Capítulo XXXV

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Tres meses después

Adrish

El tiempo pasó rápidamente en un abrir y cerrar de ojos. La desaparición de Hela no ha traído más que caos y demasiada muerte en los cuatro reinos. Diariamente son muchos los seres que caen en ambos bandos y con ellos, seres humanos inocentes y ajenos a todo esto.

Todo se había ido al carajo literalmente.

—Saldré - informa Rae.

Ya pasaron tres meses y para mí suerte los soldados del Olimpo mermaron sus ataques. Zeus anunció la retirada alegando que era una disputa sin sentido y que ni él ni los regentes iban a seguir tolerando.

Sabia decisión.

El dios de la guerra estaba solo, pero eso no significaba que fuera menos peligroso. Eran muchos los dioses bajo su mando que lo apoyaban fielmente.

Nunca estuve tan seguro de algo como en que la guerra debería terminar.

Sé lo importante que ella es y entiendo el porqué de cómo actúan Hades y Miguel, pero ellos también deberían entender que peligra la coexistencia y mi deber es impedir eso.

Durante décadas estuve trabajando intentando evitar que se vuelvan a cometer los errores de mi antepasado, pero al final fue inútil ya que nada impidió que la guerra llegase.

—Ve a los límites y asegúrate de que todo marche bien – le pido a Anubis. —Yo me encargo de cuidar las puertas mientras tanto.

El limbo que se crea en los límites que conectan la entrada a los cuatro mundos no puede caer ante el caos. La armonía debe reinar en el lugar durante toda la existencia.

Recuerdo que el mismo Cronos me pidió que velara y lo protegiera con mi vida de ser necesario. Es un lugar pulcro, lleno de paz, son muy pocas las personas que lo conocen y han tenido la oportunidad de estar en el lugar.

—Maldita sea este lugar es enorme.

Me giré al escuchar la voz del amigo de Rae. Viene caminando con la mirada en las paredes claramente perdido.

—¿Estás bien? – pregunto y lo veo saltar en su lugar cuando repara mi presencia.

—Oh joder, lo siento, volví a perderme – se disculpa.

Me hace reír.

Me mira por unos segundos y se acerca sonriendo.

—¿Sabes que no deberías estar por estos lados no?

Los demonios y los transportadores de almas bajo el mando de Anubis solo deben ingresar por la entrada de la cueva o por la cuarta. Siempre ha sido así ya que es peligroso que todos sepan el lugar exacto de las puertas rojas.

—De verdad lo lamento es que me perdí buscando a Rae.

Le sonrió ya que puedo darme cuenta de que no miente. Desde que lo conocí por primera vez hubo algo en él que me atrajo. Sabía que era de fiar.

—No te hagas problema, si me esperas un rato yo mismo te acompaño o puedo llamar a algún demonio que...

—No, no espero, espero – me interrumpe sin ninguna consideración. —Los demonios me miran raro, me dan un poco de miedo en verdad.

Guardó silencio mientras conectó mi mente al lugar. Todo está sin problemas excepto por su regente que cada día que pasa está peor.

—¿Y qué haces exactamente en este lugar? – su voz me hace volver.

—Lo protejo, básicamente ese es mi trabajo – respondo y admiro lo fácil que es hablar con él. —Como sabueso infernal ese es mi deber.

—¿Puedo verlo?

—¿A quién?

—Al pe... - se calla tapándose la boca con las manos. —Al sabueso ¿puedo verlo?

Su pedido me tomó por sorpresa y no sé qué hacer en realidad. Nunca nadie se había atrevido a pedirme algo así y lo peor de todo, nunca desee cumplir tanto un pedido como el suyo.

Me aleje unos pasos y deje salir al animal. En ningún momento me aparto la mirada, ni siquiera cuando el rojo de mis ojos se hizo presente.

—Wao, es negro y con ojos rojos – exclamo.

Pude notar el asombro con el que hablaba. Lo vi dudar en si acercarse o no por lo que me senté en las patas traseras agachando la cabeza. No quería asustarlo. Quería que confiara en mí. Sus dedos se enredaron en el pelo mientras acariciaba.

Su toque se sentía bien.

—Lamento interrumpir lo que sea que estás haciendo, pero te necesito en la sala del trono – la voz de Hades me hace volver a mi forma humana sin saber en dónde carajos meterme.

Lo reparó a unos metros. Me observa levantando una ceja y con clara cara de burla. Anubis está a unos pasos tras él

¿En qué momento volvió?

—¡Todo está en orden en el limbo sabueso! – habla el transportador.

Solo asiento.

—¿Vienes o estás muy ocupado? – pregunta el dios.

Me dan ganas de morderle la yugular. Le hago señas al amigo de Rae que nos siga ya que no puedo dejarlo en ese lugar, menos con Anubis. El silencio es tan incómodo.

—¡Sabes que nadie puede ir ahí! – me dice como si no lo supiera.

—Lo siento dios del inframundo me perdí, no lo regañé solo me estaba ayudando – habla tan rápido que se pierde en sus propias palabras.

La ternura me sube por alguna parte.

—¡Claro, ya veo!

Hades sonríe sarcásticamente y maldigo a Hela por enseñarle eso.

Llegamos a la sala del trono en donde ya están los arcángeles, Rae y algunos comandantes y el hecho de que no se aparte de mí lado atrae varías miradas.

—Rae volví a perderme – se queja con su amigo quien le sonríe palmeando el hombro.

Escuchó cada una de las nuevas indicaciones sin evitar sonreír por los comentarios que hace cuando algo le molesta o simplemente no logra entenderlo. Todos se van dejándome solo con Hades quien solo me mira divertido.

—Dices algo y te saltó a la cara, y de paso se me olvida que eres el rey – se encoge de hombros y me voy ya que no tengo ganas de aguantar sus cargadas.

Me sorprende al verlo fuera recostado en una de las paredes, me sonríe al verme.

—Soy Ecresio por si no te acordabas – me extiende la mano y se la aprieto. 

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