42. Nadaremos

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Isabel Caballero

A Sarah la habían sacado de su equipo de natación por faltar más de un mes a sus entrenamientos, cuando me lo dijo me había preocupado pero me había calmado diciéndome que era porque no quería ver a Samuel, era comprensible. A Sebastian le daba miedo el agua y todos nosotros estábamos demasiado preocupado por nuestro futuro, nuestros exámenes y proyectos para entregar esa misma semana pero aun así el moreno de lentes nos había arrastrado a todos y cada uno de nosotros al campeonato de natación que extrañamente se celebraba en nuestra ciudad, que coincidencia.

En verdad era difícil ocultar nuestro poco amor a la natación mientras Sebastián brincoteaba en el asiento delantero mientras trataba de no chocar con ningún coche, apenas tenía su licencia de conducir. Ni siquiera le gustaba la natación pero cada vez que uno de nosotros trataba de preguntarle que hacíamos aquí el nos callaba así que eventualmente lo dejamos de hacer. Yo trataba de mantener a Sarah calmada moviendo mi dedo pulgar de arriba abajo sobre nuestras manos entrelazadas, ella solo miraba por la ventana de la gran camioneta hippie, nunca había viajado con nosotros. Esta vez Daniel no nos acompañaba así que había un asiento vacío.

— ¿Cuánto tiempo dura todo esto?

— Dos horas.

Benjamin tuvo que tener más cuidado cuando levantó la cabeza de la alfombra en el suelo teniendo en cuenta que íbamos en una camioneta en movimiento para no golpearse la cabeza con algo pero era demasiado tarde para advertireselo. Su novio solo trato de no morirse de risa en el asiento delantero.

— Sebastian tenemos exámenes mañana.

— Dejen de quejarse y floten con la marea.

— No eres el más indicado para decirlo. — comentó Grace sin soltar su libreta en donde estudiaba malabareando entre sus manos con cada bache que el chico no sabía esquivar. — No sabes realmente cómo se siente la marea.

— ¡Llegamos amigos! — lo habíamos ignorado completamente.

Si Sebastián era malo para manejar mucho más malo era para estacionarse pero después de los diez minutos más largos de mi vida con todos gritándole al pobre chico sobre como acomodar el volante o que lado mirar, bajamos uno por uno.

— Isa. — Sarah me detuvo antes de bajar. — Se que dije que todo esto estaba bien y que wow una aventura pero...

Las palabras se le ahogaron en la garganta no como si no supiera expresarse porque podía entender lo que quería decir incluso sin siquiera ponerlo en palabras pero como si en verdad no le gustara pensar en lo que su mente le convencía que sucedía.

— Puedes ir con tu equipo de natación. — hablé yo. — ya sabes para darles ánimos y eso. ¿Nos vemos para cenar?

— ¿No te molesta?

— Me molesta — concorde, sus ojos emanaron un destello de tristeza así que replantee. — Me molesta que no sepas combinar el azul y el rojo, Sarah.

— Eres una molestia, Isabela.

Y sin darme cuenta me atrajo hacia ella para darme un beso en los labios, aquí en donde las personas todavía podrían estar en sus coches pero sin importarle en lo más mínimo, y rió sobre mis labios antes de dejarme ir. Deje que pasaran unos segundos en donde ella caminó lejos del auto y en una dirección completamente diferente, no dio muchos pasos para que se encontrará con una de sus amigas y caminaran juntas con los brazos entrelazados como buenas amigas. Yo bajé de la camioneta en donde mis amigos se encontraban o amarrando sus zapatos sucios, recargados prendiendo un cigarro o tratando de matar a Sebastian que se comportaba como un niño pequeño saltando de aquí allá.

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora