Capítulo 3

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Noli se despertó a regañadientes, anhelaba poder seguir durmiendo al menos una hora más y, encima, tenía adolorido todo el cuerpo. El costo de una noche de pelea.
Tomó unos pantalones limpios, una camisa que estaba sobre la mesa de su escritorio, sus botas y salió de su cuarto.
Como cada día, tenía varias entregas que realizar. Su padre le encargaba llevar algunos pedidos a sus clientes, por lo general los de menor peso. Ese día sólo tenía que hacer cinco entregas y en el mismo distrito, eso le daba el tiempo suficiente para visitar a Lena.
Vadinia estaba dividido en cinco distritos: Septentrión (donde vivía), Oriente, Meridión, Ocaso y Centro. Este último es donde habitaba el rey y la reina junto con sus cinco hijos. Cuando era niña, Noli había asistido a unos cuantos bailes que se celebraban en el palacio, aunque no recordaba nada. Lo sabía por lo que le contaban sus padres. Conocía por carteles a los reyes. Imágenes de cuando eran más jóvenes y en ellos no exponían los rostros de sus hijos, la única manera de conocerlos era asistiendo a los bailes. Pero estar cerca de ellos le parecía algo extravagante, sencillamente no estaba de acuerdo en que tuvieran tantas presentaciones tan seguido, le parecía muy dramático.
"-Suelen exagerar en ocasiones, pero no son así todo el tiempo ni con todos y eso no le quita la diversión." Lena solía intentar convencerla de que fuera con ella, su familia poseía una casa en el Centro y no desaprovechaban la oportunidad de asistir.
A pesar de las ocasiones que tenía, tanto Noli como su familia no sentían real interés en asistir y preferían quedarse a continuar con sus labores. Sus padres decían que era una manera de aprovechar el tiempo más productivamente. Y no es que no les gustaran las fiestas, pues entre su familia se reunían de vez en cuando y siempre asistían, solo que con los monarcas era una situación diferente.
-Los paquetes están en la mesa y tienen sus recibos correspondientes -le dijo su padre en el momento en que entró al comedor. Ella lo miró y notó que ya traía puesta su ropa de trabajo, solo le faltaba ponerse su delantal-. Asegúrate de que esté todo correcto antes de irte -apenas la miró a los ojos al decirlo y le dio la espalda al tiempo que se llevaba una mano a su barba negra.
En una ocasión, Noli había hecho una entrega con un recibo incorrecto. El cliente había regresado más tarde con un reclamo que provocó que perdiera el sueldo de toda su semana.
Su padre ahora se dirigía hacia Calmon para hablarle sobre los pendientes de esa semana. A pesar de que su hermano era más alto que Noli y su madre, no superaba en estatura a su padre, pero cuando estaban juntos, ella casi podría jurar que se veían igual. De vez en cuando hasta los confundía cuando le hablaban. El claro ejemplo del heredero, pensaba al verlo. No importa que ella hubiera considerado en algunas ocasiones qué pasaría si era la que heredara.
Recordó la vez en que su padre le habló sobre ese tema:
"-Eres mi segunda hija, si tal vez hubieras sido la primera podría considerarte pasarte el legado, pero tu hermano llegó primero". Lo dijo bromeando, pero Noli sabía que ni si quiera pensaría en pasarle nada. No importaba tanto ser la segunda hija, incluso si fuera la primera o la última, no le daría el cargo porque decía que una mujer jamás podría manejar tal negocio. No tenían ese poder.
A pesar de todo, cuando su padre consideró que Noli era lo suficientemente mayor para conocer sobre lo que hacía y aceptó enseñarle a usar un arma, no para luchar sino para aprender a defenderse, se enteraron de que su madre estaba embarazada. Todos fueron muy felices con la noticia y esperaban con ansias al nuevo integrante de la familia, pero Noli tuvo que interrumpir el entrenamiento -su hermano ya en ese entonces sabía manejar un arma- para ayudarle a su madre.
Después de unos meses, se enteraron que su madre esperaba gemelos y las cosas tomaron un rumbo diferente. Su padre y su hermano pasaban más horas trabajando mientras Noli y su madre se quedaban todo el día en casa. Y, como su madre tenía que descansar el mayor tiempo posible, Noli se comprometió a hacer las labores necesarias. Al inicio fue sencillo, pero conforme pasaban los meses su madre hacía menos cosas y Noli más, incluso su padre y su hermano dejaron de ayudar.
Una vez que nacieron los gemelos, recontrataron a la que fue cuidadora de Noli y Calmon, así su madre podía recuperarse. Además que tenía quien le ayudara, dejando a Noli volver a sus actividades. Pero por desgracia, su padre dijo que había desarrollado muy bien sus tareas y prefería que se fijara más en esos asuntos que le iban a servir cuando finalmente se casara, así que no la instruyó. Noli quedó devastada con la noticia, había estado anhelando con ansias poder usar un arma durante todos esos meses.
En una ocasión se había armado de valor y habló con su padre acerca de ese tema. Él la reprendió y le prohibió utilizar o pedir armas. Incluso a su hermano le advirtió que no debía de enseñarle algo. Tiempo después conoció a Marcus y él se ofreció a enseñarle a pelear con o sin un arma.
Ahora, Noli se dirigía a los gemelos con prendas idénticas que estaba terminando su desayuno. La voltearon a ver con ese brillo de alegría tan peculiar en sus ojos.
-¡Noli! -dijeron al unísono.
-¡Mis niños! -contestó en la manera que siempre se saludaban.
-¿Prepararás un postre hoy? -preguntó Suli.
-¿Podemos ayudarte a hacerlo? -dijo Rubi.
Noli en ocasiones les preparaba alguna golosina solo por complacer a su padre y darle pruebas de que pasaba más tiempo con la comida y, naturalmente, sus hermanos adoraban comer el resultado por muy desastroso que fuera.
-Hoy no puedo, tal vez otro día -les dijo para reconfortarlos y ellos sonrieron complacidos-. Ya me voy, pero jueguen mucho hoy, ¿está bien? Volveré temprano y jugaré con ustedes.
Le dio un beso a cada uno en sus mejillas rosadas y les acarició su suave cabello negro. Ellos le correspondieron el gesto con un abrazo.
También le dio rápido abrazo a su madre antes de irse, se disponía a abrazar a Cal, quien también estaba vestido para trabajar, pero le había dado una de sus habituales miradas que se interpretaba como "ni si quiera pienses en acercarte", al tiempo que salía de la casa junto a su padre.
Prácticamente viven en la herrería.
Ellos pasaban mucho tiempo juntos, trabajando casi siempre, y ella casi envidiaba ese tiempo.

Sangre y lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora