Capítulo 18

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Meridión era el distrito donde reinaba la más amplia y exótica fauna. Allí vivían la mayoría de los transmisores que, como cada año, hacían una celebración para darle vitalidad y crecimiento a lo que albergaba a sus alrededores. Era una labor pesada que les tomaba toda una semana en la cual alternaban el uso de sus dones con un buen descanso. Noli nunca había asistido a esta festividad, su familia no tenía esos dones y habían muy pocos transmisores viviendo en Septentrión, entre ellos algunos miembros de la familia de Chainstom.
Por fortuna, este viaje era más largo así que Noli viajó con el chico y sus padres, quienes le hablaron muy poco, pero sin llegar a incomodarla. La señora Gralia, madre de Chainstom, era una mujer amable que se acercaba cada tantos segundos a Noli y le tomaba el brazo para captar su atención y señalarle algún punto del lugar o hablarle sobre sus recuerdos de las festividades pasadas con un gesto amable. Surman, su esposo, era un hombre de gesto duro que no parecía reaccionar a las palabras y sonrisas amigables con las que Noli respondía a sus pocas preguntas. Chainstom, por su parte, se mostró más educado que nunca.
La familia Reguen no tenía una casa propia, aunque, por lo que Noli vio, eran bienvenidos a quedarse en cualquier lado. Habían rentado una pequeña pero acogedora casa para los próximos días. Y a pesar del tamaño de las habitaciones, Noli pudo tener un cuarto para ella sola.
-Déjensela a nuestra invitada -había dicho la señora Gralia cuando repartieron habitaciones-. Así podrá tener su propio lugar y se sentirá más cómoda.
Noli se sintió aliviada, no quería compartir habitación con las hermanas o primas de Chainstom ya que estas superaban en número a los miembros de la familia.
El comienzo de "El año botánico" era esa misma noche por lo que tenían el resto del día para prepararse, pero Noli no quería quedarse encerrada en su habitación, quería ir a recorrer el distrito. Fue un asunto que Chainstom, por fortuna, le propuso primero para darle marcha.

***

Las calles estaban llenas de gente con arreglos en sus manos y que corrían de allá para acá apresuradamente. Noli no estaba segura de porqué corrían en pleno día de la celebración si tenían todo una año para planearlo, pero intentó esquivarlos y ayudar si podía.
Chainstom la llevó a caminar cerca de donde iniciaría todo y Noli tomaba nota de cada detalle que le contaba sobre los tipos de establecimientos y personas que habitaban esa zona. Entre tanto, había un edificio azul que se le veía viejo y tal vez vacío, Noli lo quería observar más a detalle y no tuvo más que actuar como la damisela frágil y débil que su padre creía que era.
-Oh, Chainstom, el distrito es enorme y mis pies pequeños, ¿no podríamos descansar? No creo poder dar otro paso más -le dijo Noli y se rió de sí misma cuando el chico le creyó.
-Por supuesto que sí. ¿Qué te parecería si aprovechamos y comemos cerca de aquí? -le dijo buscando con la mirada el restaurante más cercano.
-Perfecto.
Chainstom la llevó a un lugar demasiado elegante para las ropas tan informales que vestían ambos. Había dos niveles en el establecimiento y pidieron una mesa en el último piso y al exterior, así Noli tendría una mejor vista.
Seguía pensando en aquel edificio azul el cual podía ver desde ahí. Tenía unas ventanas rotas y no se veía a nadie ni nada en el interior. Estaba rodeado de zonas donde vendían comida y tiendas de ropa.
Será útil.
Chainstom la sacó de sus pensamientos cuando le acarició la mano.
-Realmente te agradó lo que ves, ¿eh? -le preguntó sin dejar de tocarla-. Oye, estás helada, ¿quieres tomar algo caliente?
-Descuida, estoy bien.
Noli sentía que su mano sudaba y le causó repulsión. Apartaría la mano con la primera distracción que tuviera.
-¿Se ve tan diferente?
-¿Qué cosa?
-El distrito, en comparación a donde vivimos.
-Así es, no tiene mucho parecido a Septentrión -le contestó y fingió que sus manos no se tocaban- aunque tampoco esperaba que fuera igual.
-Es hermoso de día, pero espera a verlo de noche, cambia mucho más, especialmente por las festividades. Estoy seguro de que te encantará -la vio a los ojos y le dio una mirada esperanzadora.
Ni si quiera me conoces, no opines, pensó.
No fue hasta que llegó su comida que separaron sus manos y Noli dejó escapar un suspiro.
Comenzó a mentalizarse para tolerarlo una semana entera.

Sangre y lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora