Capítulo VII

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Hades

Maldije en todos los idiomas mientras me giraba con cara de pocos amigos contemplando al hombre de más de metro sesenta que se erguía frente a mí con una sonrisa ridícula.

—¿Qué haces acá? - le pregunte. 

Me frustraba el hecho de que metiera sus narices en lo que, claramente, no le importaba.

—Lo mismo debería preguntarte ¿Quién es? – pregunta.

Por poco se le salé el cuello intentando ver, por encima de mi hombro, a la niña que seguía bailando ajena a lo que pasaba afuera de su casa.

La espantosa música sonaba y ella se mecía a su ritmo mientras iba y venía preparando algo en la cocina.

—¡Nadie que te importe! - lo tome del brazo apartándolo lo más lejos del lugar. 

El muy idiota solo seguía sonriendo, como si supiese lo que pasaba.

Había momentos que odiaba la confianza que le había dado a Adrish, no me gustaba que las personas vean el lado medio amable del músculo que bombea sangre.

—¿Qué haces? – sigue haciéndose el otro.

Un ruido nos hizo ocultarnos detrás de un árbol, como si en vez de ser dioses de alto rango  fuésemos unos vil ladrones.

Tomé a mi sabueso del brazo, para ocultarlo junto conmigo; al mirarlo, la sonrisa que mantenía en su rostro, me hacía dar ganas de prenderlo fuego.

—¿Por qué nos ocultamos? – pregunta sin dejar de reírse.

La furia comienza a aparecer y me contengo de mandarlo de vuelta, vaya a saber por qué.

—¿Qué es lo que te divierte tanto? - lo encaro.

—Solo quería ver lo que te tenía tan alejado de casa - habla. —Es linda - concluye.

—¡No la mires! – lo encuello viendo que intentaba volver a poner los ojos en la ventana—Y no vuelvas a repetir eso.

—¿Qué cosa? – cuestiona. —¿Qué es linda?

No me contengo ante las palabras que salen de su boca y lo encuello llevándolo contra el árbol. Por más que sean verdad, no soporto que nadie las diga.

—Tranquilo, solo fue una observación – se zafa de mi agarre acomodándose la ropa-

—¡Pues no la observes! – grité y me arrepentí enseguida del tono que usé al escuchar la carcajada que largo al sacarme la ficha.

—¡Te gusta! – exclama.

—Cierra la maldita boca – exigí. 

Nadie me conocía mejor que él.

Adrish, era eso que los humanos llamaban un mejor amigo. Estuvo a mí lado desde que tomé mi lugar en el inframundo, siempre me demostró su lealtad y su hermandad.

Las historias del mundo se han encargado de dejar en claro mi oscura naturaleza. 

Han dicho por siglos, que soy un monstruo sin corazón, pero sin dudas le tengo demasiado cariño al idiota que sigue riéndose.

—¿Enserio no me vas a decir quien era ella? – se para a mi lado chocando nuestros hombros. —Ni dónde la conociste.

El tono de voz le cambia dejando detrás la burla del comienzo.

—La hermana de Efesio – respondí. 

No mentía en lo que decía, solo no le contaba toda la verdad.

HelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora