Capítulo II

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Hela

El magnífico plan de Hana era venir a comer, debí sospecharlo.

—¿Es enserio? – la detiene Liam.

—No me molestes, pague una fortuna por una comida digna de Hela.

Sus palabras me remueven por dentro.

—Es una idea perfecta – les hago saber.

Cualquier lugar está bien para mí si ellos están ahí.

El comedor de uso común ya estaba lleno de semi dioses, y para nuestra suerte encontramos una mesa alejada y con vista a una de las ventanas.

Las miradas cargadas de desprecio no tardaron en aparecer, pero decidí ignorarlas, ya que las intenciones de Hana eran sinceras.

—Este es mi regalo para vos – me habla Hana. —Espero disfrutes cada plato, pedí todos tus favoritos.

La mesa comienza a llenarse y sin dudas es todo lo que me gusta. Comienzo a comer gustosa, aunque mi mente sigue trayéndome la imagen de esta mañana.

Al terminar la clase fuimos a comer. El comedor de uso común ya estaba lleno de semi dioses, y para nuestra suerte, encontramos una mesa alejada y con vista a una de las ventanas.

—Nuestra cumpleañera esta algo distraída la voz de Rae me trajo a la realidad. 

Lo busqué con la mirada y sonreí al verlo pelear con Ecresio por un trozo de pescado.

—¿Qué pasa rojita? – preguntó Liam un tanto preocupado.

—Lo siento, no dormí muy bien – mentí.

No quería preocupar a mis amigos con problemas sin sentido, mucho menos amargar mi cumpleaños. Continuamos comiendo entre risas y bromas por parte de Liam y algunos de los malos chistes de Ecresio.

—Ten – habla Ecresio extendiéndome un pequeño paquete. —Es de Rae y mío.

—Gracias, saben que no se tenían que haber molestado.

—No es ninguna molestia – se apresura a decir.

—No es mucho y en comparación al regalo de este otro es una baratija – habla Rae cuando estoy abriéndolo.

La envoltura sede y también sonrió al detallar la hermosa tela de color negro que conforma un sencillo vestido.

—¿Enserio? ¿Negro? – pregunta Hana.

—A ella no le gustan los colores vivos – se justifica Ecresio.

—Es demasiado hermoso, chicos – les hago saber dichosa. —Me lo pondré más tarde.

Rae iba a hablar, pero de un momento a otro, la puerta del lugar se abrió dando paso a Persio, hijo de Poseidón y encargado del campamento. Venía acompañado de la guardia perimetral, la cual estaba conformada por semi dioses. 

Persio, fue mi primer amigo en este lugar y sin dudas, lo consideraba un hermano. No pude evitar preocuparme  ya que tenia un aspecto serio, como si algo lo estuviese alterando.

Persio era muy hermoso, su pelo era de un rubio casi blanco y sus ojos azules como el cielo. Era alto y su cuerpo era acorde a su estado físico. 

Grande fue mi sorpresa cuando noté que a unos metros de él estaban dos de mis medios hermanos, Efesio y Ercles.

—¿Qué habrá pasado? – pregunto Hana sin apartarles la mirada.

La diosa que tengo como amiga estaba ansiosa por ser parte de una batalla; todos los estábamos en realidad. La pequeña celebración por mi cumpleaños quedó atrás con tan solo pensar la idea.

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