Capítulo XII

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Hades

No podía creer lo que estaba escuchando.

Muchas cosas comenzaban a tener sentido. En primer lugar, el misterio de su origen, después la conexión con Adrish y por, sobre todo, el aura tan poderosa que la rodea.

Hija de un ángel.

Hija de Miguel.

Hija del arcángel más poderoso en toda la existencia.

¿Por eso la habían exiliado del olimpo?

¿Por eso el arcángel no había vuelto a pisar tal lugar?

Había escuchado gracias Perséfone los rumores en torno a un amante de la diosa Afrodita, pero jamás me imagine la magnitud de las cosas.

Tampoco me interesaría si no fuese porque la peli roja me importa más de lo que deseo admitir.

Y ahí radicaba el lio que tenía en mi interior desde hace días, la pequeña me importaba demasiado. Y no era solo por su inigualable belleza sino por lo que me generaba dentro.

Unas ganas inexplicables de protegerla.

—¿Cómo te enteraste? – escuche preguntar al joven dios.

Y tenua la misma curiosidad que él , solo que a mi sabueso le encantaba hacerse el idiota.

—¡Solo me entere! – respondió Adrish restándole importancia.

Aunque él y yo sabíamos que ocultaba algo, algo que solo me diría a mi. Las preguntas comenzaron a generarse en mi mente y solo me centre en aquella que significaba algo para mi reino.

—¿Su existencia nos traerá algún problema? – indago.

Soy consciente de que ella es algo jamás antes visto y, por ende, como todo lo no conocido, es peligroso.

Recordé la luz con la que sus ojos me miraban, tan distintos a los míos que solo destilaban resentimiento y oscuridad.

—No señor – respondio. Sonreí internamente ante la respuesta.

Ella es luz, sin duda alguna. Bondad en su máxima expresión.

La única capaz de despertar sentimientos tan profundos en alguien como yo.

—Déjenme solo – les ordene.

Ambos asintieron y salieron del lugar.

El silencio me abrazo rodeado de la oscuridad que tanto me gustaba. Lleve mis manos a la cabeza reprochándome las ganas que me surgieron de volver a verla.

No era sano, mucho menos normal, tenía ganas de reclamarla como mía, poseer cada una de sus partes y jamás apartarla de mi lado.

Quería protegerla del mundo.

Los múltiples escenarios de los dioses apagando su luz me enfurecieron, ella no era alguien normal por lo que me sorprendía que la dejasen vivir tanto.

Conocía a mis hermanos y la forma en la cual actuaban ante alguna amenaza.

Quería destruirlos antes de que ellos a ella. De un momento a otro todo se vio claro, la reunión debía adelantarse y la guerra contra el olimpo debía suceder pronto.

Salí del inframundo en busca de una de las pocas personas, aparte de Adrish, en quien confiaba ciegamente.

Lo conocí por casualidad cuando apenas era un niño. Le gustaba bajar al inframundo y pasar el tiempo mirando las canoas pasar por el rio Aqueronte, como en estos momentos que estaba de espaldas cubierto por una capa roja que lo ocultaba.

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