CamilleMe limito a observar a las dos personas que se encuentran sentadas frente a mí. Ambos mantienen las manos posadas encima de sus rodillas, se miran entre ellos durante unos cuantos segundos que se me hacen eternos, para después enlazar sus miradas conmigo y soltar un suspiro.
Mi corazón empieza a latir con fuerza al darme cuenta de que todo lo que he estado temiendo durante todo este tiempo se ha hecho realidad. De nada ha servido todo lo que hecho para no tener problemas que lo involucren a él. Ha sido inútil irme porque vuelvo a estar en el mismo abismo de siempre.
Y no puedo deshacerme del sentimiento de decepción que me asalta. Siento que todo va mal. Mi vida se me escapa de las manos y no tengo ningún control sobre ello. Odio sentirme tan vulnerable. No puedo soportarlo.
Me prometí no dejar que esto me afectara más. Pero no puedo negar que sus acciones siguen desordenando mis emociones.
Él sigue desordenando mis emociones y eso es algo para lo que no estoy preparada.
La sensación de pánico en mi interior empeora con cada minuto qué pasa y me deja sin ninguna salida. No puedo mantener la calma, ni siquiera puedo respirar, no cuando estoy confirmando que mis sospechas son ciertas. Él tenía razón, siempre la tuvo y lo odio tanto. Está destruyendo mi vida de nuevo y esta vez siento que estoy atada de pies y manos.
No hace falta que me digan lo que pasó, sé muy bien lo que quieren decirme, aunque no se atrevan a hacerlo. Llevan unos treinta minutos buscando las palabras adecuadas, pero aparentemente no las encuentran, quizá sólo buscan excusas o simplemente les cuesta admitir que han perdido por ir contra la persona equivocada cuando no tenían ninguna posibilidad de ganar desde un principio.
Sin embargo, necesito que hablen, quiero que me digan lo que sé desde que hice una visita a cierta persona que no tiene ninguna relevancia en mi vida. O eso creía hasta este momento porque tener a estos dos hombres, cuya presencia en mi casa sólo me confirma que una vez más, estoy en manos de alguien que no quiero estar. Otra vez vuelvo a estar atada a una persona que tiene el potencial de arruinarme y dejarme hecha pedazos.
Mis manos tiemblan de ansiedad al ver que no se inmutan. Sólo me reparan de arriba abajo, con ese aire acusatorio reposando en la atmósfera. No puedo aguantar más en silencio, así que decido ser la primera en hablar:
—¿Qué es lo que ha pasado? —tenso la mandíbula y es Aarón quien carraspea la garganta antes de tomar mi mano, deteniendo el temblor que la embarga.
Se levanta del sofá y toma asiento a mi lado. Lo suficiente cerca como para que pueda aspirar su cálido aroma que no merma mi frustración. No digo nada al respecto, solo espero la respuesta que me romperá el corazón y de nuevo pondrá mi mundo de cabeza.
—El juez ha dictaminado que...
—¡No le digas! —interrumpe mi padre, su penetrante voz retumbando en la sala de estar—. Este es nuestro problema, no tiene por qué involucrarse.
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No Me Sueltes (+18) [En proceso]
RomanceDemonios que someten: Segundo libro Han pasado tres años desde que Camille decidió irse de Seattle, dejando atrás todo lo que la atormentaba y la hacía sufrir con el único propósito de repararse a sí misma y alejarse de la persona que más daño le h...