vemos el lunes.
Y colgué la llamada, recibiendo un último gruñido molesto. Era normal que se comportarán así y estaba acostumbrada a que lo hicieran; habíamos estado juntas desde hace años. Karen era la menos manejable de todas; solo Vanessa podía entenderla. Por otra parte, Julio era tan agobiante que prefería ignorarlo lo más que pudiera hasta que necesitara un consejo, y Ximena se pasaba el tiempo hablando sobre lo hermosa que era su nueva escuela hasta que Karen la callaba con una mirada. No sabía qué lugar tomaba yo en mi grupo de amigas y probablemente no quería saberlo. Así que me enfoqué en mi celular frente a mí, sin querer desbloquearlo, pero viendo una y otra vez la notificación.
IsabelaCabs
Hola ¿sigue en pie lo de las asesorías?
SarahRDZ
Hola, sí, eso creo. ¿Puedes el sábado?
IsabelaCabs
¿Este sábado? Si.
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Ella es bonita
RomanceElla es bonita Aunque tiene mal humor Aunque no me quiere a mí Ella es bonita Sarah se hizo una promesa, arreglar todo lo que hizo mal antes de entrar a la universidad. Entre ellas pedirle disculpas a su mejor amiga de la infancia por todo lo que la...