Capítulo IV

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Alexander

Los años pesan, pero más pesa saber que la perdí y que nunca más la tendré a mi lado. Mis días siguen su mismo curso y se deterioran cada vez más, lo tengo todo en la vida para ser feliz, tengo dinero, fama, riqueza, familia, mujeres, pero no la tengo a ella y eso me está matando lenta y dolorosamente.

Yo cambiaría todo solo por volver a verla, por volver a sentir su aroma cerca de mí, por oír su voz, por sentir sus caricias sobre mi piel, porque nada tiene sentido desde que ella se marchó y no miró atrás. Siento que me abandonó y no puedo reclamarle por hacerlo y eso es lo que me pudre más.

Han pasado tres años y cinco meses para ser exactos pero el mundo se detuvo desde el día en que se fue. Mi mundo se detuvo y no he podido recuperarme desde que ella decidió dejarme atrás. Ella se fue por mi culpa y lo tengo muy claro, pero no lo acepto.

No tenerla es un tormento que me ha consumido por años, no lo soporto más y no importa cuanto trate de remplazarla, nada es igual desde su adiós. Sin ella mi vida ya no tiene sentido. Ella se llevó todo de mí, mis ganas de vivir, de sentir, mi voluntad, mi felicidad, mi corazón. Todo.

Y me dejó en la oscuridad. Una en la que siempre estuve pero que no soporto desde que me mostró su luz.

Ya no hay motivos para coexistir, no los encuentro desde que ella se fue. Yo hice todo para alejarla de mí y cuando se fue descubrí que no era el aire lo que mantenía vivo, era ella lo que necesitaba, lo supe y deseé estar muerto cuando no la tuve.

Ahora siempre siento que me estoy ahogando en mi propio mar de culpas y resentimientos.

No he podido avanzar, sigo siendo el mismo demonio que no ha podido olvidar a la única mujer que alguna vez fue su luz y que él apagó.Yo la apagué con todas mis acciones, lo hice sin darme cuenta que ella era mi vida y que estaba apagando lo único que me mantenía vivo.

Esto es una completa mierda.

Queriendo deshacerme de mis pensamientos cierro los ojos y beso a la mujer que tengo debajo de mi cuerpo, saboreo el sabor de sus labios y me frustro al no encontrar la dulzura que he anhelado desde hace tres malditos años, abro los ojos con brusquedad y veo a la mujer con cierto fastidio al descubrir que no son sus labios. No es ella, pese a tener el mismo color de cabello y el mismo color de ojos. Ella no tiene su brillo, no tiene su aroma, no tiene su dulzura, no tiene su inocencia, no tiene nada.

Porque no es ella, ella no es Camille.

¿Qué mierda estoy haciendo?

Consigo mi liberación después de tres embestidas y la suelto de mi agarre, no comparto ninguna palabra con ella, me visto rápidamente y salgo del lugar hecho una furia, siempre pasa lo mismo, no puedo besar a nadie sin recordarla. Ella siempre está ahí.

Me la paso buscando mujeres que se le asemejen, pero al final la verdad sale a la luz y me muestran que no es ella y nunca lo serán. Nunca llegué a intimar con ninguna de ellas hasta ahora, que usé el alcohol como un jodido impulso y sólo me doy cuenta del grave error que he cometido.

Camille se fue y va siendo hora que lo acepte, tengo que superarla.

Ella siempre va a formar parte de mí pero ahora necesito asimilar que jamás volverá a estar conmigo y todo es porque no supe qué hacer con tanto amor que ella me ofreció.

No supe qué hacer con su luz y terminé apagándola.

Soy un idiota, nunca la aprecié y aunque me duela en el alma sé que ella hizo lo correcto. Ella hizo lo mejor para sí misma al marcharse y abandonarme, siempre supe que eso pasaría, lo que jamás imaginé es hundirme en el suplicio de su partida.

No Me Sueltes (+18) [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora