28. ¡No choques con vacas!

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Benjamin Caballero

El viaje por carretera estaba siendo muy llevadero, nunca había estado en una camioneta solo con mis amigos en un viaje como este pero me parecía algo bonito. Ahora yo estaba al volante mientras Milo ocupaba el lugar del copiloto, estaba comiendo una dona que hacía manchar sus labios de azúcar, lo quería besar. Pero me limité a poner mi mano en su pierna mientras seguía con la mirada en el camino, él se tenso.

— Ok, en cinco minutos hay una caseta. — anunció Sebastian.

— Yo la pago.

Daniel, el novio de Grace sacó dinero de su billetera y me lo pasó. Yo lo acepte de forma rápida, este era un viaje en grupo y todos teníamos que cooperar para no morir de hambre. Detrás podía ver a mi hermana en el retrovisor con las piernas sobre las de su novia leyendo un libro que Milo me había explicado su primo la había conducido a comprar.

Nos habían dado todas las explicaciones de lo sucedido ya en el auto para irnos, su asquerosa situación con los albañiles lo que me hizo querer abrazar a mi hermana pero tenía que conducir pero ahora estaban mejor. Todavía quedaban unas horas de camino, si los cálculos de Sebastian estaban bien, además de google maps, llegaríamos para comer en la playa. Los padres de Sebastian se habían ofrecido para pagar el hospedaje de todos en una pequeña villa que sus tíos tenían y nadie les había dicho que no, que bonito es tener un amigo millonario. Esta bien, no era millonario pero tener una villa en la playa ya era ser millonario para mi. Nunca le había preguntado a Sebastian a que se dedicaban sus padres, que tal y eran narcos.

La radio estaba sonando y subí el volumen para que la música invadiera la camioneta entera. Caloncho cantaba y pude ver como todos dejaban de hacer sus cosas para sentir la música, después de todo la mayoría tocamos un instrumento, estaba en nuestra sangre.

Cada que avanzábamos en la carretera el calor se iba haciendo más evidente y subí la ventanilla para poner el aire acondicionado, Sebastian seguía diciendo instrucciones o datos sobre el camino, en donde lo estaban construyendo, en donde había un pequeño pueblo. Agradecía realmente que hablara, si no lo hiciera me dejaría llevar en cómo mi mano se sentía en la pierna de su primo, en como podía ejercer presión y verlo tensarse de forma tan excitante. ¿Como mierda crei que era hetero?

Bueno, en mi defensa nunca lo creí, solo lo negaba. Aun así no me gustaba pensar en eso, la ansiedad me comería porque de que me gusta un chico pasaría a qué pensaría mi padre, a como probablemente me eche de la casa, a como todos hablarían, a como perderia amigos, algunas de esas cosas parecían insignificantes porque al final de cuentas lo tenía a él pero otras eran realmente dolorosas...

— ¡Benjamin! — grito Grace despertándome de mis pensamientos en el momento oportuno para mover el volante y no matar a ¿una vaca?

— ¡¿Quien chingados puso una vaca en el camino?!

Mis manos temblaban sobre el volante pensando en como casi chocaba con una vaca, el momento se reprodujo en mi memoria como una caricatura divertida y no pude evitar reírme. La tensión en el interior del vehículo era evidente, nadie hablaba por lo que había pasado pero mi risa los aliviando un poco.

— Eres un imbécil. — me dijo mi hermana sacando el aire retenido y dejándose caer en su novia mientras ella también reía.

— Perdón, me desconcentre un poco.

— ¿Quieres que maneje yo? — preguntó Daniel, el novio de Grace.

Negué con la cabeza todavía riendo, él solo asintió y volvió a su lectura tomando la mano de su novia. Milo me miraba atentamente, como si en verdad se preocupara de que fuera a golpear una vaca con la camioneta de mis padres, para calmarlo volvió a poner mi mano en su pierna, él la cubrió con la suya.

Ella es bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora