Hela

Capítulo XXVII

 Hela

Rae pasó la noche en casa. Era más fácil de esa forma. Nos escabullimos del campamento antes de que saliera el sol, justo con el cambio de guardia.

Mi querido amigo estaba muy nervioso, podía notarlo aunque intentara ocultarlo. No debía ser fácil para él.

—Tranquilo – intenté consolarlo. —Todo va a salir bien

Entendía como se sentía. El tema de nuestros padres era algo muy sensible para nosotros al punto de que muchas veces no sabíamos cómo manejarlo.

—Para vos es fácil ya que has estado ante su presencia muchas veces.

Me hizo reír la forma en la que lo dijo. No estaba nervioso por lo que descubrirá, estaba nervioso por conocer a Hades.

La ternura se disparó dentro mío, parecía un niño pequeño.

—Vamos, no es tan malo como crees.

Intente alentarlo. Era la realidad. Sabía que Hades iba a ser bueno con él.

—Sos su novia, claro que es bueno con vos.

—También va a ser bueno con vos - confirmó.

Me sentía segura respecto a eso.

—¿Por qué?

—¡Por qué sos importante para mí! - digo tomándolo de los hombros para ocultarnos.

—Oye - se queja.

—Van a vernos.

Le señaló a los guardias de la puerta y entiende enseguida. Gracias a los dioses no se quedaban en un mismo lugar más bien iban y venían por el perímetro.

Salimos fácilmente.

—Fue fácil - concluyó.

Lo golpee ya que casi nos descubren por su culpa.

—No perdamos tiempo - propongo.

Debo reconocer que las largas horas que demoramos en llegar al lugar se pasaron rápido al estar acompañada. Rae era una buena compañía.

—¿De verdad va a ayudarnos? - pregunto.

Se lo escuchaba dudoso.

Nos detuvimos a mitad de camino para darle de beber a los caballos y comer algo nosotros ya que salimos sin desayunar. Estaba cansada. El cuerpo me pesaba y no me respondía como antes pero quería hacer esto por él.

—Te he dicho que sí – pasé mi mano por encima de su hombro a modo de abrazó. —Confía en mí.

Hizo silencio por un pequeño lapso de tiempo. Lo observé.

—¿Qué crees que hay después de la muerte, Hela? – pregunta tumbándose en el pasto.

Hago lo mismo.

—No lo sé, papá dijo que la continuación de la existencia – recuerdo sus palabras.

Ladea la cabeza obligándolo a que lo mire, sus ojos están aguados.

—Gracias por esto – dice y me tira encima suyo de un simple jalón. —Por todo esto.

Sabía el peso de estas palabras y lo raro que era para alguien con su personalidad decirlas por lo cual las disfrute de sobre manera. Rae era... un complemento necesario para mi alma.

—Sigamos - propongo.

Todavía teníamos un largo trecho hasta la cueva. Cuando por fin llegamos no se veían rastros del dios del inframundo por ningún lado.