AarónLa fastidiosa luz del sol que se cuela por la ventana me hace abrir los ojos con fastidio, todavía sintiéndome adormilado. Me paso una mano por la cara mientras bostezo, para cuando mis ojos se adaptan a la escasa luz, una sonrisa curva mis labios, ella está recostada a mi lado, bajo una sábana que le cubre todo el cuerpo excepto la cabeza.
Me acerco a ella lentamente, embelesado por la belleza que posee y que hace que mi ritmo cardíaco se dispare en cuestión de segundos. Le doy un suave beso en la mejilla y ella se revuelve a lado mío, negándose a despertar.
—Buenos días, muñeca —susurro despacio y ella sólo gruñe, aferrando sus brazos a la almohada.
Dejo escapar un suspiro relajado y reparo la habitación, es agradablemente espaciosa y en parte complementa la brillante personalidad de mi novia. No quiero, pero no puedo permitirme estar con ella todo el día, así que me deshago de la sábana que cubre mi cuerpo semidesnudo y salgo de la cama siendo cauteloso para no molestarla. La tristeza me invade casi de inmediato porque sólo quiero estar con ella todo el día, no hay nada mejor que dormir y despertar junto a ella.
Estiro la mano y cojo el móvil de la mesita de noche, la idea de quedarme en la cama con ella y cancelar mis planes cruza mi mente pero se desvanece cuando veo las miles de llamadas perdidas de James, mi suegro. Escaneo a Camille por enésima vez y maldigo en voz baja, no me gusta dejarla sola.
Siento la abrumadora necesidad de tenerla conmigo todo el tiempo, además, me siento culpable por ocultarle que sigo apoyando a su padre, aunque si no lo hago, nadie más lo hará.
Recojo mis vaqueros y remera del suelo para luego empezar a vestirme. Cuando termino, cojo mi chaqueta que se encuentra en la silla junto al tocador. Me acerco a ella, detallando lo perfecta que es cuando está dormida, mi corazón martillea dentro de mi pecho y resoplo ensimismado, no quiero despertarla así que sólo deposito un casto beso en sus labios entreabiertos y le escribo una breve nota, diciéndole la razón de mi ausencia.
Le doy una última mirada y salgo de la habitación tratando de ser cuidadoso para no despertar a las personas que residen en la casa. Cierro la puerta y una vocecita adormilada invade mis oídos haciendo que cada parte de mi cuerpo se estremezca con el escalofrío que me recorre de pies a cabeza.
—¿Qué haces en el cuarto de mi mami? —me giro enseguida y veo a una pequeña hermosura que se talla los ojos con sus diminutas manos.
Una sonrisa enorme tira de mis labios, un sentimiento desconocido comienza a calentar mi pecho y sin saber qué fuerza me impulsa, me agacho hasta quedar a su altura. La observo por tiempo indefinido y me veo encantado con la ternura que emana en cada gesto que hace.
—Tu mami tenía miedo de dormir sola, así que le hice compañía —digo una mentira inocente y ella curva sus labios en la sonrisa más hermosa que he visto en mi vida.
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No Me Sueltes (+18) [En proceso]
RomansaDemonios que someten: Segundo libro Han pasado tres años desde que Camille decidió irse de Seattle, dejando atrás todo lo que la atormentaba y la hacía sufrir con el único propósito de repararse a sí misma y alejarse de la persona que más daño le h...