Capítulo XV

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Hela

Me había entregado al dios del inframundo y no podía sentirme más feliz.

Verlo dormir a mi lado mientras sus brazos me rodeaban era mi nueva imagen favorita en el mundo.

Jamás había estado con un hombre de esta manera, pero lo que el dios desnudo a mí lado me había hecho sentir no lo haría nadie más.

Sus besos, sus manos y sus embestidas eran el jodido infierno.

Él era mi jodido infierno.

Miré el reflejo de mi cuerpo en el espejo y sentí una pequeña punzada de soledad. Este había sido uno de los mejores momentos de mi vida y dudaba que pudiese decírselo a alguien sin que me juzgarán.

—Buenos días pequeña diosa - escucho su voz.

Me giro y sus ojos me miraban con fascinación.

—Buenos días Hades - lo saludo besando sus labios con un pequeño roce.

El dios en mi cama tiro de mi cuerpo dejándome arriba suyo.

—¿Te encuentras bien? - pregunto.

Asentí acurrucados más a él. Estaba demasiado bien.

—¿Estas segura?

—Claro que sí.

—Lamento si fui brusco, intente controlarme lo más que...

Lo callo llevando mis dedos a sus labios.

—Fue perfecto - le hago saber.

Me sonríe.

Comienza a dejar carisias por mi espalda y cierro los ojos cuando su mano se desliza sobre mi piel hasta llegar a mi.... suelto un gemido cuando estruja uno de mis glúteos.

Lejos de sentir vergüenza sus manos me prendían volviendo a despertar las ganas de sentirlo en mi interior.

Lleve mi mano hasta su entre pierna acariciando el pequeño bulto que se estaba formando. Él jadeo mientras tomaba un poco de mi pelo besándome el cuello con desesperación.

Volvi a subir sobre él. Comencé a mover mis caderas por inercia disfrutando de la fricción de nuestros cuerpos, el calor comenzó a aumentar en ambos.

–Elévate - ordenó con la voz áspera y obedecí.

Un temblor recorrió mi parte baja cuando lo volví a sentir dentro mío. Dejé a mi cuerpo adaptarse nuevamente a su tamaño y empecé a subir y a bajar moviendo mis caderas.

Mi mano descansaba en su pecho dándome estabilidad mientras me follaba al dios del inframundo quien disfrutaba de mis movimientos.

Nuestros cuerpos se reflejaban en el espejo y me sonroje al ver lo perfectos que éramos juntos. Lo bien que nos complementabamos el uno con el otro.

El clímax nos envolvió a ambos dejándonos exhausto.

—Deseo despertar todas las jodidas mañanas así - suelta.

Me envolvió en sus brazos apretándome fuertemente.

—También lo deseo - confesé. Le sonreí disfrutando de su compañía.

Después de varios minutos abrazados me levante a tomar una ducha y a preparar algo de comer ya que moría de hambre. Salí envuelta en una toalla y él seguía en el mismo lugar.

—Puedes tomar un baño mientras preparo algo para comer - dije poniéndome unos pantalones y una remera.

Lo que más amaba de estar entre estas paredes es que no tengo que usar esas ridículas capa de tela que llaman vestidos. Podía ser simplemente yo.

Él se levantó y pasó hacía el baño no sin antes darme un azote en la nalga.

Bajé a la cocina sumamente feliz, encendí la radio mientras picaba un poco de fruta para ambos, las fui poniendo en un plato y las llevé a la sala.

No pude contenerme y pegué un grito cuando vi a Adrish en su forma animal en el medio de sala, mirándome con la lengua afuera.

—Oh por todos los santos - lleve la mano libre al pecho por el susto que me había dado el condenado.

—¿Qué paso? - pregunto el dios con un simple girto.

Hades bajo las escaleras envuelto en una diminuta toalla que dejaba ver más de lo que tapaba. No pude evitar posar mis ojos allí abajo ganándome un ladrido del perro.

—¿Qué carajos haces acá? - se dirigió a Adrish.

—¿Podrías hacerme el bendito favor de vestirte? Pervertido - ambos los escuchamos claramente en nuestra mente.

El dios del inframundo volvió a subir por las escaleras claramente enojado.

—¿Qué haces acá? - pregunte.

Intente ocultar la vergüenza que me daba la situación. Era demasiado claro que sabía lo que había pasado.

Adrish adopto su forma humana sonriéndome con malicia.

—¿Por qué Hades estaba desnudo?

No sabía que cornos responderle.

—¡Que mierda te importa! - el dios volvió a bajar, pero ahora con ropa.

Tuve un deja vú al vernos nuevamente a ambos parados en el medio de la sala, la única diferencia era que al único que le divertía la situación era al sabueso.

—¿A qué mierda viniste? - el dios no disimulaba el enfado.

—Estaba aburrido - le respondió claramente con sarcasmo.

Decidí ignorar su tonta pelea yendo por más fruta y jugo.

—¡Córtenla ambos! Y tomen el juego - ambos me miraron feo mientras les dejaba un bazo enfrente. Hades se ubicó en el mismo sillón que la otra vez tomando el líquido.

—Los mensajeros del olimpo volvieron - hablo el sabueso después de terminar el juego.

—¿Otra vez? - cuestiono el dios. —¿Qué carajos querían?

—Que vallas al olimpo - respondió mientras me robaba la fruta.

Hades le dio un manotazo.

—Deja de comerle las cosas y vuelve al inframundo.

—¿Y vos? ¿Te vas a quedar a vivir acá? - indago con burla.

El dios lo iba a encuellar, pero el sabueso fue más rápido desapareciendo del lugar.

—No quiero, pero debo irme pequeña diosa - sus ojos negros brillaban.

—¡Está bien! - comprendía que tenía cosas que hacer, yo también las tenía, ayudar a mi mejor amiga a prepararse para su cita era una de ellas. — ¿Vas a volver?

—¡Claro que sí! - respondió mientras se acercaba dándome un último beso antes de desaparecer del lugar.

Él se había ido, pero a diferencia de la última vez, solo podía sentirme inmensamente feliz.

Estaba enamorada.

Locamente enamorada.

Había caído completamente por el dios del inframundo.

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