21. Soy hetero pero me gusta besarte

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Isabel Caballero

Me parecía una tontería que mis amigos siguieran peleándose sobre cómo se llaman realmente un tipo de insecto.

— Mariquitas.

— ¡Catarinas! — contraatacaba Grace. — Mariquitas suena feo.

— Solo porque tu sociedad de mierda haya hecho eso un insulto no significa que se escuche feo.

Sebastián estaba defendiendo su punto con uñas y dientes como si de verdad fuera algo tan importante, me gustaba verlo pelear con Grace lo cual pasaba casi todas las semanas por un tema tan tonto, era como mi dosis semanal de serotonina.

— Como sea catarinas es mejor.

Sebastián llevaba una gran pila de libretas con él tratando de no caerse y con los lentes casi al borde de su nariz, ninguna de las dos lo ayudó en absoluto hasta que dejó caer la pila sobre la mesa de piedra frente a la pista de atletismo. El sol estaba dando lo mejor de sí sobre nosotros quemando la piel, Grace saco mi protector solar de mi mochila y me lo lanzó cuando había asegurado los dos platos con comida sobre la mesa, habíamos decidido comer adentro hoy y el señor de los tamales nos gritó que le regresamos sus platos cuando corríamos dentro de la escuela.

— Isa.

— No pienso participar en sus debates súper importantes.

— Nunca lo haces. — se quejó Sebastián comenzando a ver las libretas, había decidido limpiar su casillero y con eso había empezado a sacar calcetines sucios y sandwiches echados a perder.

— ¡Professor Mendoza! — gritó Grace mientras el hombre pasaba a nuestras espaldas.

El profesor Mendoza se acercó solo porque había visto que teníamos platos de comida y para darle un sape en la cabeza a Sebastian haciéndole que se le cayeran los lentes.

— ¿Catarinas o mariquitas? — preguntó Grace tratando de alejar su tamal de él pero ya era muy tarde.

— Dame la mitad de tu tamal y te digo. — ofreció poniendo su brazo sobre mi cabeza a forma de soporte.

— Pero no he desayunado. — La voz aguda de Grace se hizo presente mientras se quejaba, el profesor se encogió de hombros dando la vuelta demasiado lento. — ¡Está bien!

Había accedido porque Sebastián comenzaba a hacer su pequeño baile de felicidad sobre su cara y no iba a soportar eso. El profesor se volvió hacia nosotros y partió la comida con el tenedor, llevándose a la boca su parte acordada. Grace comenzó a hablarse sobre cómo ella defendía su parte mientras el hombre solo asentía masticando, cuando se había pasado todo el bocado se llevó la mano a la boca como si evitara que la viéramos y comenzó a hablar.

— Coccinélidos, así se llaman. — y comenzó a caminar de regreso.

— ¡Eso no fue lo que preguntamos! — grito la chica mirándolo alejarse. — Tramposo asqueroso.

La risa del profesor resonó por el eco que los salones le hacían mientras se dirigía a su propio salón despidiéndose. Grace frente a mí gruño de enojo mientras Sebastian le recordaba que debió pensar antes en eso, conocíamos demasiado bien a ese hombre como para confiar en él y aun así Grace había caído. Corte mi comida frente a mi y la deslice en su plato con una sonrisa.

— Gracias, preciosa. — contestó saboreando su tamal. — ¿Y tu hermano?

— Biblioteca, — conteste. — ¿Y Emiliano?

— Afuera.

— ¿Alguien sabe que mierda pasa con esos dos? — preguntó mi mejor amiga mirando a su celular. — No se hablan en un mes y honestamente me está matando.

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora