Capítulo 10

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No tenía mucho tiempo. La música se alcanzaba a oír desde donde se encontraba y ya había contado dos canciones, tenía que apresurarse.
Noli se dirigió hacia una mesa alta, redonda y hecha de cristal, que estaba cubierta de distintos objetos que parecían estar botados por casualidad. Puso la llave en su lugar, debajo de un collar de perlas níveas, antes de seguir caminando.
La bóveda estaba escondida, tenía que entrar al fondo del armario y buscar una sección de pared que se corría. Pasó entre abrigos y ropas muy suaves que olía a fragancias muy finas.
Cuando finalmente encontró lo que buscaba, estaba frente a otra puerta, una que no tenía cerradura ni picaporte.
Puso una mano sobre la pared, a la altura de su cabeza y la otra mano un metro debajo, era una posición incómoda sobre todo porque tendría que hacer presión y girarlas, aunque pareciera que no habría forma de moverlas. Hizo seis intentos y no fue hasta que las manos se le pusieron rojas, que la puerta retrocedió y la giró para poder atravesarla.
No podía volverla a abrir desde dentro, tardaría mucho así que empujó un baúl -más pesado de lo que parecía- y lo encajó en la puerta.
La bóveda no era tan grande como esperaba. Tenía muy poca iluminación y muchos objetos que parecían no tener un lugar asignado, además de que todo parecía cubierto de polvo. Caminó entre estantes hasta ver un montón de papeles enrollados en lo que parecía ser un simple cesto de basura.
Que sofisticado.
Habían varios mapas, de diferentes tamaño y colores, aunque la mayoría se veían viejos. Desenrolló algunos que tenían titulos poco llamativos: Sótano Real, Plaza de Ocaso, Bosque Inclinado, Minas de arena... Buscaba uno que dijera "Reflejo". No le decía nada, no conocía ningún lugar con ese nombre ni sobre lo que podría contener el mapa, pero finalmente lo encontró. Era un papel de tamaño mediano al fondo del bote que estaba metido entre otro mapa más grande. Lo extendió para confirmar que fuera ese e identificó una parte de Meridión. Lo volvió a enrollar y lo puso sobre el suelo mientras levantaba las faldas de su vestido. Traía alrededor de una pierna varias cintas que desató para enrollar el mapa con cuidado de no romperlo.
Luego volvió a poner todo en su lugar y comprobó que todo tuviera el mismo aspecto de cuando había llegado y, de pronto, algo llamó la atención de su mirada. En un estante lejano, entre las sombras y detrás de jarrones altos y cofres cubiertos de diamantes, había una caja pequeña y simple que no parecía ir ahí, claramente estaba escondida entre las demás cosas. Se acercó y estiró la mano para tomarla, encontró un anillo de oro oscuro con un gran rubí flanqueado por dos diamantes más pequeños. Lo que más llamó su atención fue que no tenían una parte plana, parecían cortados en formas asimétricas que le raspaban los dedos al tocarlos. Al instante le gustó y pensó que debía llevárselo, tal vez les haría un favor y así no se... No pudo terminar su pensamiento, comenzaba la canción número cuatro.
Salió de la bóveda y cerró todo tal como le había explicado Lukas. Fue hacia el mismo lugar por donde había entrado, pero antes apagó las luces. Giró lentamente el pomo y entreabrió la puerta para asomarse, luego la volvió a cerrar con la misma suavidad.
Habían dos guardias custodiando cada lado de la salida. Pensó que tal vez habían soltado una alerta, tal vez alguien la había oído entrar. O tal vez Marcus lo había hecho. Se suponía que ya debería de estar de regreso, esperándola afuera.
Los segundos pasaban y Noli tenía que hacer algo. Se obligó a despejar su mente del pánico que comenzaba a sentir para saber cómo afrontar esta situacion: dos guardias armados, una salida.
Tenía consigo dos dagas, ese vestido realmente le gustó después de todo lo que pudo ocultar debajo. Sacó una daga de la funda en su pierna, haciendo que se sintiera más ligera. Desde la oscuridad, comenzó a planear cómo derribarlos al salir.
Dos. Noli nunca se había enfrentado con dos hombres a la vez. Recordó lo que Marcus había dicho una ocasión sobre lo que hacía al pelear con más de una persona: "-Mi técnica es simple: aturdir a uno, esquivar al otro. Alterno los movimientos hasta zafarme." Pero nunca lo habían practicado.
Hasta ahora, por mi cuenta, pensó.
Casi esperaba que Marcus llegara en el último momento y los noqueara junto con ella. Quizás llegaría a la mitad para rematar. Tomó aire y deseó tener su antifaz con ella, le daba seguridad.
Sabía que el vestido le estorbaría, pero no tenía otro remedio, debía ingeniárselas.
Giró el pomo y salió de la habitación con una calma letal. Los guardias reaccionaron con sorpresa ante su presencia, se giraron hacia ella y, cuando vieron su cuchillo, adoptaron una posición de combate.
-Usted no debería de estar aquí. Tendremos que escoltarla hacia otra parte. Baje sus armas y podremos ir en paz -le dijo el guardia de la izquierda. No tenía cabello y, por la forma en que se adhería el uniforme a su cuerpo, muy probablemente levantara pesas.
Noli no respondió, se limitó a aferrarse a su daga y se agachó para hacerle un corte en la pierna al guardia cenceño de la derecha. El otro se abalanzó sobre ella tomándola por los hombros y la sujetó hacia él, pero ella le soltó una patada con la parte delantera de sus zapatillas y lo hizo retroceder. El otro ya estaba sobre ella e intentaba tomarla por los brazos, solo le inmovilizó uno así que pudo atisbarle un puñetazo en la nariz haciendo que la soltara en el movimiento.
Luego siguió con el guardia robusto y le propinó un puñetazo en la cara que pareció no hacerle nada más que enfurecerlo, así que retrocedió hacia el que ahora sangraba por la nariz y lo empujó con la intención de tirarlo al suelo en dos movimientos. Pero al terminar el primero, el otro guardia ya había pasado sus brazos por debajo de sus axilas y la sostenía por detrás, quitándole el arma en el proceso. No podía zafarse en esa posición, la sujetaba de una manera muy sólida.
El guardia de la nariz chorreante se dirigió a su compañero.
-¿Le damos una dosis? -dijo con una mano sobre su nariz, luego sacó un pañuelo para limpiarse.
-Dale algo suave, parece una doncella. La calmará lo suficiente -respondió en un tono muy diligente.
Noli se quedó viendo al guardia que sacó un frasco pequeño de su cinturón con varios bolsillos. Contenía una sustancia azul verdosa, Noli no sabía qué era hasta que sacó de algún compartimiento trasero una pequeña y muy delgada daga de cristal. Sabía que los restablecedores las usaban para administrar tónicos a sus pacientes, para meter algo dentro de su sangre. Noli comenzó a sacudirse para intentar soltarse, pero el guardia la tenía bien sujeta. No podía terminar así.
Observó cómo el guardia vertía un par de gotas encima de la daga y esta adoptó el tono de la sustancia. Noli no estaba tan familiarizada con tónicos, pero sabía lo suficiente para detectar que era una sustancia para debilitar el cuerpo o dejarla inconsciente.
Un pinchazo de la punta de esa daga y quedaría desalentada. No podía dejar que la atraparan de esa manera.
¿Dónde está Mac?, ¿dónde está Mac?, ¿¡dónde está Mac?!, no dejaba de preguntarse.
El guardia se acercó y, presa del pánico, alcanzó a ver una oportunidad. No estaba segura de que resultara, pero era todo lo que tenía.
Se concentró en invocar su calor hasta aumentarlo en niveles que alguien con un don diferente al suyo no resistiría. Ojalá pudiera ver sus manos, así sabría en qué temperatura estaban. Solo calculó lo que consideraría un nivel lo suficientemente caliente para alejarlo sin dejar una marca.
Cuando el guardia estaba a escasa distancia de ella, se recargó en el guardia que la sostenía y se impulsó con fuerza de manera que tenía ambos pies elevándose para apoyarlos sobre el otro y empujarlo. A la vez, ponía sus manos ardientes sobre el cuello del guardia detrás de ella, haciendo que la soltara con un golpe brusco que tiró a ambos al suelo.
Noli se desplomó sobre su cadera y se escuchó el tronar de un cristal, por un momento creyó que era la daga del guardia que todavía contenía la sustancia, pero parecía intacta y lejos del alcance de cualquiera.
Rápidamente se incorporó y tomó la daga de cristal del suelo, se la clavó en la pierna del guardia que la había sujetado hasta que dejó de sarandearse por la quemadura en su piel. El otro había vuelto a sangrar, Noli lo tomó por los hombros y le dio un golpe con la empuñadura de la daga que había vuelto a tomar. Ambos guardias estaban inconscientes.
Sacó de su vestido una sustancia amarillenta que le había comprado a Urlo, unas gotas y los guardias no sabrían lo que habría pasado en al menos los últimos cinco minutos. Sintió un alivio al tenerlo justo para la ocasión. Aunque no tenía algo para desvanecer sus heridas y pruebas de combate. Tal vez Marcus supiera qué hacer.

***

Noli estaba corriendo ahora por los pasillos, intentando acomodar su cabello antes de regresar al salón. Ya estaba por terminar la séptima canción, pronto la gente se dispersaría y podría llamar la atención. Pensó en pasar al tocador antes, pero ya no tenía tiempo.
Luego de volver a guardar sus armas y enterrar la daga vacía en una maceta que encontró en el camino, puso a los guardias sentados al lado de la puerta con la intención de que pareciera que se habían quedado dormidos. Aunque la sangre decía otra cosa.
Llegó al salón lo mas rápido que pudo y disminuyó sus pasos, agradeciendo que tuviera unas zapatillas con plataforma en vez de tacones, estos eran menos ruidosos, aunque no precisamente cómodos para correr. Caminó discretamente entre la gente que bailaba para acercarse a la mesa donde servían bebidas. Pidió agua y la bebió de la formas más casual que pudo. Pronto cayó en la cuenta que la copa tenía una cuartedura que se expandía rápidamente. Sus manos estaban ardiendo.
Soltó la copa y la dejó caer al suelo, así al menos nadie sabría lo que había hecho. Rápidamente se acercaron algunos encargados a recoger los pedazos y Noli se alejó disculpándose con la excusa de ser muy torpe.
Se posicionó en una orilla cerca de la pista y miró entre la gente en busca de alguna señal de Marcus. Era propio de él aparecer en el último momento.
La última canción estaba llegando a su fin y no tenía con quien ir a la pista. Por fortuna, después de varios aplausos, el director de la orquesta hizo una pausa para dedicar sus felicitaciones al príncipe lo cual le daba unos segundos extras para encontrar pareja y su pase de salida.
Pero al único que encontró, o quien la encontró a ella, fue el chico pelinegro de ojos marrones y sonrisa traviesa. Noli ignoró la invitación por señas de Chainstom para ir a bailar la siguiente pieza. Se suponía que lo haría con Marcus. Seguían baladas lentas que, en la mayoría de los casos, las utilizaban las parejas para seducir a sus acompañantes o hacer declaraciones. Justo sobre esto estaba hablando el director ahora, mencionando peticiones y haciendo incapié en que la música continuaba con sus melodías más afectuosas y tan apacibles que algunos de los candelabros se apagaban para ambientar.
Noli solo escuchaba más tiempo para pensar qué hacer.
Estaba sumida en sus pensamientos que apenas y notó cuando Chainstom repitió su invitación con palabras.
-No me vas a negar que es una festividad espectacular, y deberíamos aprovechar la oportunidad. Baila conmigo. Veras que será... divertido -agrego un segundo después con una sonrisa tierna.
-No lo sé -desvió la mirada de él-, mi amiga debe de estar buscándome ahora -se inclinó como si la buscara, aunque claramente Lena no era una de sus preocupaciones en ese momento y no podría sacarla de este embrollo.
-Tu amiga esta al otro lado de la pista, ¿por qué no la atravesamos bailando? -propuso tendiéndole una mano.
Lena, en efecto, estaba en una mesa charlando con su padre. Se le veía tan sonriente y feliz mientras hablaban.
La música comenzó y se pausó con la intención de esperar a todas las parejas para que no se perdieran del inicio y comenzaran al mismo tiempo. Noli se estaba tardando. Tenía que ir a la pista ahora. Tenía que decirle que sí a ese chico porque no había nadie más. Sabía bailar, y supuso que no era tan complicado ir con él. Aunque esa no era la cuestión.
Si aceptaba, no la soltaría. Si aceptaba, el cortejo iniciaría formalmente y no habría vuelta atrás teniendo ya el consentimiento de su padre. Pero tenía que salir de esa posición y la música iniciaría de lleno en escasos segundos. Se quedaba sin opciones y Marcus no aparecía. No tenía más remedio. Lena estaba del otro lado y Marcus desaparecido.
Miró al piso y asintió con la cabeza, el chico sonrió y le ofreció su mano. Noli no quería tomarla, si llegaban así a la pista los demás sabrían que había algo entre ellos. Pero tendría que hacer un esfuerzo, se lo debía a su padre. Y muy en el fondo, creyó que realmente le estaba haciendo un favor. Noli se estaba tardando.
Tomó la mano del chico y comenzaron a andar, pero enseguida apareció un chico que les bloqueó el paso.
-Espero que no haya ningún problema si la llevo a la pista -le dijo Lukas a Chainstom.
-En absoluto, su alteza -hizo una reverencia y soltó la mano de Noli con delicadeza.
¿Quién le dice que no a un príncipe?
Lukas ahora se dirigía hacia Noli.
-Hermosa dama, sería un placer para mí que me concediera este baile -Noli se acerco a él y este le hizo un movimiento con la mano para indicarle el camino. Entrelazó su brazo con el de ella y juntos fueron hacia la pista.

Sangre y lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora