Capítulo 42

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Noli se tragó un grito por la sorpresa que se apoderó de ella. La caída le provocaba raspones y golpes en varias partes de su cuerpo simultáneamente. Estaba hundida, dentro de un pozo oscuro y escondido. Aún tenía el libro en brazos, aunque había perdido su daga.
El pozo seco parecía hecho de rocas cubiertas de musgo, tierra y ramas. Miró hacia arriba y apenas notó una pequeña luz, muy lejana, que no le daba lo suficiente para averiguar cómo salir de ahí.
El pánico la hacía sentir extraña, lo único que quería ahora mismo era estar en la superficie. Pensó que cualquier cosa sería mejor que eso.
Tanteó las rocas e intentó sujetarse de ellas para escalar, enterrando las uñas y sujetando el libro bajo su brazo. Se elevó un par de metros, pero sus músculos pronto comenzaron a dolerle y tuvo un descenso aún peor que el primero No tuvo tiempo de detener su caída y sintió un raspón por su cara. El dolor y el calor de su rostro la hizo enfurecer. Se tocó el labio y usó su camiseta para limpiarse la sangre que le resbalaba.
Se sentó sobre el suelo, intentando pensar un momento, no podía dejarse llevar por el pánico. Esperaba que, al menos, el karivirus ya se hubiera ido, ya que pensar en que la ayudara a salir era absurdo.
Esperaba que Lukas se hubiera zafado del otro ser y que no estuviera herido, que pudiera encontrarla. Ni siquiera estaba segura de que él pudiera localizarla, ella jamás vio por donde pisaba y, si él acaso llegaba a toparse por ese lugar, tenía que ser muy cuidadoso o ambos estarían perdidos.
Miró hacia arriba y encontró unas cuantas ramas que colgaban, tomó una y tiró de ella. Intentó sujetarse mientras escalaba con las piernas, lentamente alcanzó a dar dos pasos ascendentes y resbaló. La rama se desplomó a sus pies. Probó con otra, pero volvió a caer.
Resignada, intentó pasearse por eso pequeño y angustiante agujero. Los segundos le parecían una eternidad y no tenía forma de salir.
El silencio la desesperaba y las lágrimas querían salir, pero ella ponía la mayor resistencia. Se sentó sobre el oscuro espacio y tomó el libro entre sus brazos. De repente pensó que, si las historias eran ciertas, ese libro bien podría ayudarla a salir de allí. Puso cada mano sobre la pasta dura y tiró de ellas, pero nada se movió. El libro no se abrió y un nuevo miedo voló por su mente. Si no podía abrirlo ahora, ¿cuándo sí? No sabía si necesitaba algo para abrirlo. Lo elevó para intentar ver mejor. Notó apenas un pequeño círculo que podría hacerse pasar como una cerradura. Negó con la cabeza y las lágrimas cayeron por su rostro. Eso empeoraba mucho las cosas. No podía hacer nada sin el libro cerrado, prácticamente no le servía. Creyó que todo había sido en vano.
Dejó el libro a un lado y recargó la cabeza sobre la pared. Nunca en su vida se había sentido tan sola e impotente. Sabía que siempre había necesitado de los demás para hacer incluso minúsculas cosas, los otros siempre estaban presentes, pero nunca lo había sentido de una manera tan intensa como ahora.
Solo se tenía a sí misma, con sus dones y un libro estorbándole.
Una idea alocada brotó espontáneamente y consideró algo que quizá podría funcionar. Había visto a su padre hacer forjas con algunas rocas en ocasiones muy extrañas. Solo sabía que era posible hacer algo con ellas, incluso si nunca había visto cómo o para qué. Metió el libro entre los pliegues de su ropa, sujetándolo bien, y posó ambas manos a los lados, sobre las frías rocas que comenzaron a calentarse. Una luz rojiza comenzó a brotar y eso motivó a Noli seguir elevando la temperatura. Pensó que, si lo que quería funcionaba, podría mover las rocas y armar un tipo de escalera. Las rocas de arriba comenzaron a cambiar de color y creyó que eso era una buena señal. Siguió con las manos pegadas a las paredes, viendo cómo las rocas se encendían una a una. Usaba gran parte de sus dones para poder mantenerlas en ese estado, tanto que comenzaba a brotar un dolor por sus codos que no le impidió parar.
Cuando notó que el calor se había elevado lo suficiente para poder salir, separó una mano y se concentró en mover una roca hacia afuera, lentamente, para hacerle un espacio donde pudiera apoyarse. Los muros se movieron un poco y ella paró. Respiraba con dificultad, no había considerado lo peligroso que podría ser si algo fallaba, si una roca se rompía o lo que pasaría si el foso se desbordaba. Puso una mano sobre una roca caliente y la hizo enfriar. Tardó unos minutos, pero cuando volvió a su estado natural, suspiró aliviada sabiendo que podría calentarlas para moverlas y después enfriarlas de nuevo.
Posó una mano sobre una roca cercana a su cintura y la calentó, y siguió hasta encenderla y ver cómo se derretía y comenzaba a chorrear. Rápidamente pasó los dedos para enfriarla y nuevamente se endureció. El calor llenaba el pozo y un hilo de humo brotada, esperaba que eso sirviera para informar a alguien de que estaba ahí.
Tocó otra roca y repitió el procedimiento, esta vez siendo más cuidadosa con la velocidad con que la calentaba y sin llegar a desintegrarla. Cuando comenzó a brillar, la movió para sacarla un poco y rápidamente la enfrió. Se detuvo un momento, esperando para notar si había algún daño, pero no lo hubo y continuó con una roca más alta. Creyó que tal vez no haría falta calentarla para moverla, pero al intentar hacerlo, concluyó que era necesario ablandarla un poco. Cuando ya no alcanzaba a tocar las rocas, comenzó a subir con mucho cuidado, lentamente, y con otra roca en mente para poder apoyar el pie e impulsarse con la mano.
Sus manos pasaban de una roca a otra, calentando y enfriando todo lo que alcanzaba. Por accidente llegó a quemar algunas plantas que creyó que estaban muertas, pero que, conforme estaba más cerca de la luz, las notaba verdes. Poco a poco fue elevándose y su cuerpo parecía querer derretirse al igual que esas rocas que se perdían en el ardor. Pasaba de caliente a frío en un segundo, cuidando de que no se derrumbaran sus soportes.
El aire de los pulmones parecía comenzar a fallarle, como si estar bajo tierra le quitara más oxígeno del que podía obtener. Se detuvo un momento, cerró los ojos y respiró profundamente. Miró hacia abajo y supo que ya llevaba más de medio camino de distancia, solo le quedaban unos cuantos metros más y podría salir. Podría tirarse sobre el pasto y buscar la salida, de regreso a su fría habitación prestada.
Volvió a calentar una roca y, al querer enfriarla, un calambre atacó su muñeca haciendo que apartara la mano. Todo el pozo se movió y creyó que se caería. Se sujetó más fuerte, con una sola mano, y movió la otra muñeca. Miró hacia abajo y notó que algunas rocas del final comenzaban a moverse y un leve temblor se sembraba sobre la pared. Comenzó a calentar las rocas más rápido, si ese pozo se desplomaba y ella no lograba salir antes...
No quiso detenerse a pensarlo, calentó y enfrió mucho más rápido, a una temperatura con la que al menos sus botas no se quedaran pegadas. Su cuerpo resistía su propia temperatura, pero lo que llevaba puesto no, mucho menos el libro.
La luz estaba más cerca y una sombra le tapó la vista.
-¡Aquí estás! -gritó Lukas desde arriba.
Ella lo miró aliviada.
-El pozo se desploma -le dijo con una voz temblorosa.
Lukas se agachó y metió la cabeza.
-Dame tu mano -dijo mientras se estiraba.
-No te alcanzo -se quejó.
Le faltaban un par de rocas y el pozo no paraba de soltar crujientes y tenebrosos sonidos bajo sus pies. La parte de la que se sostenía comenzó a moverse y su cuerpo se tambaleó. Se quedó muy quieta, sabía que el menor movimiento la haría caer.
-Dulzura, tienes que saltar. Alcanza mi mano si no quieres quedar enterrada.
Noli lo miró llena de temor. Solo un movimiento más.
Notaba su mano más cerca, pero tendría que dar un gran salto y tomar el suficiente impulso o sino, todo terminaría. No tendría una segunda oportunidad.
Tragó con dificultad y comenzó a flexionar las rodillas, ajustó mejor su agarre y saltó disparada hacia arriba, deseando que el viento le ayudara. Estiró una mano y el pozo explotó bajo sus pies.
Rozó los dedos de Lukas y se aferró con fuerza cuando comenzó a sacarla, justo a tiempo para saber que el pozo se derrumbaba y una nube de polvo los envolvía.
Noli gateó y jadeó sobre la hierba que le picaba las manos. Lukas estaba junto a ella y le daba palmadas en la espalda, como si se estuviera atragantando. Lo apartó con una mano y se recostó sobre el suelo.
Estaba afuera, lo había logrado. Pero algo no andaba bien. Se sentó, pero parecía que se le cortaba la respiración. Intentó inhalar con normalidad, pero no podía.
-¿Estás bien? -Noli negó con la cabeza, poniéndose las manos sobre el cuello-. Respira, lento -comenzó a indicarle Lukas-, toma un poco de aire y siente cómo llena tu pecho. Despacio.
Lentamente fue recobrando el aliento y la razón.
-¿Cómo...? -tosió-. Yo me... -voltió a toser.
-No digas nada, primero respira. Ya habrá tiempo para hablarlo todo.
Noli cerró la boca y las respiraciones por la nariz ayudaron a que se normalizara. Tomó una bocanada grande de aire y la expulsó por la boca sin toser.
-Bien. Continúa así -la alentó Lukas.
Cuando sintió que no iba a vomitar, o que no se le iban a caer los pulmones, habló.
-Yo... no creí que me encontraras nunca.
Lukas suspiró.
-¿Hablas enserio, dulzura? Eso no es posible -retorció un cabello en su dedo para acomodárselo detrás-. Te busqué por un tiempo hasta que al fin te encontré, en el lugar menos esperado y, sorprendentemente, luchando por tu vida. Un maravilloso encuentro.
Noli sonrió levemente y sintió un escalofrío. Frotó sus palmas y surgió otro escalofrío. Quiso calentar sus manos y nada pasó.
-¿Qué sucede? Estás muy pálida.
-Mis... no puedo... algo... No puedo calentar mis manos -confesó aterrada.
Siguió frotando, sin ningún indicio de que hubo ardor. Noli solo sentía cómo el frío corría por sus venas, todo parecía congelarse.
-¿Te había pasado antes?
-No. Nunca.
¿Y si el calor no vuelve pronto? ¿Qué pasaría si jamás recuperara mi don? ¿Y si desaparece por completo? Sabía que había usado demasiado y estaba agotada, pero no creía que eso pudiera suceder.
-¿No hay ni una gota de calor?
-No.
Una lágrima resbaló por su mejilla y el alma se le cayó a los pies. No podía perder lo más valioso de ella. Sintió algo caliente que le cubría la espalda y le frotaba los hombros. Miró a Lukas que la abrazaba.
-¿Qué estás haciendo? -preguntó y sorbió por la nariz.
-Intento hacerte entrar en calor. Una vez leí que, si un forjador se esfuerza demasiado, hay ocasiones en las que es necesario darles un tipo de descarga. Espero que funcione el calor corporal.
-Yo... -no tenía palabras para describir lo que estaba intentando hacer por ella, lo que ese simple acto significaba. Estaba ayudando a salvarla.
-Recuperarás tu calor, tus dones estarán como nuevos, te lo prometo.
-¿Por qué estás tan seguro?
Lukas alzó los hombros mientras seguía sujetándola y acariciando su espalda.
-Lo harás -afirmó.
Otra lágrima salió y le limpió con la manga de su chaqueta.
-No llores, no me gusta verte así.
Noli sonrió tristemente mientras se dejaba arrastrar por esa cálida y placentera sensación que le proporcionaba Lukas.
-¿Porqué? -se atrevió a preguntar.
-No me gusta verte triste.
-¿Y por eso te cuelas en mi baño?
Lukas sonrió al recordarlo y sus ojos brillaron con intensidad bajo la luz de la luna.
-Es parte de mi trabajo.
-¿Solo por eso?
-Hay más razones, pero no terminaría de explicártelo. Al menos no esta noche.
Noli se había movido y ahora lo tenía muy cerca. La tomó por los hombros y acarició sus brazos, cada vez más hacia abajo hasta tomar su manos antes de que tuviera la oportunidad de secarse otra lágrima.
-Es bueno que hagas eso, que dejes que tu cuerpo hable y salga lo que tenga que salir.
-Intento hacerlo, pero no siempre... No siempre puedo... no soy tan fuerte. Las heridas hacen que me debilite.
Esa confesión le costó otra lágrima más.
-Te conozco, y conozco de heridas fuertes, créeme. Sé lo resistente que eres, y algunas de tus heridas puede que no cierren nunca, pero no tienen porqué hacerlo ya que, justo de ahí, siempre puede florecer algo hermoso.
Noli estaba absorta en sus ojos, no podía apartar la mirada de su rostro tan sucio como el suyo el cual veía con cariño. Él parecía pensar lo mismo por la forma en que la miraba. Estaban muy juntos, más de lo que nunca habían estado y su cuerpo había recuperado parte de sus fuerzas gracias a él, se sentía en deuda y seguían tomados de las manos. Entrelazó los dedos entre los de él y este no se apartó.
-Pero, ¿cómo se sanan esas heridas? -le preguntó.
-Con sangre y lágrimas -respondió entre un suspiro.
Lukas sonrió y a Noli casi se le escapó otra lágrima. Se mojó los labios con la lengua y saboreó algo metálico. La sangre había vuelto a salir y no sabía qué hacer para detenerla. Lo único que tenía en claro era que debía lograra que su labio cerrara pronto para poder hacer lo que quería.
-Es curioso verte así -comenzó a decir Lukas-, y creo que ahora entiendo lo que me dijiste una vez.
-¿Qué cosa?
-Entiendo a lo que te referías con ver lo que llueve sobre los demás, las responsabilidades y las decisiones que se toman en los momentos menos esperados, cuando son más espontáneos. Entiendo porque ahora tú estás así, entonces... solo me queda por decirte, Noli, que o sangras o lloras.
Lukas soltó una de sus manos para tomarla por la barbilla y juntar sus labios. Una inmensa sensación de placer junto con una ola de calor invadió a Noli con aquel gesto, con aquello con lo que había estado luchando para no ceder, pero que en el fondo deseaba que sucediera.
Los suaves labios de Lukas tenían un efecto embriagador y a ninguno de los pareció haberle importado las condiciones en las que se encontraban.
La verdad parecía hacerse presente y Noli no podría negar jamás que sentía algo por él, algo que ni siquiera ella estaba segura de lo que fuera, pero que existía. Algo que tal vez estuvo formándose sin que se diera cuenta y que incluso tenía miedo de sentirlo y aceptarlo por completo.
-Noli -se separó un poco y le habló sobre sus labios-, esperé demasiado... Sacrifiqué demasiado, luché contra mí mismo sabiendo que no era lo mejor que hubiera planeado, que eran cosas que me aterraban, que no era algo que quería y que muchas veces lo intenté evitar con todas mis fuerzas -respiraba entrecortadamente-. Y no podría estar más contento de que no me hayas pateado las bolas por hacer esto -ambos sonrieron mientras su aliento se mezclaba-. Estoy agradecido de haberte conocido, y de haberte encontrado en aquel agujero de la perdición.
El corazón de Noli se hinchó y se encogió ante sus palabras y, casi sin poder evitarlo, se dejó invadir por esa grata sensación y volvió a besarlo. Quería decirle algo que también sentía, quería intentar explicar el pequeño desorden que tenía dentro de sí, pero temía no poder hacerle justicia a sus palabras.
-Tú marcaste un antes y un después en mi vida, y no lo digo solo por este estúpido trabajo. Me refiero a que, si no hubieras aparecido en mi vida..., tal vez no hubiera podido darme cuenta de hasta donde soy capaz de llegar -en cuanto las palabras abandonaron su boca, se dio cuenta de la gran confesión que acababa de hacer. Se sintió tan vulnerable que intentó apartarse, pero Lukas la sujetó por los hombros y la atrajo más a él. La intensidad de aquel deseo de apoderó de ella.
Se sonrieron mutuamente antes de volver a hablar.
-Estoy seguro de que hubieras podido darte cuenta, tarde o temprano, siempre das en el blanco -sus ojos claros como la miel brillaron con la intensidad de un sol, causando que el corazón de Noli se derritiera.
Volvieron a besarse y, esta vez, fue más prolongado, tomándose su tiempo para explorar el interior de la boca del otro. Fue un beso enloquecedor que hizo que Noli saliera de su zona de confort y pasara sus manos por sus hombros hasta acariciar su suave cabello. Deseaba pasar más tiempo haciendo eso, teniéndolo un momento para ella donde pudiera darle rienda suelta a sus impulsos, a lo que su cuerpo aclamaba y quería que fuera suyo. Todo se sentía maravilloso incluso con el propio sabor metálico de su sangre que transitaba entre ellos. Ese momento fue tan precioso que Noli hubiera recorrido todo ese gran transitar, de nuevo, solo por tener un beso con el príncipe Lukas.
-Quiero estar contigo -susurró en sus labios haciendo que Lukas se separara un poco para ponerle atención.
-El sentimiento es mútuo, pero...
Noli lo besó, haciendo que se callara.
-No me interesa tu rango ni lo que esto pueda ocasionar, deseo estar contigo.
Lukas le dio un suave y tierno beso en respuesta y eso le bastó como respuesta. No hacían falta las palabras.
No podía creer que estuviera viviendo eso. Había sobrevivido al pozo y a todo lo demás por poder besar al chico que le había estado causando problemas en su mente y en su corazón. Se sentía más viva que nunca y notaba cosas que creía que no podría haber sentido nunca. Agradeció que aquel tónico hubiera dejado ya de hacer efecto y pudiera sentir a Lukas en su máximo esplendor. Su corazón palpitaba rápidamente y, con la mano sobre la mandíbula de él, pudo sentir su ritmo cardíaco, como si ambos estuvieran vinculados y todo se acomodara para ellos.
Cuando Lukas rompió el beso, recargó su frente sobre la de Noli y sonrieron.
-Tenemos que irnos, tienes el libro, ¿verdad? -Noli asintió-. ¿Estás mejor?
-Lo estoy.
-¿Sientes el calor? ¿puedes elevar la temperatura de tu cuerpo por ti misma?
Noli retrocedió con el ceño fruncido. ¿Pero qué estoy haciendo? Su repentina pregunta y la mirada sincera hizo que se cuestionara si realmente había hecho y dicho todo lo anterior por ayudarla a recuperarse.
-Lo puedo hacer, estoy mejor, gracias -dijo-. Pero... esto, ¿formó parte de ayudarme a recuperar mis dones?
Lukas se levantó y le dio la espalda.
-¿Por qué más habría de ser? Necesitabas algo rápido y efectivo, las palabras son muy útiles, pero nada mejor que revolucionar el corazón para que lo demás parezca en orden.
Noli sintió como si una nube hubiera estado sobre ella y comenzara a llover cuando le advirtieron que pasaría eso. Desearía haber visto a Lukas a los ojos cuando pronnció eso, saber si lo decía con sinceridad, que había sido completamente honesto con ella para que al menos su tonto corazón pudiera entender completamente su error. Una parte de ella deseaba que fuera verdad.
Se levantó con un ligero dolor en el pecho, como si tuviera un corte agudo que la atravesaba por el hecho de que no tomara enserio sus sentimientos, pero no se lo haría saber. Comprobó que el Libro de los Susurros estuviera en su sitio. No podía creer que se hubieran besado, que se hubiera dejado llevar tan fácil y que la hubiera seducido tan pronto y de semejante manera.
Noli miraba hacia el suelo, Lukas estaba observando su alrededor.
-¿Hacia dónde? -le preguntó.
-En realidad... no lo sé -confesó Lukas-. No estoy seguro ni de cómo llegué hasta aquí.
Noli miró hacia el cielo, desesperada; notó que comenzaba a aclararse lo que indicaba que el día llegaría pronto.
-No podemos estar perdidos.
Lo que más quería en ese momento era alejarse de Lukas. Si fuera necesario, correría hacia la primera salida y podría dejarlo en ese bosque. Y que encuentre a alguien más que lo bese y le indique la salida.
-Si tan solo encontráramos mi mochila, tal vez podría...
Un aleteo lo hizo callar. Varias aves pasaron volando en forma de v y el viento azotó el cabello de Noli. Notaron cómo el último pájaro bajaba hasta ellos y quedaba en el suelo, frente a ellos, para que pudieran observar al cuervo blanco.

Sangre y lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora