Capítulo XVII

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Alexander

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Alexander

Salgo del auto con rapidez, sintiéndome malhumorado como de costumbre. Para mí mala suerte, el maldito sol se encuentra a su máximo resplandor, los jodidos rayos apuntan en mi dirección y me golpean directo a la cara, obstruyéndome la vista.

Trato de restringir las maldiciones que sé muy bien quiero soltar para desahogarme del torrente de sentimientos que me corroen, pero no sé que diablos sucede a mi alrededor. Todo el mundo luce sorpresivamente feliz y no entiendo la razón detrás de dicho humor que en este preciso momento no siento.

Me masajeo las sienes cuando mi frustración se intensifica, buscando un ápice de paciencia. Quiero explotar con cualquiera que se me atraviese. Sólo destruir algo o a alguien.

Apresuro el paso y me adentro en mi empresa, de la misma manera que hago todas las mañanas. Mi rostro expresa lo que siento por dentro, una jodida irritación por no recibir respuesta de dicha mujer que no hace más que rondar en mi cabeza.

Continúo con la misma rutina de siempre, camino a un paso sólido y sin mirar a nadie, sin ninguna pizca de amabilidad impresa en mis gestos faciales, porque ninguno de mis empleados es digno de mi atención en estos momentos.

Ignoro a las personas cotilleando, sus miradas cargadas de una curiosidad sin fundamento que se me resbala, al igual que los intentos de seducción fallidos por parte de la recepcionista.

Jenna, mi asistente desde hace más de dos años, me llama con un gesto de mano, veo la urgencia en su mirada, pero me limito a negar con la cabeza, hoy en especial no necesito saber lo que dice mi agenda, no estoy listo para escuchar a nadie tan temprano, mucho menos cuando la única persona de la que sí deseo escuchar no quiere ni verme.

Ya se venció el plazo de tiempo que le di, y no sé si piensa que estoy jugando, porque no lo estoy, la quiero a ella, y cuando yo quiero algo lo consigo. Esta vez no me la voy a dejar quitar por nadie, mucho menos por un idiota como Aarón, que no es mejor que yo y que tampoco la hará feliz, no cuando le oculta que se folló a su mejor amiga.

No regreso a ver a nadie, me subo en el ascensor y presiono el botón que me lleva al penúltimo piso. Pasan unos segundos, en los que me permito fantasear con la figura de Camille en aquel vestido descubierto, y no es que fuera demasiado corto o que no dejara nada a la imaginación, sé exactamente cómo luce su cuerpo desnudo, cada rincón de su piel, cada borde, cada línea, cada lunar, absolutamente todo.

Por eso no puedo evitar que una oleada de excitación me suba por todas las extremidades, me es imposible bajar la creciente erección en mi entrepierna y, la impotencia que siento al no poder tocarla como a mí me plazca, me saca de quicio.

Amortiguo un gruñido, siseando entre dientes mientras me repito que pronto volverá a ser mía, y que podré sacia las ganas que succionan hasta el último gramo de mi autocontrol. El ascensor se abre y con eso, mis pensamientos se escapan.

No Me Sueltes (+18) [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora