Capítulo IX (Parte I)

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Puerto príncipe

Hela

Abrí los ojos y no sabía en dónde me encontraba.

Todo a mi alrededor estaba completamente blanco y vacío.

Intenté moverme y buscar una salida, pero no había ninguna puerta por ningún lado.

Una brisa fría me recorrió la espina dorsal, sentí una presencia detrás de mí, aunque el miedo me estaba ganando me di la vuelta.

Los ojos se me explayaron al ver como una figura se materializaba a unos pasos.

—Hela – hablo y reconocí su voz enseguida.—Debes tener cuidado y alejarte de Hades.

—¿Quién eres? ¿Cómo sabes eso? ¿Por qué debo alejarme de él? – las preguntas se formularon y salieron de mi boca por si solas.

—Puedes llamarme Miguel, solo confía en mí, desearía poder responder todas tus preguntas, pero no tengo mucho tiempo.

Había algo en la forma en la que me miraba que me hacía sentir segura, protegida, como si fuese la última persona que me haría daño.

—No te comprendo.

—Lamento mucho eso, pero ya llegará el momento y comprenderás.

—¡No te vayas! – pedí en vano. 

—¡Estoy muy orgulloso de vos pequeña Hela! – agregó y se esfumó en el aire como humo.

Me desperté sobresaltada no era la primera vez que soñaba con él, pero sí que me hablaba y se presentaba, recordé el nombre que uso Miguel.

No conocía a muchos que se llamasen así, el único que venía a mi mente era el arcángel, pero por que un ser tan poderoso se comunicaría conmigo.

Los golpes en la puerta me trajeron a la realidad, mire la hora y salte de la cama, mis amigos iban a matarme. Bajé corriendo las escaleras pensando en alguna excusa.

—Lo siento, lo siento – me disculpe abriéndoles la puerta para que pudiesen entrar.

Traían todo tipo de comida y bebidas para pasar el día encerrados viendo películas.

—¿Te olvidaste de nosotros rojita? – dijo Liam mientras me daba un beso en la frente.

—No claro que no - me defendí.

—¡Díselo a tu piyama! – lo secundo Rae.

Me reí.

Cuando los dos se juntaban, no se les escapaba nada. Los hice seguir y, mientras se ubicaban subí a cambiarme.

Poco a poco la casa comenzó a llenarse de ruido y alegría, mis amigos traían eso a mi vida.

Cada uno, con sus personalidades tan distinta, completaban mi mundo y lo ponían de cabeza.

Liam es alegre y bromista, le gusta demostrar el cariño con acciones en ves de palabras.

Ecrecio en cambio es demasiado malhumorado y sensible, se enojaba fácilmente por cualquier tontería pero tiene un corazón de oro.

Rae es demasiado serio y frío, le cuesta abrirse con las personas y demostrar sus emociones y sentimientos, aunque soy su expeción.

Hana es detallista y perfeccionista, es amante del orden y una romántica de nacimiento.

Sonreí mientras los veía ubicarse en la alfombra que decoraba el piso de madera de la casa.

—¿Lo invitaste? – preguntó Hana desde la sala.

—¿A quién? - cuestiono sin poder entender a quien se refiere.

—A Persio – dice y Ecresio se mofa. 

La relación entre ambos no era demasiado buena, en realidad ni se hablaban, pero a mi amigo le caía mal el hijo de Poseidón, al punto de insultarlo cada vez que aparecía cerca nuestro.

Negué mientras me ubicaba en la alfombra a su lado.

No me había dado cuenta de avisarle, a decir verdad, después de que Hades y el perro que no quiere que le digan perro se fueron quedé en blanco.

—¿Qué peli vemos? – nos preguntó Liam tomando la caja en donde guardábamos los CD que nos gustaban.

Había de todo documentales, comedias, novelas románticas, de terror. Todos habían sido un regalo de Rae para "el grupo". La mayoría le creyeron, pero en realidad, yo sabía que se los había robado del mundo mortal en una escapada que hizo.

Eran cosas mundanas, pero las amábamos más que a nada.

Después de habernos puesto de acuerdo y elegido una de comedia y una de terror estuvimos horas frente a la televisión, comiendo comida chatarra y bebiendo jugos.

Las risas, los chistes malos de Liam y las enojadas de Ecresio no faltaron.

Me sentía completa y feliz.

—¿Estás bien? Te note rara cuando llegamos – me preguntó Hana mientras cortábamos la pizza en la cocina.

Tuvimos que dejar la película por la mitad ya que el hambre nos había ganado.

La mire de reojo, nadie me conocía tan bien como mi mejor amiga —Tuve un sueño raro nuevamente – susurre para que solo nosotras escucháramos.

—¿Otra vez la figura? – Hana era a la única persona que le había contado sobre mis sueños.

Si bien, amaba y confiaba en todos ellos, con Hana me sentía realmente segura. Era mi alma gemela, el espejo en cual podría reflejarme sin problemas.

—Miguel – dije –Se llama Miguel.

Ella me miro incrédula.

—¿Le pusiste nombre?

Me reí mientras negaba y le contaba todo, va casi todo ya que no podía hablarle sobre Hades. Ella escucho atentamente prometiendo hablar cuando estemos solas y se lo agradecí.

Terminamos de cortar y llevamos todo a la mesa de la sala donde los demás ya habían puesto platos y servilletas.

Comimos y nos pusimos a jugar a las cartas mientras Rae nos contaba como iban sus entrenamientos.

—Sube a la habitación – la voz que retumbó en mi mente  me tenso.

La reconocí enseguida, era el perro de Hades. No pude evitar ilusionarme, ya que eso significaba que él también estaba acá.

—¿Rojita? ¿Estás bien? – pregunto Liam. Debe haberse percatado de cómo mi cuerpo se tensaba.

Asentí mientras me excusaba de que debía ir al baño.

Caminé los más lento que pude hasta mi cuarto, el hecho de que mis amigos lo encontraran en la casa me aterraba.

Estaba segura de que volvería, como lo prometido ayer, pero no me imaginé que tan pronto.

Si alguien lo encontraba en mi casa podría quedar como una traidora ante el campamento al relacionarme con "el enemigo".

Entre y el perro negro estaba sentado en sus patas traseras, sus ojos rojos resaltaban en la opaca oscuridad. Cerré rápido la puerta sin apartarle la mirada, no dejaba de intimidarme

Mis ojos recorrieron el lugar buscándolo, pero no había rastros del dios del inframundo.

—Él no vino – lo escuché hablar en mi mente . –Soy solo yo - agregó-

—¿Qué necesitas? – intente sonar amable aunque quisiera salir corriendo.

—Primero que nada, soy Adrish no perro – dijo y no pude evitar sonreírle, su humor era demasiado gracioso.

Sin dudas tenía un serio complejo con que le digan perro.

—Es un placer Adrish, yo soy Hela - le sonreí.

—Es un gusto Hela - su voz volvio a resonar en mi mente.

Lo cual me fascinaba. 


HelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora