Noli llevaba esperando cinco minutos que le parecieron una eternidad. Lena le había dicho que no tardaría, pero la inquietud se apoderó de ella en cuanto le dijo que tendría listo su tónico ese mismo día. Sabía que debería de aprovechar mejor su tiempo en ese instante, haciéndole preguntas y diciéndole algunos datos sobre lo que creía que había descubierto de las implicaciones con el primer tónico, pero realmente quería esperar a hablarlo primero con Marcus.
-Está listo -anunció Lena desde su escritorio lleno de instrumentos brillantes junto a la pequeña maceta que contenía la flor de flama-. Tardará en hacer efecto por completo, llevará varias semanas hacer que tu cuerpo deseche la sustancia que se ha estado acumulando estos años, pero funcionará.
Noli vio un frasco con una sustancia verde oscuro que le causó repulsión.
-¿Debo tomármela toda? -preguntó con un gesto.
-Es necesario -se la tendió y Noli la bebió de un solo trago-, solo así sabremos lo que realmente sientes.
Noli estuvo a punto de atragantarse con sus últimas palabras. La sustancia era amarga, pero no tanto como el primer tónico que le ocasionó tomar ese.
-¿Qué quieres decir? -preguntó devolviéndole el envase.
Lena suspiró.
-Te lo explicaré muy fácil. Cuando salías a hacer tus tonterías en las noches a quien sabe donde -puso los ojos en blanco-, cuando te saltabas al menos una sola dosis, tu cuerpo reaccionaba de manera muy diferente a como debería de hacerlo normalmente. Así que dime, ¿qué sentías cuando no lo tomabas?
Llegó a su memoria el recuerdo de las ocasiones en que había estado con el Zafiro Negro, cuando más se había sentido diferente y no lo había sabido distinguir de su cotidianeidad.
-Conocí a un chico en el club -comenzó a decir-, peleamos, y sinceramente fue muy divertido, pero al final y después de algunas copas... nos besamos un rato. En las veces que he estado con él, no había tomado el tónico.
Lena le lanzó una sonrisa satisfactoria.
-Y apuesto a que pensaste que lo que hayas sentido, era una consecuencia del alcohol, ¿no?
Noli se encogió de hombros.
-No sé lo que haya pasado con ese chico, pero algo te puedo asegurar: tus sentimientos eran sinceros, todo lo que experimentaste y sentiste con él era de verdad. Tu corazón estaba ciego, por decirlo, y ahora sabrá las cosas con mayor claridad.
Las personas con las que se había estado involucrando hasta ahora, lo que había pasado y el recuerdo de lo que pudo haber sentido comenzaron a girar en su mente con preguntas inquietantes e infinitas.
-Cuando estuve con Yedian -se le hizo un nudo en la garganta al recordarlo-, lo que sentía por él ¿era real?
-¿Tomabas el tónico cuando estabas con él?
-Siempre, no quería que algo pudiera causarr que lo lastimara.
Lena guardó silencio unos minutos, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para dar una mala noticia.
-No puedo asegurarte que hayas estado enamorada -Pero él sí de mí, concluyó-. Es algo que solo tú sabes y ahora, después de este tiempo separados, es más complicado. No creo que valga la pena averiguarlo.
Una parte de ella se alegró de que realmente no hubiera estado tan fijada en él, pero también se sintió mal por pasar dos años de su vida engañándole.
¿Y qué pasa con Chainstom? Se las arregló para no preguntar eso. No recordaba completamente si había o no tomado una dosis. Se propuso a comprobarlo en algún otro momento.***
Durante todo el transcurso a su casa, Noli no podía quitarse de encima la sensación de falsedad hacia los demás. La manera en que se comportaba con otros dependiendo de sus dosis. Había estado tomando ese tónico desde hace siete años, desde que su padre la golpeó por primera vez cuando Noli intentaba encender un fósforo. Incluso a esa corta edad, justo el día de su cumpleaños, el calor comenzaba a llamarla con intensidad y la chispa y fricción le atraían.
Tenía ese recuerdo muy presente, no podía olvidar el día en que su padre la había sorprendido invocando al fuego ni el sonido del alarido que exclamó cuando la encontró.
-¿Qué estabas haciendo con eso? -Noli solo había intentado esconderlo detrás, pero ya era muy tarde.
Su padre le repitió la pregunta y Noli solo lo había mirado en silencio. Sabía que su padre se impacientaba si no le respondía nada en absoluto, pero no tenía palabras. Le había arrebató la caja de fósforos y por jaloneos la llevó hasta su habitación.
-¿Sabes lo peligroso que es esto? -le había gritado con furia. La había empujado del hombro al decirlo y a Noli se le llenaban los ojos de lágrimas pues nunca antes le había hablado de esa manera.
-¡Tonta! ¿Qué rayos te hace llorar? -Noli seguía en el mismo silencio y comenzó a darle leves golpes en la cabeza, parecidos a los que le daba su hermano al jugar, pero estos tenían una fuerza mucho mayor-. Ahora resulta que no puedo decirte nada sin que termine con tus malditas lágrimas, estoy harto. Jugando con esto solo estas tirando tu vida a la basura y nos condenas a todos -ella recordaba haberlo mirado un largo rato mientras seguía reprendiéndola.
-Tú y tus malditas manías de hacer esos gestos -ella ni si quiera se había dado cuenta de que su rostro se había movido-, jamás me haces caso ni porque te digo que es por tu bien. Eres una basura y resulta que yo parezco el malo de la historia después de todo lo que he hecho por ti. Esta es la primera vez que tienes un comportamiento tan estúpido e incorrecto, pero será la primera y la última -una bofetada le hizo sangrar la nariz y los lloriqueos se hicieron mayores. Ella quería correr con su madre, que la ayudara y pudiera impedir lo que sucedía, pero ella en ese entonces se encontraba lejos de casa.
El pequeño corazón de Noli latía desbocado y su recuerdo le traía esa sensación. Ese día había estado tan aterrada que su cuerpo parecía no poder despegarse del suelo. Temía que el más mínimo movimiento pudiera empeorar aún más las cosas. Estaba desesperada y los jadeos y las lágrimas no las podía parar. El dolor en el pecho hacía que le resultara difícil respirar, era una presión muy fuerte y desesperante que no podía evitar. Quería que todo parara, que acabara de una vez por todas. Que el dolor desapareciera y su vida se esfumara. Se sentía tan sola y desamparada, tan frágil e indefensa.
-Ya estoy harto de tus lloriqueos, solo haces que me enfade más -la había tomados por el cabello haciendo que gritara por la pérdida de algunos -. Desde que naciste eres una niña débil y tonta que no sabe hacer nada. ¿Porqué no eres como tu hermano? Debiste ser más útil. Esperaba que lo fueras. Que decepcionante.
Recordó que en ese momento había estado llena de ira y desesperación, esos sentimientos la llenaron más que el miedo, aunque no supo diferenciarlo. Se sintió oprimida por los principios que le exigía su padre y que ella no podía corresponderle. Se había quedado llorando por horas en su habitación, tocando repentinamente partes de su cuerpo para saber en dónde había estado el daño hasta que tomó en un espejo y se hizo añicos. Sus manos sangraron y al querer buscar algo con qué limpiarlas, todo lo que tocaba se desbarataba, se quemaba. Intentó escribir una carta para pedir ayuda, pero era inútil, así que se escabulló de su cuarto usando sus pies para abrir la ventana y salió corriendo en dirección a la casa de Lena.
Llegó espantada y con la ropa andrajosa. Le contó a su amiga lo sucedido y pronto, con sus primeros conocimientos, le hizo un tónico transparente para que sus manos regresaran a la normalidad. Eso aclimató las cosas, pero no era exactamente lo que Noli deseaba. Ella quería que su don desapareciera, no lo quería dentro y lo veía como un tipo de maldición por todas las cosas que no era capaz de hacer bien. Después le hizo jurar a Lena de que no se lo diría a nadie, Noli por su parte prometió no volver a desobedecer a su padre, aunque ambas sabían que eso no era posible.
Al final, después de muchos cambios y secretos, Noli aceptó sus dones como una parte de ella misma que terminó por agradarle y ayudarla a facilitarle algunos aspectos de su vida.
Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no se dio cuenta de que la calle por la que se había metido estaba desierta y abundaba un silencio aterrador. El atardecer estaba cerca y aún había suficiente luz para hacer que su sombra se alcanzaba a marcar por el asfalto, junto con otras dos que la seguían de cerca. Caminó como si no hubiera notado la presencia de alguien. Alcanzaba a vislumbrar unas sombras con largas extremidades que parecían querer atraparla. Podía escuchar cómo el viento parecía susurras palabras en una lengua extraña, antigua. Luego escuchó como si alguien dijera su nombre con una voz muy apagada. Caminó más rápido, intentando alejarse de aquellos seres o intentando despertar si es que eso era un sueño.
Las hojas secas en el suelo crujieron cuando sus persecutores se acercaron más y Noli introdujo disimuladamente una mano bajo su chaqueta para sujetar la empuñadura de su daga. Todos sus sentidos se alertaron cuando vio su propia sombra y comprobó que se veía de un tamaño más o menos natural, aquellos seres en cambio se veían delgados y altos, la estaban acechando y, sea lo que se proponían hacer, nadie más se daría cuenta.
Dio la vuelta en una esquina y comenzó a correr, las criaturas le siguieron el paso. Estaba asustada y no se fiaba del control en sus manos en ese instante. Volteó y levantó su daga, dispuesta a enfrentar a quien quiera que la estuviera siguiendo, pero se llevó una gran sorpresa cuando vio que no había nadie detrás de ella. No había registros de alguien más a su alrededor, solo casas silenciosas.
-¡Noli! -una voz detrás del otro lado la hizo sobresaltar.
Chainstom salía de su hogar y se acercaba caminando mientras Noli guardaba disimuladamente su arma.
-No te he visto en... bueno la verdad es que no lo recuerdo exactamente -una media sonrisa apareció en sus labios rosados-. Pensaba que podríamos salir un día a cenar, si tu quieres.
Noli no estaba en ese momento dispuesta a negociar alguna cosa con él.
-Tengo mucho que hacer. Nos vemos luego -se despidió y se fue con prisa.
Al llegar a casa, no perdió tiempo y escribió una carta explicándole a Marcus lo que le acababa de ocurrir. Cuando terminó, se pinchó el dedo y derramó una dota de sangre para sellar el sobre con la yema de su dedo. Ahora solo tenía que esperar.
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Sangre y lágrimas
Fantasía¿Y si el destino de todos ya estuviera escrito? ¿Y si no es una coincidencia conocer gente, experimentar cosas, ni tener "accidentes"? Había una vez, en una isla donde los más acaudalados no poseen ningún don sobrenatural y los débiles estallan de p...