Durante el día, Noli se esforzaba en parecer animada y amable con los demás a pesar de que por dentro sentía un remolino de emociones que parecían querer llevarla al borde del desastre.
Naturalmente, entre su padre y ella parecía que no hubiera habido ningún problema y actuaron con toda normalidad. Incluso, por momentos, Noli le sonreía a su padre cuando se ofrecía a hacer alguna labor que tanto le desagradaba.
No era casualidad que se comportara de esa manera después de los planes que tenía en mente. Por el momento, había dejado a un lado el asunto de darle caza a los karivirus, aunque Marcus la mantenía alerta sobre cualquier noticia. Necesitaba salir a buscar a alguien más y, en cuanto llegó el fin de semana, su padre la mandó a su cuarto con la promesa de que él se haría cargo de arropar a sus hermanos mientras ella se iba a descansar, como un tipo de disculpa. Sin embargo, Noli solo pudo dormir un par de horas antes de escabullirse por la ventana.
Mientras salía, hacía una lista mental para comprobar que había dejado todo en orden dentro de casa y que de esa manera nadie fuera a interrumpir su supuesto sueño.
Al llegar a la avenida, la repentina aparición de Marcus la hizo sobresaltar.
-¿A eso le llamas sutileza? -le reprochó.
Marcus sonrió complacido.
-Era para saber si no habías olvidado cómo mantenerte alerta.
-Eres un pésimo instructor.
Las calles se veían desiertas y Noli se sintió tan alegre de poder volver a contemplarlo todo desde ahí.
-A propósito -comenzó a decir Marcus-, ya que has estado ausente en las juntas con su majestad -dijo haciendo referencia a Lukas-, considero que es necesario retomar el entrenamiento. No hemos ido a pelear y ni creas que fregar pisos te mantiene en forma.
-Lo sé, lo sé. ¿Qué te parece la siguiente semana en mi apartamento?
-Solo quieres que vaya hasta allá para ayudarte a limpiar.
-Pues claro que sí -dijo y ambos rieron.
Cuando pasaron por las puertas de la mansión, notaron una cantidad mayor de guardias de los que estaban acostumbrados a ver. Noli esperaba que la razón de eso no tuviera que ver con su última visita. Sin embargo, sintió un tirón que la impulsaba a ir hacia Sangre y Lágrimas cuando revisaron que la persona en cuestión no estuviera ahí, pero la razón por la que había venido no tenía nada que ver con enfrentamientos.
-¿Dónde crees que esté? -le preguntó Marcus mientras se recargaba en la barra del bar y pedía dos vasos de vigne.
-No lo sé, solo hay una sección en donde no lo he visto nunca.
-¿Oro y giros? -preguntó entusiasmado.
Noli asintió.
-¿Crees que esté ahí?
-Eso espero.
-¿Y si no?
-Pues entonces tendremos que recorrer todo el lugar.
Noli debió del vaso que le pasó Marcus y el calor en su garganta se prolongó hasta su estómago. Por alguna extraña razón, se sentía nerviosa por haber venido a buscar a la persona con quien había estado flirteando esos últimos meses y que ni si quiera sabia quién era o a que se dedicaba. Tampoco le importaba mucho cuando lo besaba, y no estaba segura de lo que sentía algo por él. Pero esta ocasión, necesitaba hacerle unas preguntas y esperaba que pudiera encontrarlo y que quisiera cooperar.
-Te advierto que la última vez que viene con "ya sabes quien" -movió la cabeza y Noli comprendió que se refería a Lukas-, se sintió muy atraído por esta sección. Dijo que no le preocupaba gastar el dinero con tal de sentirse ganador -resopló-. Claro, él tiene una mina de oro, ¿por qué preocuparse?
-No deberías aflojar tu lengua así -le reprochó-. Pero no le dijiste que vendríamos hoy, ¿o sí?
Marcus desvió la mirada.
-Oye eso no...
-Ya sé lo que vas a decir -la cortó-, pero te aseguro que nada malo pasará. Tienes tus razones y yo solo te ayudo. Si él se pone celoso de que sales conmigo y no quieres asistir a sus reuniones, es su problema.
Noli ignoró sus palabras, no quería hablar de Lukas y lo que pasaba últimamente entre ellos cuando estaba a punto de encontrarse con el chico que le robaba suspiros.
Había intentado convencer a Lukas de que le dijera dónde se encontraba Tabina ya que él le había dicho que estaba en Septentrión, pero juró no saber nada más a parte de eso. Se había sentido molesta y él seguía en su actitud normal de exigirle que se esforzara con su trabajo, pero tampoco le interesaba si después de ese día le enviaba alguna carta reclamándole o diciéndole que no quería verla.
Atravesaron Agua y Fuego rápidamente y, después de comprobar que no estuviera ahí, pasaron por un pasillo con un piso carmesí y paredes de espejos que conectaba con la siguiente sección.
-Solo una cosa -le advirtió Noli-, nada de apuestas.
-Nada de apuestas en los primeros minutos, ¿te parece?
-Hablo enserio. No sé cuanto dinero traigas, pero si lo quieres desperdiciar, mejor invítame otro trago.
-¿Ya no te interesan las fichas? -Marcus se miró en el espejo y se acomodó el cabello. Hizo una mueca de galán y Noli puso los ojos en blanco.
Las fichas eran la moneda de apuesta en Oro y Giros. Sin ellas, nadie podía apostar e incluso eran intercambiables por otras recompensas más allá de dinero, principalmente encuentros con furcias, bebidas o alucinógenos. Claro que a Noli le interesaban, porque además también podía intercambiar algunas por una buena arma.
-Hoy no venimos a jugar, Zorro Diabólico -le reprochó.
Marcus sonrió ampliamente y le pasó un brazo por los hombros justo cuando la luz la habitación caía sobre ellos y se escuchaban gritos triunfales.
-Por lo menos hagamos que esto sea divertido, Dama sin Sombra, recuerda que es tu noche libre -le guiñó el ojo.
Comenzaron a buscar con la mirada entre mesas grandes rodeadas de personas para ver si alguna poseía una máscara azul, pero había más de una persona usando una y en tonos distintos. Las personas estaban tan concentradas en los juegos que sus rostros estaban dirigidos hacia el centro y casi debían entrar entre las multitudes para poder mirar de cerca.
Un miembro del personal de seguridad los miraba desde lejos, como si intentara averiguar sus intenciones, así que decidieron que lo mejor sería buscar por edades, pero ese día no habían tantos jóvenes.
-En vez de besuquearse deberían de intercambiar nombres, así sería más fácil -le dijo Marcus y Noli le dio un codazo, aunque le había dado una idea. Fueron hasta una pared en donde había una lista de las "personas con más suerte" de esa noche, en ella estaban escritos los nombres de aquellos que mantenían una racha constante en ganancias. Pero en ninguno aparecía el Zafiro Negro. No tenían ni una prueba de que pudiera estar ahí y eso desanimó a Noli.
-Creo que ya sé cómo encontrarlo -dijo Marcus y se apresuró a cambiar quinientos plásticos por fichas.
-Menos mal que ya me pagaste -le dijo.
-Hoy me siento con suerte, querida. Juguemos.
Se dirigieron a la mesa más cercana en donde había un tablero con diferentes números y un empleado con un bastón de madera abría las apuestas.
-Querida, ¿cuál es tu día de nacimiento? -preguntó de repente.
Noli cruzó los brazos. Era un viejo truco que utilizaban cuando comenzaron en las apuestas, después de que analizaran en patrón en que iban cayendo los números. A Noli se le daba mejor que a Marcus aprender la secuencia y rápidamente comenzaban a ganar dinero.
-El catorce, naturalmente -mintió.
-Ya la oyó -le dijo Marcus al hombre del bastón con un chaleco fluorescente-, quinientos al catorce.
Los demás jugadores escogieron su número y las apuestas se cerraron inmediatamente. El empleado lanzó un aro de metal al aire y todos contuvieron el aliento mientras caía. Marcus casi se cae de la silla cuando el círculo cayó.
-Catorce para el caballero y su bella dama -dijo el hombre del bastón a la vez que recogía las fichas y las ponía frente a él.
Noli sonrió sin poder evitarlo y la siguiente apuesta comenzó.
-¿Qué día nació tu madre?
-El 8, ya lo sabes -contestó como si se tratase de una respuesta de lo más trivial.
La misma secuencia siguió y continuaron aumentando sus fichas con los números 28, 17, 5 y 12. Noli consideró que tenían suficientes fichas y le pidió que se retirara, pero Marcus quería jugar una última vez.
-Apuesto todo al 9 -anunció y la multitud se detuvo. Tenía más de tres mil fichas y Noli no se fiaba de que apostarlo todo a su número de la suerte le trajera más ganancias.
-Vaya -comentó el hombre a cargo de las apuestas-, parece que su chica le trae suerte.
Los demás jugadores se les quedaron viendo, como esperando a que retirara todo su dinero. No siempre era bien visto apostarlo todo en un solo juego.
-Es mi amuleto de la suerte, ¿verdad? -miró a Noli y ella supo a lo que se refería. De vez en cuando, sutilmente y sin que nadie lo notara, Noli podía mover el aro en el aire para que cayera en el número que quería. Lo hacía solo en ocasiones especiales.
Noli se acercó y le dio un suave beso en la mejilla solo con el pretexto de hablarle de cercas.
-Quiero la mitad del dinero -le susurró.
El hombre lanzó el aro al aire y la multitud contuvo la respiración. Noli movió una mano por su cabeza, fingiendo acomodar un cabello que le tapaba el rostro. El aro cayó y los demás soltaron un grito. Marcus sonrió y tomó todas sus fichas.
-Si sigue de esta manera, su nombre puede aparecer rápidamente en la lista, caballero -le dijo una mujer de mediana edad con máscara fucsia.
-Apuesto a que sí -le contestó Marcus con una sonrisa triunfal.
-Si me permiten -un hombre fornido y con una máscara negra se acercó a ellos-, me gustaría invitarlos a la siguiente mesa. Es un tanto exclusiva, ya saben, para quienes les gustan los bultos grandes.
Marcus volteó a mirar a Noli, esperando su respuesta. Asintió de mala gana y fueron conducidos a una mesa más amplia en donde estaba por terminar un juego de cartas. A Noli le llamó la atención ver que los demás jugadores estaban muy concentrados en los números y figuras que iba mostrando el encargado y pudo ver de reojo a la mujer que seguramente ganaría la partida. Por desgracia, un hombre del otro lado de la mesa se levantó y expuso sus cartas a los demás para hacerles saber que había ganado. Noli se sorprendió y supo que el hombre que los había traído no mentía, los jugadores eran realmente buenos.
Les dieron un asiento y las cartas se repartieron. Noli no quería jugar, se supone que estaba buscando a un chico, pero en cuanto Marcus le mostró sus cartas, un movimiento del otro lado de la mesa llamó su atención. El Zafiro Negro estaba sentado, plácidamente, ocultando sus cartas mientras le echaba una mirada discreta a Noli.
-Creo que estamos a mano -le susurró Marcus cuando miró en su dirección.
-No te creas, fue mi idea venir aquí y aún me debes dinero.
Antes de que el juego comenzara, Noli se levantó y fue hacia el chico, abriéndose paso entre otras personas.
-Realmente creo que es mi día de suerte -dijo el Zafiro Negro cuando Noli estuvo detrás de él.
-Si realmente lo fuera, tu nombre estaría en la lista -le contestó desde donde estaba y con la vista clavada sobre su nuca bronceada.
El chico volteó a mirarla y le extendió una mano. Noli la tomó y entrelazó sus dedos, probando la suavidad de su piel y sintiendo cómo una conexión agradable se asentaba entre ellos, como si realmente supieran con quién hablaban.
-No esperaba encontrarte, pero ya que estás aquí... ¿quieres sentarte y ver cómo apaleo a estos?
Noli sonrió.
-Parece que alguien está muy confiado.
-Ahora que estás tú aquí, sí.
Se hablaban como si se conocieran desde hace años, como si en sus pocos encuentros se pusieran a hablar de su vida y desentrañaran sus más profundos secretos. Noli solo se sentía así con dos personas y se preguntó, si tal vez, en algún momento y bajo diferentes circunstancias, podría incluirlo a él como un tercero.
-Necesito hablar contigo, en privado -dijo Noli, aterrizando en la realidad.
El chico le lanzó una mirada lasciva con esos brillantes ojos azules y juguetones.
-Si gano esta ronda, voy contigo, ¿hecho?
-¿Y si pierdes?
-Me temo que no estaré de tan buen humor para retirarme tan pronto.
No sabía qué complicaciones podría tener para convencerlo, pero realmente no esperaba que tuviera que involucrar un juego y una apuesta.
-Hecho -dijo con un suspiro. El chico le depositó un beso en el interior de su mano justo antes de que el juego iniciara.
Noli no era muy fanática a los juegos de cartas, eran menos predecibles y no podía hacer nada por intervenir en su beneficio. Ahí era cuando notaba realmente la suerte y la manera en que no operaba sobre ella. Marcus estaba del otro lado, absorto en las cartas que iban apareciendo y en las que sostenía con una mano.
Noli esperaba que ganaran ambos chicos, pero eso comúnmente no ocurría. La pila de cartas se estaba terminando y ningún jugador había bajado su abanico de naipes. Al sobrar la última carta, el hombre al lado de ella hizo su movimiento y los demás soltaron exclamaciones en desaprobación. Incluida Noli.
-Es urgente, por favor -le susurró al chico.
El chico la volteó a ver, con una mirada de decepción.
-No gané -declaró alzando ambas manos.
-Seguramente lo harás en otro momento. Bien podrías aprovechar ahora y relajarte un poco antes de continuar.
El chico sonrió con un lado de la boca y se retiró del juego.
-Que sea rápido, ¿está bien? -Noli asintió y de lejos le indicó con la mirada a Marcus que la esperara en ese lugar. Él pareció encantado con la propuesta y sonrió hacia su nuevo manojo de cartas. Como un niño obediente.
-Para lo que sea que quieras hablar, ¿necesitamos un lugar privado? -le preguntó cuando atravesaban el mismo pasillo de azulejos colorados.
-De preferencia. No quisiera que alguien nos escuchara.
-¿Y estás segura de que solo quieres hablar? -volteó a mirarla y el rostro de Noli se encendió, pero logró asentir-. Tú sígueme.
El Zafiro Negro entrelazó sus dedos con los de ella y la llevó hacia el piso superior, a la misma habitación oscura donde habían estado la ocasión anterior. En cuanto cerró la puerta, Noli comenzó a hablar.
-¿Cómo encuentro a Tabina? -soltó a bocajarro.
-Oh, realmente no quieres saberlo -se cruzó de brazos.
-Tú fuiste quien me habló de su existencia, no veo porqué no decirme dónde está.
-Sé lo que dije, pero parece que olvidas que mencioné que es peligrosa -dijo dando un paso hacia ella.
-Estoy muy consciente de ello. Ahora dime en qué parte de Septentrión está.
El chico abrió los ojos, sorprendido y pareció mediar sus palabras antes de darle una respuesta.
-Si te lo digo, ya no nos volveremos a ver, ¿eso quieres?
Su corazón se apretujó.
-¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? -cuestionó.
-Ella tiene todas las respuestas, y no quisiera que hicieras un trato para averiguar quién soy.
Noli no lo había pensado hasta ese momento.
-Juro no preguntar por ti, ¿está bien?
-Así no funcionan las cosas. Cuando estás frente a ella, muchas preguntas surgen sin siquiera considerarlo.
-Pues tal vez deberías decirme quién eres y terminar con ese asunto.
El chico frunció los labios.
-Cuando nos conocimos dijiste que no podía saber quién eras. Nadie en realidad.
Noli volteó los ojos. Esto estaba resultando más complicado de lo que pensaba.
-Entonces... ¿qué necesito para que me des la respuesta?
-Ya te dije. Si lo quieres saber no volveremos a vernos, ¿es eso realmente lo que quieres?
Noli no estaba segura de qué responder. Ese chico le atraía demasiado y sentía que tenían alguna alocada conexión de la que no quería cortar contacto aún. Se negaba a dejar de verlo, a pesar de que se conocían muy poco pues sabía que lo que sentía por él era real y no quería tirarlo todo por la borda. Pero la vida de su madre estaba en juego.
-Está bien. Dime y solo te diré adiós -dijo mirando al oscuro suelo.
-¿Y qué pasa si yo no me quiero despedir de ti?
Oh, por favor, no compliques más las cosas.
-Lo siento, pero tu propusiste esto. No te pongas sentimental ahora.
-¿Ahora? -repitió.
-Sí, ahora que he accedido a tu condición.
El chico sonrió ampliamente y algo dentro de Noli crujió. Contempló la parte de su rostro que podía ver, intentando aprenderse las líneas de su cara y lo mucho que echaría de menos esa sonrisa. Le rodeó la cintura con sus brazos fuertes y acercó su rostro al de ella.
-Antes de despedirnos, dime algo de ti. Una información por otra.
-¿Cómo qué?
Entre sus cuerpos había una distancia considerable, una que Noli quería romper.
-Puedes decirme cuál es tu don.
-Eso ya lo sabes, por cierto... -dijo pasando sus dedos por sus hombros-. Tú sabes eso y yo no lo sé de ti.
-¡Ah, que lista! Pero no, temo que esa información no es intercambiable.
-Tal vez pueda hacer algo para convencerte -dijo con coqueteo.
-Puedes ponerme a prueba, estoy seguro de que lo resistiré.
Noli notó que el chico usaba una cadena de plata que brillaba aún con la escasa luz.
-¿Sabes lo fácil que sería atraerte a mí? -dijo acariciando su cuello tostado para mover ligeramente la cadena, sacarla de su camiseta y hacerla flotar. El chico pareció entender a lo que se refería cuando le devolvió la sonrisa.
-No necesitas hechizarme con tus dones para atraerme. He andado detrás de ti desde que te vi.
Lo acercó a su cuerpo con solo formar un puño y el chico tomó rápidamente su boca con sus propios labios. Noli quería que ese beso fuera diferente, que significara una despedida. Pero seguían unidos y creía que haría falta más de un solo beso para poder despedirse.
-¿Conoces el cementerio de las almas perdidas? -le dijo después de que se separaron y su respiración comenzó a normalizarse.
-¿El que está en la costa?
-A un lado está la pequeña ciudad, casi apartada de lo demás.
Noli asintió, estaba cerca de donde vivía, pero no lo frecuentaba.
-¿Ubicas el pequeño laberinto? En realidad, no es pequeño, pero yo no pongo los nombres -rió y Noli sintió su cuerpo moverse frente a ella.
-Sé donde es. Lo he recorrido en ocasiones y nunca me he perdido.
-Pues espero que no lo hagas cuando vayas por los primeros tres senderos largos. Después tienes que girar tres veces a la derecha, parecerá que no hay salida, pero en el fondo la encontrarás. Luego continúa a la izquierda hasta que veas una puerta negra.
-¿Cómo sabré que es su puerta?
-Es la única puerta negra en esa dirección.
-Esta bien, ¿y ya? ¿Ahí está ella?
-Ahí la encontrarás. Ni siquiera tendrás que tocar la puerta, ella sabrá que irás.
Eso le aterraba un poco, pero ya pensaría en su momento cómo actuar.
-Entendido.
-Otra cosa más, es importante que aprendas el camino. No hagas un trato para que te diga cómo salir o nunca saldrás -dijo mientras rozaba su nariz con la suya, a través de sus máscaras.
-Lo memoricé, tranquilo.
-Aún así, de preferencia no hagas ningún trato que ponga en juego tu vida -le advirtió-. Tampoco le preguntes nada sobre ella, cualquier cosa así te costaría demasiado. Hay algunas pequeñas respuestas que no involucran pagos, pero ten cuidado.
-Lo tendré...
-No he terminado -tomó el borde de su barbilla y la obligó a mirarlo a los ojos-. Pon atención a lo que ella te diga, a cada palabra y lee entre líneas todo. Debes hablarle con toda la verdad o sabrá que le mientes y no querrás hacerla enojar. Cuando te diga que es momento de que te vayas, no pongas objeciones y vete sin mirar atrás.
-Ah, entonces será como visitar a mi familia lejana -dijo con ironía.
La expresión del chico se endureció.
-Hablo enserio. Es preciso que tomes todas las precauciones, ¿recuerdas lo que te dije? Para unos es como una diosa y para otros es como un demonio.
-Sí, sí, lo recuerdo.
-No le preguntes sobre mí, no hagas ningún trato para averiguar algo de mí. No valdrá la pena y no quiero que gastes energías en hacerlo. Prométemelo.
En sus ojos se reflejaba la preocupación y la inquietud. Recargó su frente sobre la suya, como haciendo énfasis en su petición.
-No lo haré, lo prometo.
El chico la acercó a su pecho, en un cálido abrazo que le dio una enorme tranquilidad a Noli. No sabía que lo necesitaba hasta ese momento, pero tampoco quería solo quedarse con el recuerdo de ese chico.
-Tampoco me olvides, no olvides esto -le plantó un beso-. No olvides lo que estás sintiendo ahora -volvió a besarla-. Las cosas van a cambiar, y algún día nos encontraremos, pero no será aquí ni con estos adornos que nos ocultan. Tampoco preguntes por ello, esas respuestas llegarán después. En su debido momento.
-¿O sea que volveremos a vernos? -dijo antes de que volviera a besarla.
-Nos veremos después de un tiempo. Como nosotros mismos -aclaró-. Pero no me olvides, pase lo que pase, no olvides lo que pasó entre nosotros. No olvides que te quiero.
Noli tenía un mal presentimiento. Le daba gusto poder conocerlo realmente algún día, pero ¿a qué costo?
-Una última cosa, no vayas acompañada cuando veas a Tabina, podría usar a cualquier persona para persuadirte de hacer cosas que no quieres -Noli asintió-. Cuídate mucho y no dejes que esa llama se apague -volvió a besarla y esta vez la inclinó para profundizar el beso causando que ella no pudiera pronunciar unas últimas palabras. Noli enterró las manos en su pelo, memorizando la suave textura.
La noche avanzaba con rapidez y su tiempo juntos llegaba a su fin. Nuevamente con el corazón desbocado y los labios hinchados, Noli se alejó del Zafiro Negro.
-Te extrañaré -le dio una pequeña sonrisa antes de abandonar la habitación y salir de ese estado tan placentero.
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Sangre y lágrimas
Fantasy¿Y si el destino de todos ya estuviera escrito? ¿Y si no es una coincidencia conocer gente, experimentar cosas, ni tener "accidentes"? Había una vez, en una isla donde los más acaudalados no poseen ningún don sobrenatural y los débiles estallan de p...