Hela

Capítulo XXIII

☪Hela

Hades se fue después del medio día. Tenía sus propios problemas en su reino y a pesar de que se ofreció a quedarse, esto tenía que hacerlo sala.

La puerta sonó unas horas después de que se fue. Me obligué a abrir. Nadie tenía la culpa de mi dolor. Tenía que dejar de ser egoísta.

Era Rae.

—Hola - murmure.

No sabía que decirle. Los había ignorado cada vez que vinieron por mi. Me sentía culpable por eso también.

No dijo nada. Solo me abrazó. Se acercó y rodeó sus brazos en mi cuello. Le devolví el abrazo. Lo necesitaba.

—No creo que haya querido que estemos separados - habló apartándose.

Asentí. Lo sabía. Muy en el fondo, pero lo sabía.

Ecresio apareció media hora después. Hizo lo mismo que Rae. Ninguno lloró. No hasta que ella apareció. Hana fue la última en llegar. Tenía ojeras bajo sus ojos y una mirada perdida.

Sentí asco de mi forma de actuar en cuanto la vi. Tenía que estar de luto no en los brazos de Hades.

—Hana.

Nos abrazamos y lloramos. En cierto momento sentí que Ecresio y Rae se unieron. También lloraban.

Habíamos perdido una parte del alma, a nuestro amigo, a nuestro hermano. Nos quedamos así. Juntos como Liam hubiese querido.

La tarde estaba fría cuando nos llamaron. Ellos lo sabían por eso habían venido. Llegó la hora.

El sol había comenzado a ocultarse. Me aferré al brazo de la persona a mi izquierda mientras apoyaba la cabeza en el hombro del de mi derecha.

Todo el campamento y algunos familiares de los caídos en el ataque estaban reunidos en la vieja pradera. Los regentes habían tomado la decisión de que los enterráramos dos días después del ataque. 

Inclusive habían bajado algunos de ellos.

Poseidón, Dionisio eran quienes dirigían dirigían ceremonia. Atenea, su madre, a quién se la veía bastante afligida se mantuvo a un lado. 

Lloraba, pero sus lágrimas no significaban nada. Lo había abandonado haciéndolo sentir un cero a la izquierda durante toda su existencia. 

La sangre me hirvió presa del enojo que su presencia me provoca. No tenía que estar acá, Liam no lo hubiese querido.

Rae y Ecresio se mantenían enteros, intentando ocultar su dolor para darnos fortaleza.Hanna y yo no pudimos ocultarlo, no dábamos más del dolor que nos causaba ver el ataúd delante nuestro.

—¡Que nuestros soldados sirvan de ejemplo, la crueldad del dios del inframundo es enorme! – Poseidón habló firmemente.

Fruncí el ceño ante sus palabras ya que él no había tenido nada que ver cómo les querían hacer creer a todos, hasta papá se los había confirmado. 

Callé. 

No era el momento ni el lugar. Mucho menos podía defenderlo delante de tanta gente. 

La ceremonia concluyó sin problemas permitiéndonos despedirnos de aquello con los cuales compartimos momentos. 

Todos se fueron. Nosotros no. No podíamos. Nos quedamos unos minutos viendo el montículo de tierra a nuestros pies. 

Sonreí ante la pequeña placa de metal “Vuela tan alto como te sea posible amado Liam”