Capítulo IX (Parte II)

677 97 8
                                    

Adrish

"Busca a Efesio"

Maldije a Hades en todos los idiomas que conocía.

Odiaba de sobre manera su maldita costumbre de encargarme tareas ridículas, como si no tuviese cosas mejores para hacer que ser su mensajero.

La cuestión era bastante compleja como para restarle importancia. La última vez que alguien pudo hacer lo que la chica amiga de Hades hizo, se desató una guerra que casi extingue a todos.

Si no fuera porque Efesio podría darnos respuestas y aclararnos ciertas dudas, ni hubiese dejado el inframundo.

Sin mencionar que quería alejarme lo mayor posible de la diosa de la primavera.

Desde que Hades la conoció empezó a descuidar cada vez más sus tareas como regente. Y eso, era algo que no me gustaba en lo más mínimo.

Ya que el funcionamiento del lugar, las sombras, los transportadores de almas y los demonios, todo recaía en Anubis y en mí, estábamos sobrepasados.

Para mi buena suerte no tuve que buscarlo por mucho tiempo ya que la mayoría del tiempo estaba en una pequeña cabaña al límite del mundo mortal.

El sobrino del rey del inframundo era un dios demasiado particular, quien, a pesar de ser hijo del dios de la guerra, no se le parecía en lo más mínimo.

—Hola Efesio – lo salude con una sonrisa.

Simpatizaba demasiado con el joven dios, era un idealista que le gustaba romper reglas.

—Oh, Adrish hola, qué te trae por aquí – su asombro al verme fue evidente.

Lo entendia, no era normal verme fuera de mi puesto de trabajo.

—Hades te necesita en el inframundo lo antes posible – afirme dándole el mensaje de mi señor. —Hay una cuestión urgente con tu hermana.

El joven dios dejo lo que estaba haciendo inmediatamente. El hecho de mencionar a su hermana era suficiente para capar su atención y que fuese enseguida a donde se lo llamo.

Ella era importante para él, de eso no le quedaba dudasm

Algo en mi interior me decía que aquella chica escondía mucho más de lo que Hades me decía por lo que tendría que investigar por mi cuenta.

Después de todo, el inframundo no iba a colapsar si me tardaba un poco más.

Confiaba en Anubis.

Le indique al dios todo lo que Hades me había dicho y fijé mi destino hacia donde estuvimos horas atrás.
El campamento en donde vivía tenía menos vigilancia de día por lo cual no era difícil ingresar.

Me escabullí en mi forma humana por el lugar hasta encontrar la cabaña en la que supongo vive.

Para mi mala suerte estaba acompañada de otros dioses por lo que tuve que buscar otra manera de ingresar a la casa.

No sin antes centrar la mirada en uno en particular, un dios que se reía como si de eso dependiera su vida. Su sonrisa era tan contagiosa que no puede evitar hacer lo mismo.

Hermoso.

Pensé antes de llevar a cabo una de las ideas más locas que he tenido hasta el momento y, estoy seguro, que la más idiota.

Debía reconocer que treparme por el árbol, hasta la ventana de lo que parecía ser una habitación, fue muy divertido. Al estar por fin dentro, use la conexión mental para llamarla.

Volví a tomar mi forma animal por si venia alguien más.

No estaba seguro de qué iba a suceder, pero, minutos después supe que el llamado había funcionado cuando la vi entrar por la puerta.

Su forma de actuar era cautelosa, sus ojos azules me miraban con cierto miedo, traté de tranquilizarla bromeando un poco.

Si Hades se llegase a enterar que la diosa había sentido miedo por mi culpa, seguramente pondría la queja enseguida y lo menos que deseaba era soportar los berrinches del dios del inframundo.

—Primero que nada, soy Adrish no perro – dije haciéndola reír.

Mi idea funciono ya que ella se relajó un poco luego de presentarnos. Su amabilidad era algo que me estaba cautivando, se notaba a lo lejos su buen corazón.

Suspire cuando la tuve a centímetros al volver a sentir esas ganas de ponerle el mundo a los pies.

—¿Sabes lo que soy? – pregunte adoptando mi forma humana.

Ella negó con la cabeza. 

—Soy un sabueso infernal, la mano derecha del regente del inframundo, fui creado para él, para facilitar y ayudarlo en su trabajo.

Las cejaz se le fruncido al no entender ni una palabra que solté.

—¿Por qué me decís todo eso? – cuestiona acortando toda distancia entre nosotros.

—¿Has escuchado hablar sobre la conexión mental o telepatía? – pregunte.

Ella asintió en modo de afirmación.

—Para facilitar mi trabajo ‐ vuelvo a hablarle. —Mi creador me otorgo la habilidad de poder conectar mi mente solamente con el regente al cual debo servirle, en este caso Hades.

—¡Sigo sin entender! – afirma.

Se notaba la confusión en sus ojos.

—Quiero que pienses algo y me lo digas sin hablarme.

—Me gusta el color de tus ojos – su voz retumbo en mi mente.

—¡Gracias! – le sonreí.

—¿Pudiste escucharme? ¿Cómo es eso posible?

—Qué me escuches y qué yo también lo haga no es normal - le explico. —¿Comprendes por qué estoy acá?

—¡Lo hago!

—Quiero intentar algo - le informo. —Quiero que me dejes entrar a tu mente.

Era algo un poco peligroso y complicado, pero si lograba comprender su sub consciente podría obtener alguna respuesta.

Ella me lo permitió.

Nos ubicamos en el suelo, uno frente a otro intentando conectar nuestras mentes. Todos sus recuerdos comenzaron a aparecer en mi cabeza y por fin pude comprender que era lo que pasaba.

Muchas cosas quedaron claras, las dudas en torno a su origen se resolvieron dejándome sin aliento.

Magnífica.

Su destino había sido escrito desde el momento en que nació. El camino que debía seguir había sido marcado cuando sus ojos se abrieron y detallaron el mundo por primera vez.

Ahora entendía y estaba listo para lo que venía. Solo era cuestión de esperar a que las cartas se jugaran y su momento de brillar llegase.

Hela no traería caos, mucho menos destrucción como mi antepasado, al contario traería esperanza, traería vida.

Corté la conexión y salí de su mente.

—¿Y? ¿Por qué puedo escucharte? - pregunto.

Me apresuré a ayudarle a levantarse y me debati si confesarme todo o dejar que el tiempo la sorprenda.

—¡No lo sé, no pude ver nada! – mentí ya que ni ella podía saber.

El golpe en la puerta nos sobresaltó. Me despedí de ella pidiéndole que no le comentara a nadie que había venido.

Volví al inframundo con un gran secreto en mi espalda pero ansioso y dichoso por lo que el destino nos tenía reservado.

HelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora