Hela

Capítulo VI

☪Hela

Desde pequeños, nos enseñan a ser fuertes, a ser valientes y guerreros extraordinarios.

Pero, a la vez, nos condicionan a vivir según sus reglas. Muchas veces me he preguntado ¿Hasta qué punto somos realmente libres?

Me gusta mi vida y amo a las personas que día a día son parte de ella, pero deseo más. Quiero conocer el mundo, tener y crear nuevas emociones, ir a batallas y poder vivir un amor.

Quiero enamorarme, conocer a alguien que deje todo por mí y me vuelva el centro de su mundo.

Cada tanto, mis pensamientos evocaban unos ojos negros que hacen latir mi corazón, Hades. Y es que todavía no puedo entender por qué tengo tanto deseo de volver a ver al dios del inframundo.

No entiendo este deseo de volver a sentir sus manos sobre mí piel, de volver a escuchar su voz, de respirar el mismo aire.

La alarma volvió a sonar, como todos los días a la misma hora dando inicio a la misma rutina, clases y entrenamiento.

Me vestí rápidamente y tomé mis armas para salir enseguida, no tenía ganas de desayunar. La mañana estaba fresca, el sol estaba oculto detrás de unas nubes negras.

Suspiré nutriendome del aire del lugar, era una locura, pero podía sentir la energía deslizarse por cada parte de mi cuerpo.

Camine, aferrándome a mí misma, por el sendero de piedra, el cual llevaba a la arena en donde entrenábamos.

Estaba perdida en mis pensamientos, evocando una y otra vez la cueva y sonriendo como estúpida.

Las preguntas no dejaban de aparecer y todas se relacionaban con saber por qué el dios del inframundo me dejo ir fácilmente.

—¡Hela! – el grito de Rae me tomó por sorpresa.

Mi amigo apareció de la nada, asustándome, mientras se colgaba de mis hombros. Le sonreí mientras lo invitaba a que caminemos juntos.

Rae tenía un año más que yo. Era unos centímetros más bajo, de pelo negro con pequeños lunares en su rostro. 

Su piel era morena pálida y tenía una personalidad tan vivaz que podría jurar que nunca estaba triste.

Era una de mis personas favoritas, pasábamos noches enteras mirando películas o leyendo en la biblioteca.

Nuestra amistad iba más allá de las palabras podíamos comunicarnos solamente con la mirada o gestos.

—No hagas eso - le doy un leve golpe en el hombro. —¡Me asustaste!

Se rie.

—Lo que pasa es que vaya a saber en qué pensabas o, mejor dicho, en quien - dice lo último levantando las cejas.

—Pensaba en mi mamá - miento.

—¿Qué hay con ella? - cuestiona incitándome a seguir caminando.

Lleva su arco en la espalda por lo que sospecho va al campo de tiros a entrenar con Hana.

—Nada, solo que me gustaría conocerla.

—No quiero sonar mala - se aferra a mi brazo. —Pero no quiero que pienses en la diosa, no me gusta verte triste.

—Olvídalo ¿si? - intento dejar el tema. —¿A dónde vas?

—A ver a Hana.

—¿Cuándo vas a decirle?

—La sola idea de que me rechace me asusta, más allá de todo es mi amiga y su amistad es algo que no quiero perder.