Capítulo 2

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Salieron esquivando a los borrachos y las furcias que se desparramaban cerca de la puerta. Se decía que ponían a algunos a rondar por ahí para prolongar el tiempo de estancia de los clientes.
El club tenía tres salidas: la principal por donde la mayoría también entraba, otra por el jardín trasero y una que daba a un callejón. Esta última era la que usaban más a menudo ya que permitía un anonimato casi total. Desgraciadamente era la salida que quedaba más cerca de la sección Brillo y Promesas.
En cuanto estuvieron fuera, se quitaron los antifaces y procedieron a guardarlos en la mochila que cargaban y la cual le cambiaron el forro antes de pasar bajo la luz de una farola. Miraron a los lados antes de cruzar la calle, a pesar de que no había gente, siempre eran precavidos por si alguien los estaría esperando en alguna esquina. Como en una ocasión hace un año, cuando fueron acorralados por tres hombres con la mitad del rostro tapado a los que les habían ganado en un juego de cartas y no supieron aceptar su derrota.
En cuanto salían del club, sus apelativos desaparecían, volvían a adoptar sus habituales nombres y regresaban a su vida como la conocían.
Caminaron evitando las avenidas principales, sabían de memoria la ruta y Noli casi fue a ciegas. Sintió que el dolor de la pierna se le incrementaba así que sacó la botella que, por el rosa transparente, supo que se trataba de bigne. Se olvidó de los vasos y tomó directamente del envase, disfrutando la sustancia dulce que le calentaba la garganta. Pronto su cuerpo se fue sintiendo más ligero y se dejó llevar por una leve sensación de mareo.
La mansión Genurin era de sus lugares favoritos ya que formaba parte de los pocos establecimientos a los que podía asistir cualquier persona en busca de diversión casi prohibida. Nadie sabía desde cuando había comenzado a servir pues todos los miembros se ocupaban muy bien de ocultar su existencia.
Desde hacia cuatro años, cada fin de semana Marcus y Noli comenzaron a asistir, principalmente para beber o jugar y hacer apuestas. Pero no fue hasta que Marcus le enseñó a pelear cuerpo a cuerpo, y tras vencerlo sin parar, que Noli inició en las peleas y comenzaron a ganar dinero de verdad.
Durante las primeras apariciones de La Dama sin Sombra, Noli se enfrentaba solo con mujeres, pero éstas eran muy escasas y pronto tuvo que comenzar con hombres ya que ocupan la mayoría de peleadores. Además de que las apuestas eran más elevadas.
El club se dividía en 4 secciones referentes a los servicios que ofrecía, cada uno con un nombre mas pretencioso que el anterior: Sangre y Lágrimas (combate cuerpo a cuerpo), Agua y Fuego (el bar de cuya música se alcanzaba a oír en todas las secciones), Brillo y Promesas (donde tenían lugar las actividades de las furcias) y Oro y Giros (los juegos de azar).
En la mayoría de las secciones, se podían hacer apuestas y era el tipo de negocio que atraía a la mayoría de los clientes. Cualquier persona con el suficiente dinero para "jugar" podía entrar, con tal de que cumpliera estrictamente con las reglas impuestas por la dueña y jefa, Madame Rosain:
1.- Sin excepción, tanto el personal como la clientela, deben de tener puesto un antifaz todo el tiempo que permanezcan dentro del club. Proteger la identidad ayuda a que el establecimiento continúe abierto.
2.- Todo aquel que respete la regla no. 1 debe tener la mayor precaución al ingresar, nadie ajeno puede sorprenderlo entrando o saliendo sin importar el horario.
3.- Las cuatro secciones disponibles deben ser respetadas por sus límites de espacio. Actos como las riñas, cópulas, injerencia de líquidos u otras sustancias y trucos fuera de lugar, se castigarán dependiendo la gravedad.
4.- Para una seguridad más completa sobre la integridad de los clientes, cada miembro debe utilizar un sobrenombre ajeno al propio que le permita identificarse con los demás.
5.- Por políticas de privacidad, queda estrictamente prohibida la entrada a cualquier circunvolador.
Las reglas estaban pegadas en varias partes del club por lo que resultaba fácil seguirlas, aunque no faltaba alguien que de vez en cuando las rompiera, es por eso que en ocasiones se dejaban ver a miembros del personal de seguridad que Madame Rosain enviaba para asegurarse del orden.
Siguieron avanzaron por las calles desiertas y silenciosas como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Noli sentía que caminaba sobre nubes y apenas registró que en algún momento Marcus le quitó la botella y le dio un sorbo largo antes de devolvérsela. No les importaba beber en la calle cuando todos dormían, era un tipo de libertad que se permitían disfrutar juntos.
Atravesaron rápido y dieron la vuelta en una calle angosta que solo estaba iluminada por un farol ubicado en la calle continua. Cada que terminaba una noche de pelea, iban con Lena para que curara sus heridas. Ella y Marcus eran los únicos que sabían que Noli luchaba cada semana y, a pesar de todas las objeciones de Lena sobre que era algo muy peligroso y de que no valía la pena que se arriesgara así, terminó aceptándolo con tal de que volviera siempre a ella para curarla sin importar la hora. Además de que así se aseguraba de que seguía entera.
Se acercaron a una casa blanca de dos pisos que tenía todas las luces apagadas, y se metieron por el lateral en dirección al jardín trasero.
Marcus le quitó la botella a Noli para guardarla, luego buscó algo para lanzar al vidrio de una ventana del primer piso, pero cuando lanzó una rama, no se escuchó ningún ruido. La ventana estaba abierta y Lena apareció moviendo la mano para indicarles que iba a bajar.
Se sentaron en el jardín mientras esperaban a que la chica llegara. Noli cayó rendida sobre el césped, lo sentía muy suave y deseaba quedarse dormida ahí mismo.
-¿No es inapropiado estar despierta a altas horas de la noche? -le preguntó Marcus a modo de saludo.
-Siempre vienen a esta hora -respondió Lena con su suave voz-, además, no podía dormir. Ahora dime qué le pasó.
Como de costumbre, Lena traía puesto un camisón largo y claro debajo de su abrigo. Junto a la luz de la farola, sus ojos verdes se veían más oscuros, pero su cabello color caramelo lucía casi del mismo tono. Comenzó a abrir su bolsa que, sabía Noli, contenía los materiales básicos.
-Les ganó a tres tipos que tenían la pinta de ser los matones del banquero y que mi campeona noqueó usando su agilidad y destreza para evitar a los hombres -ambas le lanzaron una mirada amenazadora-. La tiraron unas cuantas veces y cayó mal así que trae una bola por tobillo. Además de que tiene varios cortes en los brazos.
-Mac, ¿acaso viste la última pelea completa? -le preguntó Noli.
Él desaparecía en cuanto comenzaba a pelear y no lo ubicaba hasta que bajaba del cuadrilátero. Siempre tenía curiosidad a dónde iba exactamente a hacer sus tratos y, si acaso era obra del alcohol, por fin se decidió a preguntar.
-Siempre es bueno saber a lo que se enfrentó, pero eso no ayuda así que mejor cállate mientras trabajo - interfirió Lena en el momento en que notó que habían bebido-. Mientras tanto, puedes ir repartiendo su dinero.
Lena era pasiva la mayoría de las veces con Marcus, Noli suponía que era porque cuando se llegaban a tratar era en la madrugada y no en pleno día, cuando podía tener el completo uso de sus facultades.
El chico no discutió más y comenzó a separar el dinero mientras Lena se ocupada de abrir y coserle la herida del tobillo. Lo hacía mediante ágiles movimientos de sus dedos de los cuales salían hilos invisibles que iban juntando la piel de nuevo y aliviaban el dolor hasta que casi desaparecía la herida. Su familia tenía una sucesión de herederos con habilidades para curar el cuerpo y cada integrante aprendía de los demás para seguir con la tradición. Tenían el poder de los restablecedores y vivían trabajando de ello desde tiempos remotos, como tantas otras familias.
Lena era la menor de cuatro hermanas, dos ya estaban casadas, aunque solo la mayor tenía hijos. Ella seguía siendo considerada aprendiz hasta que contrajera matrimonio y pudiera subir de rango, lo cual debió de haber pasado hace al menos dos años, pero había llegado a un acuerdo con su padre que le permitió seguir soltera un poco más. A pesar de eso ya se le estaba terminando el tiempo y pronto debería de comenzar a buscar con quien casarse.
Esto último rondaba los pensamientos de Noli a menudo, no quería que ese momento llegara porque pasaría menos tiempo con su amiga, además de que cuando lo hiciera, tendría que buscar a alguien más a quien recurrir en las madrugadas.
"-Siempre estaré disponible para atenderte", solía decirle Lena. Noli intentaba creerle. No cualquiera podría enterarse de que salía en las madrugadas, a veces a pelear, a veces a ayudarle a Marcus con su trabajo, otras veces simplemente a tomar aire.
Noli era la hija mediana de un forjador, quien era conocido por toda la ciudad por ser el único que fabricaba cualquier tipo de arma u objeto exactamente a las descripciones del cliente. La reputación de su negocio dependía de los tratos con sus clientes y la forma de ejercer su función cada trabajador. Noli también formaba parte de los trabajadores.
Al igual que varios de los negocios familiares que se encontraban en Vadinia, la herrería era conocida en sus cinco distritos. Todos conocían a Erson, su nombre y sus creaciones eran especiales. Además de que su manejo con el metal era preciso e inigualable.
El negocio se seguía heredando para poder sostener a la descendencia y, una vez terminado el tiempo de dirigir de su padre, todo pasaría a manos de Calmon, el hermano mayor de Noli. Él ya había aprendido lo necesario para seguir manteniendo el establecimiento y que su nombre y sus creaciones siguieran siendo las más auténticas. Su padre llevaba tiempo instruyéndolo y desde entonces habían comenzado a trabajar juntos.
A Noli no le agradaba del todo esta idea, si ella pudiera manejar el negocio haría las cosas de otra manera, pero estaba dictado que el primogénito lo heredara. En cambio, ella debía casarse, algo que no deseaba en absoluto, pero con lo que su padre insistía tanto en hacer que comenzara el cortejo.
"-Lo siento pa, sabes que siempre he hecho lo que dices, pero no me casaré bajo tus términos." Repetía esa frase en su mente, se imaginaba diciéndoselo a su padre, lo que pasaría. El caos que desataría.
No deseaba casarse y dedicarse a alimentar a su pareja y cuidar de sus hijos o archivar papeles de los pedidos que llegaban a algún negocio, como lo hacía su madre, mientras su marido posiblemente trabajaba con su hermano.
Marido. Le causaba terror esa palabra.
Lena la sacó de sus pensamientos cuando terminaba de curarle los brazos. Marcus se había incorporado y estaba tendiéndole su dinero.
-Vamos, te acompaño -le dijo mientras le daba la mano para que se levantara.
-Vuelve mañana para que no te queden cicatrices -le indicó Lena mientras juntaba su material y volvía a su casa.
Algunos tónicos ayudaban a que las heridas desaparecieran sin dejar marca alguna, pero Noli a veces deseaba que no tuviera que borrarlas. Le dio las gracias a su amiga y esta se despidió con una sonrisa.
Marcus y Noli volvieron a caminar rumbo a la calle. Era una noche tranquila y comenzaba a sentirse un poco de frío, pero la caminata ayudaba a mantener el calor.
-Búscame en dos días en mi despacho para hablarte de tu reembolso -Marcus parecía animado al decirlo.
-¿Al medio día?
Dijo que sí con un movimiento de cabeza y, cuando llegaron a la calle de Noli, cada quien tomó su camino.

***

El dormitorio de Noli, a diferencia del resto, era el único que estaba en la planta baja lo cual le daba ciertas ventajas para entrar y salir por la ventana sin ser vista. Además de que tenía un baño propio.
Una vez en su cuarto, aún a oscuras, se quitó los zapatos y procedió a guardar su antifaz negro con remolinos rojos en el fondo del armario. Puso sus dagas en la cama y se alegró de poder juntar el arma perdida con su gemela. Eran de sus favoritas ya que, al ser asimétricas y con curvas en ambos lados, podía fácilmente detener el arma de su oponente. A pesar de que no estaban precisamente limpias, las guardó en el fondo de un cajón de ropa. Nadie revisaba su armario por lo que era el perfecto escondite.
Se dirigió al baño y se lavó la cara. Se miró en el espejo y desató su coleta. Su cabello cobrizo oscuro estaba revuelto y algunos cabellos estaban empapados de sudor.
Sacó un pequeño frasco con un líquido azul claro, cogió un paño y lo mojó con la sustancia para pasársela por el cuello. Cada que peleaba, se pintaba un tatuaje de una flor con cinco pétalos, la pintura era especial ya que era resistente al agua y al sudor. Fue una idea de Lena, ella misma le había fabricado la sustancia.
"-Si alguien quisiera buscarte en la ciudad, una de tus características sería ese tatuaje-", le había dicho en un intento por mantener oculta su identidad.
Cuando terminó, se lavó la cara y se tiró sobre la cama para quitarse los pantalones y la chaqueta. Estaba cansada y mareada, ella lo interpretaba como un día satisfactorio.
Se metió a la cama justo cuando sus párpados se cerraban.

Sangre y lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora