Capítulo 13

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Noli buscó las palabras para dirigirse a Marcus, pero no sabía qué decir primero, quería contarle tantas cosas. Tal vez debería averiguar cómo salir de su celda y liberarlo a él.
¿Y después?
Habrían varios guardias esperándolos en la puerta, además de que el Capitán vendría en media hora y si no la veía en su celda... Ya la había amenazado hace un rato y, a pesar del disfrute de Noli, tampoco le dejaba muy buenas razones para irse en ese preciso momento. Pensó que tal vez Lukas bajaría y los sacaría, pero con lo último que le había contado, no creía que fuera algo probable. Aunque seguía trayendo su mapa, eso seguramente haría que pensara en ellos.
-Dime que tus manos no están frías -dijo Marcus en voz baja.
-Hay problemas mayores -dijo entre susurros-, el Capitán vendrá por mí en media hora. Quiere hacerme hablar.
-Eso no es bueno -Marcus negó con la cabeza y se quedó un momento pensativo-. Ya sabes qué decir si llegan a los extremos. Si te saca, seguramente alguien te regresará, mientras tanto idearé un modo de escapar. Tú observa todo lo que nos pueda servir -se oyeron unos pasos acercándose, Marcus hablo más rápido-. Mantente fría -dijo antes de adentrarse en su celda y desaparecer.
Dos guardias se detuvieron en la celda de Noli y la abrieron. No eran los mismos que la habían llevado y no había pasado media hora. A menos que el tiempo transcurriera de una forma diferente ahí abajo, pero eso solo le había ocurrido cuando se divertía y claramente no tenía nada que ver con esta situación.
Los guardias le indicaron a Noli que saliera y la tomaron por los brazos mientras la conducían hacia una habitación lejos de donde estaba el escritorio ahora desierto. Abrieron la puerta y lo primero que Noli vio fue una silla de metal en donde la empujaron rápidamente y cerraron la puerta.
Otro tipo de celda.
La habitación era pequeña y solo estaba iluminada por una lámpara en el techo justo encima de la silla. El Capitán se acercó a la luz y, con un movimiento de la mano, le indicó que se sentara. Noli obedeció.
-Los guardias dicen que eres de Oriente, tus ropas y tus armas lo confirman -Noli sonrió internamente. Le había costado unas horas convencer a Lena, pero al final aceptó ir a otro distrito para conseguir sus vestidos-. Pero eso es solo una teoría -caminó alrededor de ella y la miró desde arriba-. Esta habitación es mi favorita, sabes, tiene una función especial que hace aumentar al máximo lo dones de alguien hasta anularlos -Noli tragó saliva, si le quitaban su don no habría forma de que saliera, ¿pero explotarlo al máximo? En una ocasión había usado su poder más de lo que estaba acostumbrada y se quedó muy débil, a pesar de no haber llegado a su máximo.
-Fue un bonito regalo del rey -siguió diciendo-, y como tú también eres bonita -le pasó un dedo por la mandíbula obligándola a mirarlo a los ojos-, te daré lo que no le ofrezco a casi nadie: una oportunidad para hablar de una buena vez.
¿Regalo del rey? ¿Realmente funciona? ¿Para qué querrían algo así? Noli le sostuvo la mirada unos segundos y se obligó a decir que sí con la cabeza.
El guardia le dio una sonrisa burlona y carraspeó.
-¿Tu distrito es Oriente? -dijo reanudando su caminar alrededor de ella.
-Lo es -dijo Noli con una mirada altanera.
No pareció creerle, pero continuó.
-¿Entraste a los aposentos del rey?
-¿Hay prueba de ello?
-No tienes derecho a hacer preguntas.
-Sin embargo, ya obtuve algo por respuesta -dijo Noli con una mirada desafiante que pareció enfurecerlo.
El Capitán le propinó una cachetada tan fuerte que casi la tumbó de la silla. Noli inhaló el aire que pudo y se obligó a quedarse quieta, no podía arriesgarse a devolverle el golpe. Además, ya había conocido esa violencia en otras formas. Al menos le sirvió de algo saber cómo controlar su ira.
-Había un guardia que despareció sin permiso y que fue suplantado por dos, luego estos estaban tirados en el suelo. Apuesto a que si te los vuelves a encontrar los reconocerías -Noli no dijo nada-. A pesar de todo, necesito saber si alguien más está involucrado contigo.
Noli se limitó a mirar el suelo. El guardia tiró de ella por detrás de su cabello y la hizo levantar la cara.
-¿Qué tomaste de los aposentos del rey y a quién se lo diste?
A Noli le empezaba a doler la cabeza.
-Si ya cree saberlo todo no veo porqué hacer más preguntas.
El Capitán, aún sosteniéndola por el cabello, la tiró al piso. Noli pudo sentir como sus manos comenzaban a calentarse y deseó tener su tónico ahora mismo. La furia comenzaba a arremolinarse dentro de ella y pedía ser liberada, aunque no podía perder el control ahora. Tenía que pensar en cómo escapar.
-Perfecto, si quieres pasar el resto de tu vida aquí, me aseguraré de que así sea. Además de enseñarte modales. No es propio de una señorita actuar de esa manera.
El Capitán fue hacia una pared de la habitación, desde esa posición, apenas y se distinguía. Estaba frente a lo que parecía una tableta con botones, presionó uno y este se encendió en color amarillo, después se escuchó un ruido fuerte, como una máquina que se acercaba.
Noli se puso de pie, pero no sabía qué esperar y pronto sintió sus manos pesadas. El Capitán seguía mirando los botones y comenzó a planear cómo podría atacarlo, pero sus piernas ahora se sentían de la misma manera y no podía moverlas.
-Si no quieres hablar, veamos que nos dice tu cuerpo. Veamos cómo hablan tus dones -le dio una sonrisa malévola, mostrando sus dientes que resplandecían en la oscuridad.
Noli sintió que salía humo de sus manos, estaba elevando su poder. ¿Se desmayaría otra vez?
Reunió la poca fuerza que le quedaba para que su cara no tocara el suelo mientras caía de rodillas, apenas pudo ocultar sus manos detrás de su espalda sin que tocara su vestido. Sentía el fuego recorrerle el cuerpo, eso no estaba bien, no era normal.
Sentía que se asaba por dentro. El calor la ahogaba y la dejaba sin aliento. Además de que sentía tanta sed. Sentía que hervía. No podía moverse y su cuerpo estaba muy tenso, como una roca caliente.
Intentó jalar la parte de ella que enfriaba las cosas, pero el fuego era mayor, el fuego siempre ganaba. Sobre su frente comenzaba a gotearle el sudor y se deslizaba por su cuello, se sentía desesperada al estar inmóvil.
Durante unos minutos que le parecieron eternos no fue consciente del momento en que comenzó a llorar. No quería que le arrebataran su poder, era una parte de ella, la que más le gustaba, a pesar de que no podía explotarla. No quería perder sus dones. Le había costado demasiado mantenerlo al margen, escondido de los ojos de su familia y manteniéndolo vivo para cuando lo necesitara.
Había sido suyo desde los doce años y, en el momento en que comprendió lo que era, corrió con Lena, corrió a apagarlo, a protegerlo. Sabía que en un futuro no podría hacer mucho, pero aún así, no podía perderlo. El miedo se apoderaba de ella, estaba sufriendo, pero justo cuando el poder parecía desaparecer en algún momento con una llamarada fuerte, todo se detuvo.
Noli alzó la mirada, podía mover la cabeza, pero no quería arriesgarse a probar con las demás partes de su cuerpo. Todavía no.
-Creí que serías más interesante, pero al parecer eres una niña inservible -dijo el Capitán con un tono aburrido-. Lástima, tal vez solo podamos cambiarte por unas botellas de alcohol dado que el baile no ha terminado -dijo con desprecio y malicia.
El Capitán se acercó a ella, sujetó su rostro con una mano y apretó sus mejillas para que la boca de Noli se abriera. A través de las lágrimas, pudo distinguir la sustancia amarillenta, el mismo tónico de desmemoria que ella había utilizado. La oscuridad la recibió y solo pudo vislumbrar un borrón de imágenes sin sentido mientras los guardias la llevaran de regreso a su celda.

Sangre y lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora