Mundo mortal
Hela
Luego de salir de ese horrible lugar Ercles me llevó en su espalda todo el trayecto. No sé a dónde íbamos y tampoco pregunté. No tenía fuerzas para nada más que dormir.
—¿Cómo te sientes? - preguntó una tarde.
—Bien - mentí.
Los daños que el dios de la guerra había causado en mí eran más severos de lo que me imaginaba. No solo me dolía el cuerpo sino también el alma, por más que quisiera caminar por mi cuenta era imposible, seguía muy débil.
—Es carne seca - habla extendiéndome algo de color rojo. —Descansaremos unas horas.
Asiento devorándome la comida. Necesitaba recuperarme lo más pronto posible. Odiaba sentirme una carga para él.
—¿A dónde vamos? - pregunte la segunda noche.
Había deducido que teníamos un patrón para movernos. Nunca nos quedamos mucho tiempo en el mismo lugar, sólo unas pocas horas. Parábamos solamente para comer y pasar la noche.
—Estamos cerca - fue lo único que dijo.
No pregunté nada más. No quería molestar. Demasiado estaba haciendo por mi. Viajamos durante cuatro días hasta llegar a una pequeña aldea la cual se encontraba oculta después de las colinas en el mundo mortal.
—Llegamos - dijo.
Me limité a observar los alrededores vagamente. No me importaba donde estaba, cualquier lugar sería mejor que la cueva. Ercles me miró con un atisbo de tristeza antes de comentarme como debíamos avanzar de ahora en más.
—¿Estás de acuerdo?
Asentí.
—Es un buen lugar - agregó al notar que no decía nada. —Estarán bien acá.
Era el lugar perfecto para esconderse debía reconocer eso.
Pasamos la primera noche en lo que parecía ser una taberna. No me queje. Tenía un techo, comida y por primera vez en más de una semana pude darme un baño. Me sentía renovada cuando la suciedad externa dejó mi cuerpo.
La mañana llegó rápidamente y con ella otro golpe de realidad.
—Ven - pidió mi hermano.
Lo seguí mientras nos conducía por las calles de la aldea.
—Te conseguí esta choza y en la bolsa hay alimentos – sus palabras me hacen dar cuenta de que va a irse. —¿Hela?
—¡Gracias Ercles!
Fui lo más sincera posible ya que estoy segura que sin él no hubiera salido de aquel lugar.
—Por todo lo que hiciste.
Se me hizo tan extraño viajar con él y convivir con la forma amorosa con la que me trataba. Siempre había pensado que no le agradaba y que incluso me odiaba, enterarme que solo había finjo por años me dolió.
Me dolió mucho escuchar todo lo que había tenido que soportar, me dolió que haya tenido que ser alguien que no quería solo para cumplir los caprichos de su padre. Todo lo que mi padre me había contado sobre los padecimientos de mi madre llegaron a mi mente y por primera vez en muchos años le agradecí el haberme alejado tanto tiempo de él.
—Debo volver Hela, te has podido dar cuenta de cómo están las cosas, deben dudar de mi ausencia – intente ocultar el dolor que eso me generaba. —No debes salir, ni dejar de inyectar el líquido, no va a lastimarlo, pero por su bien debes estar escondida.
Moví la cabeza.
Entendía la magnitud de las cosas, las comprendí de la peor de las formas ya que por más poderosos que sean papá y Hades nada evitó que cayera en manos de Ares y no iba a correr nuevamente el riesgo.
No después de que mi hermano me confirmara que seguía conmigo.
—Para lo que necesites.
Ercles dejo una bolsa llena de monedas para que no me faltara nada.
—Es tu dinero - intenté oponerme.
Me abrazo de la nada.
—Necesito que estés bien - murmuro.
Lo rodeé con mis brazos aferrándome a su cuello. Me fue imposible contener las lágrimas.
—Estaré bien.
Nos despedimos por la tarde y prometió volver lo más pronto posible. La noche cayó horas más tarde. La soledad del lugar se profundizó por lo que busqué la pequeña cama de paja tirándome sobre ella, todavía seguía algo cansada por lo que decidí dormir.
Los días se convirtieron en semanas. El elixir me mantenía fuera del radar de los dioses por lo que podía permitirme descansar tranquila. Los días había hecho maravillas conmigo. Había sanado todas las heridas de mi cuerpo aunque las del alma seguían brotando sangre.
Sería difícil curarlas.
Me vi obligada a salir de la casa cuando la comida se acabó. La aldea era un lugar hermoso, las personas que la habitaban eran amables y humildes. Era un lugar con mucha vegetación, lleno de vida y un tanto medieval. Las personas aún ordeñaban animales, sembraban los campos y mataban vacas, cerdos y gallinas para comer carne.
Camine por el pequeño mercado conformado de mesas en donde se exhiben vegetales y manualidades. Me sentía a gusto. Ercles acertó al traerme a este lugar.
—¿Te enteraste que el dios del inframundo va a tener un heredero? - habló una de las vendedoras.
Me fue imposible no parar la oreja ante la mención de su nombre. Era la primera vez que lo escuchaba en semanas. No me sorprendió. Los cuatros reinos siempre estuvieron conectados por lo que los humanos sabían y entendían la existencia de seres distintos a ellos.
—¡Dice que la diosa lo perdió! – afirmó la otra.
—Sería una pena, el dios del inframundo siempre deseó un hijo.
No pude soportar el nudo que se me formó en la garganta.
¿Un hijo?
¿Iba a tener un hijo?
Me olvidé de las compras y volví corriendo a la casa. El pecho me ardía por el dolor que me generaba el saber que me había traicionado. Barrí con todas las cosas de la mesa presa del enojo. Busqué la maleta que contenía los frascos de mandrágora y me inyecté.
Ahora más que nunca iba a evitar que me encontraran.
El ardor del líquido entrando en mi sistema me hizo caer de rodillas. Las lágrimas comenzaron a salir, el cuerpo me temblaba por los espasmos. Negué muchas veces, no podía ser posible lo que había escuchado, no podía haberme traicionado de esa manera.
Ahora entendía las palabras de Ercles, entendía por qué me dijo que no podía confiar en él, me había traicionado, iba a tener un hijo con alguien más.
¿Se acostó con ella al mismo tiempo que conmigo?
¿Le juro amor de la misma forma que a mí?
El solo pensarlo me dio nauseas. Mientras yo sufría en manos del dios de la guerra, él disfrutaba con la diosa que tiene como reina. Sentí asco de mí misma.
Volví a sentirme sola.
Pero eso no iba a detenerme. Construiría una vida en este lugar. Esta vez tenía un motivo por el cual luchar y a pesar de que estaba lastimada no iba a dejarme vencer. No les iba a dar ese gusto.
Sería fuerte.
Por mí y por él.
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Hela
FantasyElla era luz. Él era oscuridad. Ella era hija de un ángel. Él de un demonio. ¿Qué pasará cuando sus caminos se crucen? ¿Serán capaces de luchar contra el fuego que los quema? 🔥Trilogía Infierno 🔥+18 🔥Primera parte: Hela, la hija del arcángel (Ter...