Capítulo 46

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Noli llevaba media hora dando vueltas y vueltas en la cama. No había podido conciliar el sueño ni mantenerse quieta después de la terrible propuesta de Chainstom y su enfrentamiento con su padre. Estuvo a punto de hacerle lo mismo, de regresarle la quemadura para que sintiera lo que ella. Aún no podía creer que de verdad pensó en hacerlo.
Seguía molesta y quería desatar la furia que había comenzado a hervir. Pensó en volver a salir y comenzar una pelea con su padre, incluso con el más mínimo pretexto, por más tonto que pareciera. Pero no quería que sus hermanos la vieran, no quería público cuando enfrentara a su padre.
Creyó, por un momento, que se sentiría mejor con la Espada sin Límites al lado suyo. Creyó que eso la ayudaría a enfrentarlo, pero lo hizo lo mejor que pudo, a pesar de que realmente no hubiera logrado nada.
Sabía que no lo soportaría por más tiempo y pensó en tirar golpes a los objetos que tenía dentro de su habitación, sin importarle el alboroto que armara después. Al menos de esa manera podría desquitarse, podría sacar las fuerzas que traía y la energía que había estado acumulando.
Perdió la paciencia y se levantó de un salto de la cama. Se cambió la ropa, buscó sus armas favoritas y sacó su antifaz. Fue hacia el espejo y se pintó el cuello.
Cuando terminó de colocarse todo, se miró satisfecha, feliz de sí misma. Echaba de menos ver esos accesorios sobre ella, todas esas formas que se adaptaban tan bien a su cuerpo, como una segunda piel.
Salió de la ventana y echó a correr hacia la oscuridad. Esa noche no necesitaría compañía, no estaba dispuesta a molestar a Marcus para que fuera con ella. Era algo que tenía que resolver sola.
Sin tiempo que perder, una vez dentro de la mansión Genurin, comenzó a causar revueltas insultando a hombres y pronto llevó sus hojas hasta el otro lado del cuadrilátero, con un contrincante cualquiera. No se detuvo hasta después de haber peleado con cuatro personas y, a pesar de que perdió en la primer pelea, pudo recuperar su dinero con las siguientes.
Hizo un descanso solo para ir a Agua y Fuego por unas cuantas bebidas que la embriagaron rápidamente y la terminaron de poner en ese estado tan pacífico y glorioso que la hacía alejar sus problemas el tiempo suficiente para recordarse quién era ella.
Pronto volvió y, otras cuantas personas que ya la habían visto pelear, le propusieron enfrentarse. Noli no se negó, aún seguía sintiéndose enojada y, aunque ya no sentía que se quemaría por dentro, continuó peleando un par de veces más.
Se retiró agotada y estaba decidida a ir por un trago más, para calmar su sed, cuando un tipo diferente de diversión se cruzó justo frente a sus ojos.
-¿Qué haces aquí? -preguntó muy sorprendido el Zafiro Negro.
Se veía tan bien como siempre, tal como lo recordaba en su memoria. Todo lleno de músculos y con un atractivo imparable que hizo que Noli se abalanzara sobre él para besarlo con euforia.
-¿Qué crees que estás haciendo? -le preguntó apartándola.
-Te beso, tonto -dijo Noli con una gran sonrisa.
El chico hizo una seña a alguien de entre la multitud detrás de Noli y la tomó por el brazo para llevarla hasta los vestidores. Se aseguró de que no hubiera nadie y cerró la puerta.
Noli lanzó sus brazos hacia él y lo volvió a atraer para besarlo, pero el chico la detuvo.
-No lo vuelvas a hacer -le advirtió.
-¿Hacer qué? -preguntó Noli con una mirada lasciva.
-No me beses.
-Pero quiero hacerlo.
-Pero no puedes -dijo poniendo algo de distancia entre ellos.
-Lo acabo de hacer hace unos minutos y claro que lo puedo volver a hacer ahora mismo.
-Bueno, es que no debes hacerlo.
-¿Y por qué no? -dijo cruzándose de brazos y molestándote por tanto rechazo.
-Porque estoy casado -sentenció.
La sorpresa la hizo retroceder un poco más.
-¿Y? Aún así, tú fuiste el primero en besarme.
El chico le quitó las manos de su cuerpo y dio un paso atrás.
-Pero ya no podemos.
Noli lo miró con coquetería, pensando que era un juego, un truco para hacer más interesante su flirteo.
-No estaba casado cuando te conocí. Han cambiado muchas cosas desde la última vez que nos vimos.
El Zafiro Negro seguía serio, aunque con la mirada ligeramente desenfocada, y Noli se dio cuenta de que no cedería. Creo que me he pasado de copas estas vez.
-Solo uno. Solo una vez más. Será la última -suplicó.
-No, no me pidas que te dé eso. No te rebajes a implorar por ese tipo de cosas.
¿Qué estaba haciendo? ¿Mendigando amor y caricias?
-Entonces -se cruzó de brazos-, ¿para qué me trajiste aquí?
-Porque necesitas tranquilizarte. Te he visto pelear con al menos... llevas enfrentándote con más de seis tipos y sigues buscando pelea. Debes parar, no creo que sea bueno para tu cuerpo.
-No decidas lo qué es bueno o no para mí -defendió.
El chico la miró sin decir nada por unos instantes, y Noli intentó enfadarse con él mientras observaba lo hermoso que era.
-¿No estás cansada aún?
-No.
-¿Segura? -la retó.
-Bastante segura. Tanto, que si quisiera podría patearte el trasero una segunda vez.
El Zafiro Negro sonrió.
-Quisiera ver eso.
-Con gusto.
-¿Ahora mismo?
-¿Estas esperando algo más?
El chico sonrió y salieron juntos. En cuanto el cuadrilátero estuvo desocupado, se subieron sin esperar y alejaron de su paso a todo aquel que quisiera interponerse.
Noli sacó sus dagas y el chico una espada larga. Las embestidas fueron veloces y duras, ambos parecían dispuestos a demostrar su postura frente al otro. Como buscando quién tenía la razón y afirmándolo con sus golpes.
-Debes parar, tus brazos deben estar cansados -dijo el Zafiro Negro-. No pretendo hacerte daño, solo hacerte entrar en razón.
-Deja de decirme qué hacer -lo empujó hacia atrás y lo dejó caer con un solo golpe.
Estaba cansada de que los demás, en especial los hombros que estaban en su vida, le dijeran qué hacer y porqué.
-Es tu última oportunidad -dijo mientras le quitaba una daga-. Ríndete ahora, antes de que todo se complique.
-Oh, realmente quiero que se complique.
Noli lo pateó con todas sus fuerzas hasta hacerlo doblar por enmedio. El chico se incorporó con una mirada furiosa.
-Te dije que pararas, ahora no me detendré hasta verte sangrar -la tomó por los brazos y la arrojó al suelo.
Noli se levantó de un salto.
-Aposté a que te ganaría en menos de cinco minutos, no perderé mi dinero.
-Es una lástima que lo hayas hecho. Que no lo hubieras pensado mejor, así como no pensaste que tu padre te golpearía a la primera señal de desorden.
Noli aflojó su agarre y se echó hacia atrás.
No lo dijo enserio, hay muchas chicas con conflictos con su padre. Cálmate, pensó para tranquilizarse.
Volvió a atacarlo, esta vez en dirección a su cuello, pero la detuvo con su arma antes de que llegara a él.
-Estás cansada, déjalo ya -insistió.
-No lo haré -dijo entre dientes.
Esquivó un golpe antes de que le alcanzara su arma en la cara.
-Déjalo, o le diré a tu prometido.
La tomó desprevenida y le hizo un corte en el hombro, enterrando la punta de su espada. Noli chilló de dolor, pero no se rindió.
-¿Vienes a pelear o a hablar? -pronunció casi en un grito.
-Que bueno que lo preguntas -dijo mientras la tiraba al suelo con la pierna-, porque es justo lo que siempre intentas, ¿no? Evitar temas delicados, no oír lo que es obvio. Pero quieres arreglar las cosas hablando, solo que si te enojas, comienzas a golpear, comienzas a calentarte y no hay quien te pare.
Noli rodó, pero el pie del chico fue más rápido. La mantenía atrapada en más de un sentido.
-¿Cómo sigue tu madre? -Noli palideció-. ¿Ya te ha hablado o tendrás que golpear a tu padre antes de que pase? -se burló.
Noli intentó ponerse en pie, pero el chico la tenía muy sujeta.
-Déjame en paz.
-No lo haré. Tú iniciaste esto, termínalo.
Rapidamente, el chico la levantó y le rodeó los brazos, la apretó contra su cuerpo e hizo que soltara sus armas.
-Es tiempo de irse, el sol está por salir y tu padre despertará pronto -bajó el tono de voz y se acercó a su oído, muy cerca y muy lento, para que nadie más pudiera oírlos mientras Noli se quedaba bloqueada, sin poder pensar en zafarse-. No te resistas más, no puedes lograr ya nada, conozco tu vida, conozco tus secretos. Así que, Noli, vete ahora.
Cayó hacia atrás y su espalda soportó el impacto.
Sabe quien soy.
Tomó sus armas y atravesó la bulla de gritos y reclamos en su contra. Todos esos insultos se los tragó mientras salía del club, para nunca jamás volver.

Sangre y lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora