Capítulo III

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La cueva

Hela

Los dioses rodeaban la entrada del campamento ansiosos, llenos de armas y con una evidente aura de preocupación. Amsther armó grupos de búsqueda para cubrir más terreno, para mi suerte me toco con mis amigos y algunos guardias del perímetro.

Los kilómetros hasta la cueva fueron eternos. Demoramos más de tres horas en llegar, ya que el sendero barrancoso impedía que los caballos fueran más rápido.

No pude evitar darme cuenta de que rodos estaban nerviosos y ansiosos. Todo empeoró después de lo que mi hermano había dicho.

—Te ves hermosa – me hace saber Liam.

—Tenemos buen gusto – hablan Rae y Ecresio a la par chocando la palma de sus manos.

Liam bufa y con Hana solo nos reímos.

Cuando por fin llegamos, pudimos ver una enorme roca hecha montaña, su superficie estaba cubierta de vegetación al igual que sus alrededores. Bajamos de los caballos a la espera de órdenes, las cuales llegaron enseguida.

—¡Todos juntos, no quiero fallas, ya conocen el plan! — el grupo de Persio fue el primero en ingresar al lugar.

El mío lo seguió. caminamos en sigilo y por sobre todo, con precaución. La oscuridad comenzó a ser más densa y empecé a sentir miedo.

Sí alguien me hubiese dicho que mi vida cambiaria rotundamente a partir de este momento, no lo hubiese creído; inclusive me hubiese reído de tal ocurrencia.

El interior de la cueva estabaven total oscuridad, la luz del sol había desaparecido a pocos metros de la entrada.

Cuanto más nos adentramos, más podíamos detallar los alrededores; todo era pulcro,lleno de enormes rocas y cristales que prendían del techo.

Es una de las entradas al inframundo

La voz de mi hermano resonó en mi cabeza aumentando mi preocupación. Lo busqué y pese a la densidad de la oscuridad, lo vi a los lejos junto a los guardias, cruzamos miradas y luego desapareció por uno de los camino.

Tomamos el camino de la izquierda, después de unos cuantos metros, llegamos a lo que parecia ser un acantilado.

—Apuesto a que no tiene final - mencione al notar que eran metros y más metros de completa oscuridad.

—No se separen – ordenó Rae.

—Allí – señaló Hana.

Señaló un punto fijo y a lo lejos,  empezamos a distinguir una pequeña figura, recostada a una pared, la cual no se movía.

El dolor inundó mi pecho.

—¡Es Liv! - dijo Rae al acercarse y encontrar a la pequeña en un estado espantoso.

El pelo rubio lo tenía sucio y las manos estaban encadenadas a una enorme roca, impidiéndole cualquier tipo de movilidad.

—Tranquila pequeña - el corazón se me estrujo al verla en esas condiciones. 

Rompí las cadenas lo más rápido que pude dejando sus manos libres. La pequeña diosa sólo lloraba mientras intentaba contarnos lo que le habían hecho.

Ecresio la tomó en brazos rápidamente, apretándola fuertemente contra él. Rae mando la señal para avisarles a los demás que la habíamos encontrado mientras Hana le daba agua y comida a la diosa.

—Todo estará bien – susurraba mi amigo.

Estábamos tan perdidos en la escena delante que no fuimos conscientes del momento en el cual la pelea se desató, solo vimos como las sombras negras empezaron a materializarse y atacarnos.

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