Noli estuvo planeando esa noche con mucho esmero, sabía que estaba corta de tiempo y las oportunidades para actuar eran pocas.
El rumor de que Calmon tenía una novia desde hace varios meses fue lo que la puso en un estado completamente alerta y activo, algo que no había podido lograr.
Además de que su madre le había sonreído tristemente desde su cama y eso le apretujó el corazón. El destino de su mamá y el suyo propio estaba en sus manos, no tenía tiempo que perder si quería salvar a ambas.
Durante el día solo había recibido una carta de Marcus, diciéndole que esperara a que tuviera una noche libre para que pudieran ir juntos por la espada. Noli le dejó en claro que el tiempo se le acababa. Fue entonces cuando Lukas le respondió diciendo que seguramente iba a necesitar la copa y que con gusto se la prestaría.
Ella solo hacía esfuerzos para mentalizarse por lo que tuviera que enfrentar, sabía que valdría la pena sin importar las heridas que pudiera obtener.
Después de alimentar y dejar a su pequeña serpiente que había crecido medio centímetro dentro de un contenedor bajo su cama, tomó sus cosas y salió por la ventana con un pequeño sentimiento de nostalgia. Esa era la parte de su vida que más disfrutaba.
Se dirigió al muelle y entró en la oficina de Marcus con la llave que él mismo le había enviado por la mañana. Ya dentro tuvo que buscar entre los cajones de su escritorio hasta hallar otra llave para abrir un pasillo que conectaba un edificio con otro. Esa semana, nadie custodiaba esa zona del puerto y Marcus le ofreció ir por ahí.
Una vez en la playa, caminó agachada por la orilla con pasos sigilosos hasta llegar a la boca del toro. Una sombra junto a la tosca roca la hizo blandir una de las dagas que llevaba atadas en la cadera.
-Soy yo, soy yo -dijo Lukas alzando las manos.
-Creí que no vendrías -contestó guardando su arma.
-Pues vine -le tendió una bolsa oscura y no tuvo que preguntar para saber lo que contenía.
-Tal vez quieras llenarla antes de entrar -señaló mirando el mar.
Lukas, o Ijnerol, obedeció mientras Noli abría el pasadizo.
Entraron y bajaron en un silencio perfecto para Noli, necesitaba estar concentrada el mayor tiempo posible. La cueva se veía tal como la recordaba y, conforme avanzaba, se hacía mayor una extraña inquietud que se alojaba en el fondo de su ser. Como enviando un mensaje. Como si la Espada sin Límites supiera que ella estaba ahí y que iba por ella. Noli no volvería a salir de ahí con las manos vacías.
-¿De verdad lo harás? -preguntó Lukas cuando comenzaron a vislumbrar más claramente ese brillo peculiar del metal.
-Claro que sí.
-Bien. Estaré aquí, por si me necesitas.
Noli asintió en su dirección, pero no lo miró. La espada la tenía bajo un efecto hipnotizador mientras sus manos se calentaban.
Subió hasta la pequeña montaña y no perdió ni un segundo en tomar la empuñadura y alzarla. Instantáneamente todo a su alrededor cambió y algo fuerte la golpeó en la frente, pero no soltó el arma. Miró a su alrededor, como esperando a hallar a su padre. Pero en cambio, había una figura alta, cubierta con un manto negro que ocultaba su rostro. ¿Quién era?
-Me llevaré la espada -le gritó Noli.
El extraño ser se limitó a acercarse a ella y lanzarle un fuerte viento que la tumbó. Ella volvió a levantarse a pesar de sentir sangre saliendo de su cabeza.
No es real, no es real. Repetía en su mente.
El ser frente a ella se encogió un poco y todo a su alrededor volvió a cambiar. Había rocas bajo sus pies y una figura muy parecida a su padre quien, en el momento en que la vio, se abalanzó sobre ella para propinarle puñetazos sobre la cara. Noli escupió sangre.
-¿Por qué haces esto? -preguntó con voz temblorosa.
-Cállate y deja que siga con mi trabajo.
Le soltó un golpe que causó que mirara borroso, sabía que su nariz estaba rota y se tocó con una mano. La situación no era real, pero la sentía así.
Antes de que Noli pudiera preguntarle cuál era su trabajo, la pateó tan fuerte que temió haberse roto una costilla. Estaba en el suelo, había caído. A gatas intentó moverse con la espada en la mano, pero no sabía hacia dónde ir, no veía ninguna salida.
-Vete, no quiero volver a verte nunca más -le dijo su padre.
Una lágrima se deslizó por su rostro al escuchar esas horribles palabras que siempre había temido oír. Quería responderle, quería decirle que eso no era verdad y que siempre había estado intentando ser lo mejor para él, pero todo se le atoraba en el fondo de la garganta.
-Eres una basura para mí y para la familia. Nunca te quise y nunca te querré.
No pudo evitar comenzar a sollozar e hizo una pausa para limpiarse la cara con su camiseta.
-Dime cómo irme -fue lo único que pudo alcanzar a pronunciar con la voz inestable.
-No. Sé valiente por una puta vez en tu vida, no lograrás nada llorando. Las lágrimas son solo para los débiles.
Noli pensó que una bofetada dolería menos.
En su mente rondaban miles de cosas que podría contestarle, quería contradecirlo y hacerlo entrar en razón, pero algo parecía asfixiarla y solo pudo mirar al suelo. Aún así, no pudo parar la reacción natural de su cuerpo al escuchar ese feo comentario.
Se arrastró, retrocediendo y buscando a su alrededor algo que pudiera servirle para indicarle la salida.
-No esperes a que alguien venga a salvarte. Hazlo tú misma y para ti.
Un golpe sobre su rostro la hizo soltar la espada y finalmente regresar a la cueva con un temblor en su cuerpo.
-¿Estás bien? -preguntó Lukas cuando se arrodilló junto a ella.
Noli lo detuvo levantando una mano.
-Estoy bien, creo que la espada ya casi es mía. Falta un poco más, necesito un momento para recomponerme y después... -se detuvo pasmada. Las palabras salían tan fácilmente y sin necesidad de pensarlo dos veces.
-¿Qué sucede? ¿Es muy duro dar pelea?
Lo miró a los ojos.
-¿Qué dijiste?
-Bueno -dijo rascándose la nuca-, sé muy bien que sabes luchar, pero por lo que me has contado, creo que el problema no es la preparación. Tal vez no tienes las herramientas necesarias.
-¿Qué podría necesitar?
Lukas se encogió de hombros.
-Bueno... Marcus me dijo que peleas a menudo en la Mansión Genurin, lo cual no me sorprende. Entonces, tal vez tú puedas responder: ¿qué es lo que necesitas para ganar una pelea?
Una máscara. Un arma. Un amigo. Ganancias de por medio. La promesa de una bebida. Una noche libre. Noli abrió los ojos como platos cuando lo comprendió.
-Dame la copa -le ordenó.
-¿Ya la necesitas?
Asintió.
-La vez que tomaste de ella, ¿cómo te sentiste?
-Tomarás de ella -afirmó.
Noli lo miró con la copa en sus manos, como esperando a que no la obligara a repetir la pregunta.
-Todo parecía más... simple. Mis pensamientos vagaban sin preocupación y hablaba con una naturalidad sobrenatural.
-Pero, ¿hablabas con sinceridad?
Noli vio la forma en que, unos ojos que no eran los suyos, la miraban como si no hubiera un mañana.
-Aunque jamás vuelva a admitirlo, recuerdo todo lo que dije y la mayor parte fue verdad. Creo que eso fue suficiente para probar que la copa funciona.
Eso le bastó para darle un largo sorbo al agua insípida de la copa sobre sus manos. Quizás eso no llegara a ser suficiente, pero tenía que intentarlo. Se puso de pie y sujetó la empuñadura.
-Espera, ¿eso es todo lo que necesitabas saber para dejar de temblar? -le preguntó.
-No, me impulsaste a saber lo que debía hacer.
Sin dejar de mirarlo, liberó la hoja de un tirón mientras todo a su alrededor se tornaba negro y la imagen de Lukas era reemplazada por la de su padre.
-De verdad disfrutas hacer esto. ¿Disfrutaste también cuando te abrieron las piernas sobre tu cama?
Sus palabras abrieron el horrible recuerdo que se alojaba dentro de sí, pero intentó no dejarse llevar por ese sentimiento.
-No pararemos hasta hacerte llorar.
-¿Porqué? -se atrevió a preguntar.
-Porque es lo mejor que sabes hacer.
Noli negó con la cabeza y dio un paso atrás. Inhaló profundamente y lo miró a los ojos, su propio rostro podía ser como una máscara fría.
-Ven acá, deja que te muestre personalmente el caos con el que tendrá que lidiar ese chico que ha estado esperándote.
Noli se movió y esquivó la patada que hubiera tenido en el muslo.
-Vamos, no lo hagas esperar. Todos siempre te esperamos y no recibimos nada a cambio.
Noli parpadeó varias veces.
-Espera -la figura de su padre se detuvo por completo-. Tú lo quieres -concluyó y Noli alzó la mirada de golpe-. Lo quieres para ti, ¡aunque no lo puedas tener!
Se sentía un poco confundida, especialmente porque jamás había escuchado su tono de voz tan animado.
-Yo puedo tener todo lo que quiera -pronunció con dificultad.
-No todo. Pero responde, ¿quieres casarte?
Negó con la cabeza y, antes de que lo pudiera notarlo, una mano pesada impactó sobre su mejilla.
-¿No vas a decir nada? ¿No vas a defenderte? ¿No lucharás por lo que quieres? No, nunca lo harás porque eres una cobarde que solo busca el beneficio para sí misma, nunca te detienes a pensar en los demás. En lo que pasa a tu alrededor.
Un puñetazo en su estómago le sacó el aire y la hizo encogerse. Aún cuando las lágrimas la cegaron, movió el agarre sobre la espada y la sujetó con ambas manos.
-Eso no funcionará -dijo entre dientes.
Se plantó frente a ella.
-Sabes que los golpes tienen un menor impacto que las palabras. No sirve de nada que tengas un arma en la mano.
Noli recordó las palabras que le habían estado diciendo cuando pedía ayuda, cada vez parecían darle el mismo mensaje, así que tragó y carraspeó.
-El arma no está en mi mano, te he atacado y no te has dado cuenta.
La tomó por la cabeza y Noli rápidamente blandió la espada hasta cortarle una mano con un movimiento que no requirió de mucha fuerza. La figura de su padre retrocedió.
-Nunca he sido débil -le clavó la cuchilla sobre el pecho y volvió sacarla, ignoró la arena que brotaba y que hacía las veces de sangre-, nunca he sido buena -le cortó un pie-, pero siempre he sido suficiente para mí. Eso me basta -puso el arma sobre su cuello-. No importa lo que tengas que decir, no importa lo mucho que intentes lastimarme o cómo te desquites conmigo por tus propios errores. Al final, siempre logro lo que yo quiero -ahí estaban las palabras que siempre le había querido decir.
Tenía todo para derrotarlo, Lukas se lo hizo saber, pero, aún así, estaba cegada por el temor. Siempre tuvo las herramientas para vencerlo, desde el inicio y la copa misma le dio una pista. Sin embargo, ver la imagen de su padre, herido frente a ella y sufriendo por ella, le causó bajar la espada.
-¿No vas a terminar conmigo? ¿Creí que siempre lograbas lo que querías? -la desafió.
-No quiero tu muerte -le dijo mirándolo desde arriba-. Y te perdono. Por todas las lágrimas que me has hecho derramar y los golpes que me has enseñado a provocar -guardó silencio un momento y después agregó-: No te tengo miedo, nunca más.
La imagen de su padre se fue difuminando hasta que tuvo a Lukas frente a ella y la Espada sin Límites sobre su mano.
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Sangre y lágrimas
Fantasy¿Y si el destino de todos ya estuviera escrito? ¿Y si no es una coincidencia conocer gente, experimentar cosas, ni tener "accidentes"? Había una vez, en una isla donde los más acaudalados no poseen ningún don sobrenatural y los débiles estallan de p...